Ambiente, Economía

AGUAS QUE VAN, DEBEN VOLVER

¿Soberanía Hídrica & Co.?

Por Eduardo Oliva

¿Medimos el valor del agua como factor de producción? ¿Cuánta agua se consume en la producción agrícola y minera? Una propuesta de políticas públicas para conquistar nuestra soberanía hídrica.

Mekorot Israel National Water & Co. y cinco provincias argentinas firmaron acuerdos de consultoría para que esta empresa analice un proceso de reforma de la gestión pública del agua, basado en la emergencia hídrica y en los pactos internacionales ante el cambio climático. 

En principio suena inteligente y estratégico pensar en conocer el estado de la cuenta hídrica de nuestro país, las zonas irrigables, los abastecimientos futuros de las mismas, el estado de los glaciares, los acuíferos subterráneos y todo sistema ulterior de recarga de agua, pues no se puede administrar lo que no se conoce. En esto estamos de acuerdo, pero también convengamos en que se trata de una información sensible en manos privadas.

Si determinamos que el agua es parte de todas las ecuaciones de la vida, desde el agua de bebida hasta el agua para la mega minería, pasando por la agricultura, la salud y el saneamiento, visualizaremos que no estamos ante un denominador de la ecuación socio productiva que pueda ser despejado sin consecuencias en la resultante. 

En otras épocas se han otorgado en concesión a intereses extranjeros recursos también estratégicos como el petróleo, la  aeronavegación, la energía eléctrica y el agua, entre otras cosas. Habiendo visto el resultado de esas políticas suena raro, Pancutan en mano, volver por esa vaca. Teniendo organismos como el INA (Instituto nacional del Agua) el COHIFE (Consejo Hídrico Federal), Subsecretarias de Recurso Hídricos, CONICET, INTA y universidades prestigiosas, se busca afuera consultoras y se generan acuerdos que no son públicos, como si la capacidad instalada en el Estado no tuviera capacidad, valga la redundancia, de resolver cualquier situación de estas características.

Por qué es importante la soberanía hídrica

A las ventajas estratégicas de explotar litio, biomasa e hidrógeno verde, será necesario agregar la manera de poner en la ecuación el consumo de agua que, ya dijimos,  es un común denominador en casi todo, así como sabemos también que es un bien crecientemente escaso y por lo tanto de un valor a racionalizar, monetizar y cuidar, ya que no es infinito. La producción entonces se deberá proyectar en el tiempo.  Para que lo productivo no vulnere lo socio ambiental es imprescindible una evaluación estratégica que permita conocer las condicionantes y límites socio ambientales a la explotación, de manera tal que una actividad productiva no someta a otra, cuya línea de base sea la misma, en este caso el agua, ni lacere la sustentabilidad, que también es económica.

Veamos la incidencia del agua sobre dos producciones, agricultura y minería y, a partir de ello, pongamos el foco en dos casos contrastables por su impacto económico y su impacto social, los granos y el litio.

La exportación de granos del 2019 consumió alrededor de 46.000 millones de litros de agua (INTA) huella hídrica.

La exportación de Litio en el 2022, consumió alrededor de 60.000 millones de litros de agua, para producir 27500 toneladas de este mineral.

Si tomamos en cuenta un valor de 522 dólares en el mercado de Wall Street por acre pie, el resultado sería, estimativamente, que el agro gastó para la producción de granos, en el periodo 2019, unos 20 millones de dólares en agua, y  la explotación de litio más menos 31 millones de dólares.

A modo de proyección

Según un estudio de la Universidad de La Plata existen reservas por 18 millones de toneladas de litio en el norte de nuestro país, cuya explotación consumiría 34 billones de litros de agua. El resultado sería una facturación potencial de 1.2 billones de dólares y un gasto en agua de 1500 millones de dólares o más, dependiendo del equilibrio, escasez, oferta y demanda.

No tengo datos acerca de si esos importes arriba referidos respecto del valor que las potencias económicas le dan al agua se acercan siquiera al valor de una tasa provincial por el uso de la misma. Pongamos por caso el litio, pero de igual manera podemos referirnos al fracking o la producción agrícola ganadera: ¿qué parámetros se toman para disponer de un recurso tan valioso? ¿Cuál es su valor? El agua es un bien crecientemente escaso y de gravitación geopolítica; por consiguiente, que los múltiples intereses transnacionales nos digan qué tenemos, cómo usarlo y cómo cuidar lo que ellos desean y les es escaso es, como mínimo, inocente.

Depreciar el valor del agua, o no valorizarla en su justa medida y dentro de la organización de los factores de producción, solo hace que la exportemos gratis en el gas, el petróleo, la soja, la carne, etc. Nuestro país se expresa otorgándole al agua estatus de bien público inajenable e imprescriptible, pero no acciona los  organismos con capacidad de medir, controlar y garantizar que el agua sea repartida en forma equitativa y razonable, en base a la utilidad y su orden de prelación. Debemos unificar los criterios del uso del agua, cuantificar la capacidad y disponer de información para digitar su uso de manera social y productiva. Ello nos da Soberanía Hídrica. Esto solo lo pueden garantizar los Estados Provinciales y el Estado Nacional. Somos un país necesitado de  ingreso de divisas. Tenemos riquezas en un mundo ávido de ellas, depende de nosotros entender soberanamente el concepto de oferta y demanda y sus costos futuros, sobre la delgada línea de base que no es ni más ni menos que el agua, que no es ni más ni menos que vida.

Acerca del autor / Eduardo Oliva

Abogado . Perito medio ambiental. Asesor en recurso hídricos de la Subsecretaria de fortalecimiento sustentable para pequeños y medianos productores agroalimentarios, del MAGyP.

Coordinador de ASAS, Acceso Social al Agua Segura

Compartir

Comments are closed.