Economía, POLÍTICA

¿ESTÁ BIEN QUE HAYA MÁS JUBILADAS?

Jubilación y equidad

Por Mirta Soto

Los porqué de las reformas que no han sido neutrales desde una perspectiva de género

La seguridad social es fundamental porque afecta el bienestar de los jubilados que dependen de su ingreso para subsistir. Por lo tanto, es importante analizar las reformas previsionales para comprender cómo afectan el acceso a una jubilación digna a los adultos mayores, especialmente a las mujeres que tienen menor participación laboral formal. Las reformas no han sido neutrales desde una perspectiva de género, las mujeres han tenido acceso limitado debido a las brechas de género en el mercado laboral y las responsabilidades de cuidado que han asumido.

En la década de 1990 la respuesta a la creciente crisis que afectaba el Sistema Previsional fue su privatización en la década siguiente, que dio lugar a la creación de un nuevo sistema que introdujo una serie de modificaciones que obstaculizaron el acceso a los beneficios para numerosos trabajadores. Por otra parte, la flexibilización laboral deterioró el mercado de trabajo, lo que resultó en un aumento del desempleo y, a su vez, impactó negativamente en el salario real, generando dificultades para encontrar nuevas oportunidades laborales y cumplir con los aportes correspondientes. 

El diseño de los sistemas de seguridad social puede ampliar o disminuir las brechas de género. En ese sentido, el sistema de capitalización individual resulta más perjudicial para las mujeres en comparación con el régimen de reparto debido a su propio funcionamiento, ya que se sustenta en la trayectoria individual y la expectativa de vida. Eso puede resultar en jubilaciones más bajas para las mujeres porque su trayectoria laboral tiende a estar interrumpida o a tiempo parcial debido a las responsabilidades familiares y porque poseen mayor expectativa de vida.

A fines del año 2001, luego de una larga recesión se desencadena una fuerte crisis cuyo aspecto más impactante fue el deterioro de la situación social. Se produjo un marcado aumento de la pobreza, el desempleo y la desigualdad en los ingresos de la población. Este fenómeno se puede apreciar en el Gráfico 1, se produce una disminución en el número de personas que contribuyen al sistema y un debilitamiento de las contribuciones debido a la caída del salario real.

Gráfico 1 Cantidad de Aportantes y Beneficiarios al Régimen de Reparto, en Millones de Personas, desde enero 1995 hasta enero de 2007

Fuente: Elaboración propia en base a los datos obtenidos del ANSES

La crisis del régimen de convertibilidad de tipo neoliberal a fines del 2001 significó una verdadera ruptura. Durante este período, como podemos observar en el Gráfico 2, la cantidad de hogares indigentes alcanzó el 17%, la tasa de pobreza alcanzó valores cercanos al 60% como se observa en el gráfico 3, y el desempleo superó el 20% como se evidencia en el gráfico 4.

Gráfico 2 Evolución de los Hogares Indigentes, en el Aglomerado Gran Buenos Aires, entre mayo 1988 a enero 2003.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta de Hogares, INDEC

Gráfico 3 Evolución de la Población que habita con Ingresos por Debajo de la Línea de pobreza. Aglomerado Gran Buenos Aires, desde mayo 1988 hasta enero 2003

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta de Hogares, INDEC

Gráfico 4. Tasa de Desocupación, 1974-2003. EPH Puntual, Total de aglomerados. En porcentaje de la población económicamente activa.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Encuesta de Hogares, INDEC

A partir del año 2003 las políticas implementadas por el gobierno de Néstor Kirchner produjeron una rápida mejora tanto en los indicadores de pobreza y desigualdad como en el mercado laboral. La estrategia del gobierno fue ampliar y mejorar la cobertura social para incentivar la demanda agregada, el consumo y la actividad económica, incrementando la capacidad de consumo de los sectores de menores ingresos a través de la expansión de la transferencia de sus ingresos. Se recuperó la centralidad de la previsión social, incrementando su cobertura, algo que había sido reducido tanto por la reforma previsional anterior como por el mercado laboral. Se decretaron aumentos a los haberes mínimos, los cuales habían estado congelados desde 1995, reconociendo la situación de vulnerabilidad que atravesaban los adultos mayores provocada por la crisis Otra medida disruptiva fue la estatización del sistema previsional con la disolución del régimen de capitalización, lo que generó condiciones beneficiosas para los jubilados.

En 2004, se introdujo el Plan de Inclusión Previsional (moratoria), que permitió a personas en edad de jubilarse, pero sin los años de aportes necesarios acceder a un haber jubilatorio. También se estableció la “Jubilación Anticipada” para hombres y mujeres desempleados que habían cumplido con los años de aportes, pero les faltaban 5 años para alcanzar la edad requerida.

Con los Planes de inclusión Previsional en el año 2005 y posteriormente en el año 2014, se inaugura un nuevo paradigma en el sistema de seguridad social en el cual se amplía la cobertura y se modifica la estructura de género del sistema previsional, y es el Estado quien asume la responsabilidad de garantizar el bienestar futuro de los adultos mayores, en especial las mujeres. Por primera vez, se reconoce y legitima el valor del trabajo doméstico no remunerado, una labor desempeñada por las mujeres a lo largo de toda su vida, lo cual justifica su derecho a acceder a la protección social

Según cifras emitidas por la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) en el año 2015 Argentina contaba con el mayor índice de cobertura previsional de América Latina, con el 90,7%.

En resumen, es fundamental buscar alternativas que reconozcan el trabajo reproductivo dentro del sistema previsional mientras persista la división sexual del trabajo. Sin dicho reconocimiento, las mujeres continuarán asumiendo la mayor parte del trabajo doméstico, lo que se traduce en menores niveles de participación en el mercado laboral y disparidades salariales. Estas diferencias salariales, a su vez, impactan en los aportes realizados y dificultan el cumplimiento de los requisitos necesarios para acceder a los beneficios previsionales. Es necesario abordar esta situación de manera coherente, brindando el reconocimiento adecuado al trabajo doméstico y adoptando medidas que promuevan la equidad de género en el ámbito laboral y previsional.

NOTA: El presente artículo es una síntesis del Trabajo de Práctica Laboral que habilitó el título intermedio de Analista Económico.

Acerca de la autora / Mirta Susana Soto

Estudiante del último año de la Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

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