Malvinas es uno de los grandes significantes culturales de la Argentina contemporánea. El teatro ha explorado una parte soslayada del conflicto bélico: el impacto social, los efectos y resultados de la guerra en el grupo social, no solo de los soldados sino también de sus familias y amigos.
En las últimas décadas se ha producido un desplazamiento gradual en torno a las investigaciones sobre la Guerra de Malvinas. En contraste a los estudios clásicos de guerra, que tendían a privilegiar una mirada o bien estatal (la guerra como hecho de Estado) o bien política (como suceso que altera las relaciones de poder), recientemente ha proliferado un enfoque que se acerca a lo que Eduardo González Calleja denomina como “cultura de guerra”.
El historiador español propone dicho concepto como medio para observar relaciones más complejas en torno a cómo la guerra interviene y modifica las diversas prácticas socioculturales de un grupo histórico. Como resultado, las miradas se multiplican, en tanto se comienza a tomar una mayor conciencia del verdadero espesor histórico de la guerra, portadora de peso económico y político, pero también geográfico, cultural, social, filosófico, entre otros.
En principio este giro podría parecer un hallazgo poco relevante, incluso autoevidente. Que la guerra es un hecho cultural es indudable, especialmente si miramos a civilizaciones antiguas como la griega o la romana. No obstante, esta perspectiva apareja una forma algo diferente de definir al objeto de estudio que me interesa. Ya no es posible reducir la guerra a, por ejemplo, “la diplomacia por otros medios” (según la célebre definición de Clausewitz), sino que se abre un espectro de matices que tocan al frente de batalla pero que también lo desbordan e incluso lo exceden. Así, la guerra como hecho cultural amplio (que incluye tanto las costumbres del día a día como sus producciones y sus sentidos) exige contextualizar no sólo los hechos históricos en su tiempo sino también sopesar el capital simbólico que se arrastra, se construye, se refuerza y / o se socava a través de imaginarios y prácticas, colectivas e individuales, cotidianas y extraordinarias.
En el caso de la guerra de 1982, esto es especialmente valioso. En primer lugar, porque su interpretación ya exige una inscripción simbólica, ya sea que se la asuma como una disputa anticolonialista o como acción de un gobierno de facto. En segundo, debido a que la Guerra de Malvinas constituye, en los términos de Alain Badiou, un acontecimiento histórico: si bien existen imaginarios previos a la guerra (cruciales para el apoyo masivo que vive la Junta Militar durante el conflicto), luego del combate se genera un estallido de nuevas imágenes e imaginarios que entraman un campo simbólico antes inexistente como tal. Finalmente, en tanto guerra vigente. Aunque breve, hasta el día de hoy Malvinas atraviesa la posguerra y la posdictadura con sus aspectos positivos y negativos, no siempre fácilmente discernibles y no siempre bien conocidos.
Debido a todo el peso simbólico que constituyen estos tres ejes señalados, el interés y la incertidumbre sobre los hechos históricos siguen siendo elevados y siguen reclamando ser estudiados en profundidad. El panorama que presento sugiere entonces la importancia de examinar los sucesos de la guerra desde una perspectiva abierta, múltiple, atenta a las contradicciones y tensiones que se pueden producir entre los diversos ángulos desde donde podemos mirar los hechos. Si bien típicamente la historia ha sido leída como un territorio cercano al de una narración, es indudable que los hechos no ocurren de forma perfectamente clara o nítida, transparente, y que su práctica exige un rigor metodológico y ético. Sin embargo, mirar la guerra desde la cultura y, en mi caso, desde el teatro, abre una puerta de entrada diferente, de gran potencial.
Desde comienzos de 2017 me dedico a trabajar en torno a las representaciones teatrales de la Guerra de Malvinas. Siguiendo las coordenadas de Roger Chartier, entiendo las representaciones como prácticas diversas que permiten apropiarse de los hechos históricos, retomarlos, confrontarlos y reformularlos. Esto introduce una relación diferente con la historia, con la cual ya no es necesario mantener un pacto ético previo, sino que se pueden desplegar miradas diferentes, problemáticas. En el caso del teatro propongo hablar de representaciones teatrales, entendidas como aquellas apropiaciones singulares del teatro, marcadas por los cuerpos (de por lo menos un actor y de un espectador) en convivio. Pensar la Guerra de Malvinas en el teatro implica entonces observar cómo el teatro ha dado (y continúa dando al día de hoy) cuerpo, literal y metafóricamente, a los hechos de la historia reciente.
