La importancia de la figura de Eva Perón como símbolo de la Patria en la historia de la República Argentina se debe principalmente a una serie de cambios que se produjeron durante el gobierno de Juan Perón.
Mientras su esposo inauguraba una nueva etapa del país, Evita insuflaba vida y emoción a lo realizado, por lo que fue designada como la “Jefa Espiritual de la Nación”. Aunque existen diferentes opiniones sobre ella como figura política, no se puede dejar de notar que fue una extraordinaria representante del sentir de la mayoría del pueblo argentino.
Eva adoptó una posición activa en la lucha por los derechos sociales y laborales. En particular, consiguió la sanción de la Ley de sufragio femenino, así como pudo atraer a la población a participar activamente en la vida pública y política del país. Pero, ¿cómo logró hacerlo? Me atrevo a decir que esto se debe en gran parte a sus dotes oratorias. Con sus discursos apasionados, Eva Perón logró que la gente se enamorara del poder, y lo que es más importante, hizo que una parte de la población participara de un horizonte compartido. Lo que la hace especial incluso entre los políticos modernos.
El objetivo del discurso político moderno no es describir sino convencer, despertar intenciones en el destinatario, persuadir e inducir a la acción. Es por eso que en su estudio ocupa un lugar importante la consideración de las estrategias de la comunicación política como herramientas de movilización. Una de las más populares en los discursos de Eva Perón es la de cooperación: dirigirse a la audiencia mediante referencias a sus valores e ideas. Gracias a esta estrategia, no solo se puede mitigar o resolver conflictos sino también crear una atmósfera favorable para unir personas con diferentes puntos de vista.
En sus discursos, Eva, al enfatizar la importancia de Juan Perón para el país, al mismo tiempo que acerca la figura del líder al pueblo, interpela a los ciudadanos a sentirse participantes activos de la historia real. En una sociedad que antes lo ignoraba, Eva invoca al pueblo y el pueblo se percibe necesario, aceptado, tomado en cuenta, gracias a la política peronista:
El general Perón, con sus sueños de patriota, en años anteriores, creó allá, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, el basamento de la justicia social. Y creó algo más: la dignificación del obrero argentino. Hoy, en la patria, todos tenemos personalidad, pertenecemos a la era social del general Perón, y por lo tanto afrontamos la inmensa responsabilidad de apoyarlo y de acompañarlo (…)
Eva utiliza referencias a hechos históricos para representar la unidad entre Juan Perón y los argentinos. Una de las fechas más mencionadas en los discursos es el 17 de octubre de 1945, día importante en la historia del peronismo. El contexto también cobra importancia a la hora de interpretar las actitudes hacia la oposición en el discurso político. Las alusiones a hechos del pasado ayudan no solo a unir al pueblo y el poder, sino también generar el antagonismo de la oposición, la construcción de enemigos:
Creo y sostengo que los descamisados de hoy son los mismos que escribieron en la historia de nuestra actualidad las páginas sin ejemplo del glorioso 17 de Octubre, jornada imperecedera que salvó la Revolución al rescatar de su prisión al líder (…)
Les pido a todas ustedes que cuando vean, en cualquier rincón del país, por más alejado que sea, a una mujer que tiene un corazón bien puesto, como el del 17 de Octubre de 1945, traten de acercarla a nuestras filas (…)
Una forma de constitución del sujeto político es mostrar un adversario común. La oposición “amigo / enemigo” es muy tradicional, casi obligatoria para la comunicación política, pero resulta también una forma adicional para unir al pueblo. El odio nos permite unir a personas de diferentes categorías sociales, dándoles una identidad colectiva y un otro antagónico con el que contrastar:
(…) ustedes, que tienen derecho a hablar de frente con la Patria y con Perón, porque ustedes, igual que yo, lo siguieron apretando los dientes de rabia y de coraje cuando la oligarquía sin patria ni bandera quiso dejarnos a nosotros también sin patria ni bandera, robándonos el derecho de seguirlo a Perón hasta la muerte;
Eva se identifica con el pueblo argentino a través de la imagen colectiva de “descamisados”, término que en su origen había sido utilizado despectivamente por los antiperonistas. Sin embargo, en sus discursos, el símbolo es invertido; “descamisado” suena militantemente, con orgullo. A través de este término se afirma la conciencia de la propia identidad, la legitimidad de los derechos y una condición moral:
Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista (…) Yo no tengo elocuencia, pero tengo corazón; un corazón peronista y descamisado, que sufrió desde abajo con el pueblo y que no lo olvidará jamás, por más arriba que suba.
Además de la imagen del “descamisado”, Eva Perón apela a la argentinidad. En sus discursos invisibiliza las diferencias entre el potencial electorado femenino y el ser argentino. Creando así la apariencia de unidad y borrando las diferencias:
Estamos en vísperas de una nueva lucha electoral y me dirijo a ustedes en mi doble condición de mujer y de mujer argentina que no puede permanecer ajena a nada que influya en el porvenir de la Nación y de sus vanguardias descamisadas (…)
En los discursos de Eva también es interesante analizar la imagen de la mujer. Por un lado, lo femenino aparece de una manera muy tradicional, significada como la dueña del hogar, pero por otro lo hace como luchadora por sus derechos políticos y sociales. De tal manera Eva destaca que las mujeres ingresan a la política aportando su condición de jefas y guardianas de la casa:
Perón necesita del baluarte inviolado del hogar y del impulso intuitivo y sustancialmente conservador de la mujer para llevar adelante y afianzar su programa de acción de gobierno.
Para lograr una interacción efectiva, los oradores usan la estrategia de cooperación, de beneficio mutuo, al crear un sentido de unidad en la mente del destinatario. El hilo conductor de los discursos presidenciales es el llamado a la unificación de todos los ciudadanos en una sola nación y a estrechar los lazos entre el jefe de Estado y el pueblo:
Hemos abierto en nuestro movimiento las puertas de par en par, para todos los hombres, cualquiera sea su credo, su raza o su religión;
Cuando una Peronista tenga alguna divergencia con otra, piense que hay una sola bandera; la del General Perón. Cuando se peleen dos Peronistas, no me traigan a mí el problema porque me causan un gran dolor. Yo quiero ser igual con todas para no ser injusta. En una familia pueden pelearse dos hermanas, pero siempre siguen siendo hermanas. Yo deseo que esta sea una gran familia;
Deben ser tolerantes, porque hay que tolerar para que nos toleren;
Podemos observar cómo la estrategia unificadora juega un papel importante en los discursos de Eva. La frecuencia de su uso se explica por la efectividad y facilidad de su aplicación, ya que un político experto puede encontrar una u otra característica que puede utilizar como factor unificador para cualquier público. El orador puede reunir a personas de diferentes opiniones y estratos sociales, lo que puede ampliar significativamente el electorado. Gracias a la estrategia de cooperación, Eva Perón logró varios objetivos: unir al pueblo argentino, fortalecer la relación pueblo / poder, además de presentar a la oposición como el enemigo común.
Bibliografía
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Acerca de la autora / Daria Kushnereva
Magíster en Lenguas Romances
Departamento Internacional de la Universidad ITMO (Ruso: Университет ИТМО)