Poéticas

POETAS CONURBANOS

Los pibes de mi barrio

Por Mariano Ramírez

Mariano Ramírez Aka Vomitox, nació en González Catán en el año 1998. De niño asistió a algunos talleres de artes plásticas que había en el barrio y en su adolescencia asistió al taller de Marta Grimaldi, con quien aprendió diversas técnicas del lenguaje visual. Escribe poesía desde su adolescencia y se auto publica en formato fanzine desde hace algunos años. Actualmente pinta, dibuja, escribe y junto con su pareja realizan el Podcast “Charlas sobre servilletas”, en el cual buscan exponer las voces culturales de La Matanza y el conurbano.

Los pibes de mi barrio

Tocan timbre por algo de bajón. 

Los pibes de mi barrio 

Compran las sedas a tres por un peso.

Los pibes de mi barrio 

Saben que pinto

y les cabe cuando lo hago en alguna persiana de la cuadra

Porque los hace parte. 

Los pibes de mi barrio 

Aman el calor,

juegan en cuero y descalzos al fútbol

Sobre las canchitas que están del otro lado de las vías, 

Juegan y el que pierde se paga el cajón de birra,

la coca o la manaos. 

Los pibes de mi barrio 

Fuman del bagullo de cincuenta pesos 

bien prensado y guardado en el bolsillo transpirado. 

A los pibes de mi barrio 

no les duelen los tatuajes 

ni tampoco les duelen las madrugadas,

las giras interminables 

ni el tren de las cinco.

A los pibes de mi barrio 

se les cortó algún que otro dedo 

laburando en negro en una fábrica de los kilómetros. 

A los pibes de mi barrio 

los viste la ropa del JJ deportes 

con su plan de doce cuotas con DNI,

y los abrigan las frazadas remendadas por alguna viejita piadosa 

que no quiere que pasen frío. 

A los pibes de mi barrio 

les cabe la gedencia,

la cumbia fuerte que hace bailar hasta las baldosas flojas de la vereda.

A los pibes de mi barrio

les duelen las balas, 

los amigos perdidos a punta de fierro.

Los pibes de mi barrio 

también rapean, 

hacen poesía improvisada sobre una base de cumbia colombiana.

Y entienden muy bien 

que las cicatrices que no cierran 

hacen de tu vida un volcán de ponzoña,

que todo lo que sueñan se mancha con roña, 

con la campana que suena y da la hora,

de vivir o de morir. 

Los pibes de mi barrio 

siempre sangran.

Los pibes de mi barrio

siempre ardiendo.

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