Como prácticas, las representaciones teatrales implican también una serie de condiciones que establecen formas particulares de producir pensamiento sobre los hechos. En el caso del teatro, por ejemplo, las limitaciones para reconstruir la guerra en escena reenvía hacia las relaciones sociales, subrayadas como parte de los procesos de la guerra. Como resultado, el teatro de la guerra ha explorado una parte significativa que muchas veces queda soslayada al hablar de los conflictos bélicos: el impacto social, los efectos y resultados de la guerra en el grupo social, no solo de los soldados sino también de sus familias y amigos. Este giro trae a su vez otro factor crucial, asociado con el valor afectivo de los sucesos. De este modo, el teatro privilegia ejes particulares que hacen a su memoria y que ofrecen valiosas miradas para complementar con otras disciplinas.
Pese a su potencial particular, dentro de las representaciones de la guerra de Malvinas el teatro carga con una visibilidad baja. Sin embargo, se trata de una de las disciplinas artísticas que más desarrollo ha tenido: hasta el momento he encontrado más de 100 textos dramáticos y espectáculos que tocan la temática desde diversos ángulos. Estos materiales ya comienzan a manifestarse en 1982, apenas unos meses terminada la guerra, y mantienen una presencia sostenida a lo largo de la posguerra (con un estallido en 2012). Se trata a su vez de un corpus que no solo reporta cantidad, sino también calidad. En el mismo hallamos autores destacados, como Abelardo Castillo, Griselda Gambaro, Vicente Zito Lema, Javier Daulte, Federico León o Lola Arias, entre otros. Sin embargo, también encontramos una enorme diversidad de teatristas de todas partes del país y que, desde sus cartografías específicas, aportan a trazar el mapa de la guerra del teatro.
Debido al desafío de relevar y estructurar el corpus, mi investigación sumó una labor adicional, complementaria. Así surge una serie de antologías dedicadas a acompañar la visibilización de las poéticas teatrales conectadas a la Guerra de Malvinas. Como resultado de este trabajo, es posible consultar 21 textos dramáticos (la mayoría completamente inéditos) de diversos momentos históricos y pertenecientes a variadas cartografías teatrales de la Argentina, repartidos en tres volúmenes: Malvinas. La guerra en el teatro, el teatro de la guerra (Ediciones del CCC, 2017); Malvinas 2. La guerra en el teatro, el teatro de la guerra (Ediciones del CCC, 2019); y La guerra de Malvinas en el teatro argentino (coedición entre el Instituto Nacional del Teatro y Ediciones del CCC, 2020).
Con el cuarenta aniversario de la Guerra de Malvinas, la importancia de seguir profundizando nuestros conocimientos es cada vez más significativa. Necesitamos seguir pensando Malvinas (tanto la Guerra como la Cuestión y el territorio) con el fin de enriquecer nuestros saberes y así poder continuar dando cuerpo a las islas. Si bien muchas veces se nos presentan ante la mirada como siluetas, las islas tienen una materialidad simbólica cargada de un peso real, en tanto afecta nuestras prácticas cotidianas todavía hoy. Comprender los hechos de la historia (como diría Marc Bloch) nos impulsa entonces a seguir afinando la mirada para desafiar aquello que creemos saber. En el caso del teatro, se despliega un territorio de enorme alcance, vigoroso, capaz no solo de reconstruir la historia sino también de acompañarnos a repensarla, profundizarla.
Acerca del autor / Ricardo Dubatti
Historiador teatral, dramaturgo, músico y docente. Licenciado de la carrera de Artes (orientación Combinadas) por la Universidad de Buenos Aires. Es becario de CONICET y realiza su doctorado en Historia y Teoría de las Artes (UBA).