Cine y política

EXILIADOS ECONÓMICOS EN EL CINE ARGENTINO (2001-2011)

¿Por qué te fuiste?

Por Verónica Chelotti

Todos los días, la maquinaria mediática del poder anuncia el éxito de los que se van, alentando el deseo de las/los argentinas/os que desean emigrar para escaparle a un horizonte incierto. Una alabanza a la argentinidad, que triunfa en el exterior y que aquí se ve frustrada por culpa de la realidad. Una mirada crítica a través de dos filmes recientes que abordan el tema del éxodo por la crisis de 2001.

El cine argentino de las últimas décadas, si bien ha demostrado un especial interés en la última dictadura cívico-militar y en los exiliados políticos, tardó en poner el foco en el movimiento migratorio provocado por la crisis económica de finales de la década de los ochenta, así como sobre el éxodo de argentinos post 2001. El exiliado económico no cuenta con el mismo protagonismo que su par político, ni en las pantallas ni en la producción académica.

Los filmes pueden pensarse como artefactos de memoria. La memoria no es propiedad de la mente, sino una elaboración social que se desarrolla de acuerdo con marcos sociales: el recuerdo se hace desde un lugar, desde una historia que es la confluencia de la experiencia del sujeto con normas, valores culturales, marcos institucionales que lo habitan y le permiten pensar el mundo, reconocerlo y recordarlo. Tzvetan Todorov (1995) la define como la interacción entre lo que se recuerda y lo que se olvida. La memoria colectiva –en tanto memoria situada– es imprescindible en la formación de la identidad de un grupo social. El cine –como dispositivo técnico, estético y cultural– es un legitimado constructor y reproductor de memorias e imaginarios sociales, de miradas situadas en una época y en un espacio, y sus narraciones influyen, intervienen en las formas en las que estructuramos al mundo.

¿Cuánto hay de olvido y de recuerdo en torno al exilio económico de miles de personas provocado por la crisis del neoliberalismo en la Argentina de principios del siglo XXI? ¿Cómo ha colaborado el cine en la construcción identitaria de ese nuevo actor social que a priori encontramos muy poco presente? Coincidimos con el historiador Robert Rosenstone (2014), quien sostiene que los filmes producen versiones de la historia que invitan a reflexionar sobre cómo se reconstituye el pasado.

Durante los primeros años de la década del 2000 se produjeron algunos filmes de ficción argentinos que tuvieron como protagonistas personajes que deseaban o concretaban el proyecto migratorio; sin embargo, solo las películas Lugares comunes (Aristarain, 2002) y Güelcom (Blanco, 2011) nos permiten abarcar las distintas etapas del proceso: emigración, inmigración y retorno hacia y desde España.

Los exilios

En el plano teórico suele asociarse la categoría exilio a la salida del país por la fuerza, y la emigración a la partida por cuestiones económicas; pero esa oposición no es tan categórica en la vida de las personas.  Giorgio Agamben (1996) define el exilio como “la figura de la vida en su inmediata y originaria relación con el poder soberano”, o sea que es el Estado el que tiene la potestad de expulsar a alguien.  Las políticas neoliberales que llevaron a cabo los gobiernos argentinos produjeron la crisis económica del 2001, la cual expulsó a miles de compatriotas, de la misma manera que lo sucedido en los dos momentos históricos previos en los que tuvo lugar este fenómeno de naturaleza política y demográfica: la dictadura cívico-militar que derrocó el tercer gobierno peronista en 1976 y la hiperinflación de 1989. 

El significante exiliado, tan cercano a nuestra literatura académica y a nuestra filmografía, no distingue salida o llegada, es un no lugar. En cambio, el concepto emigrado o inmigrante refiere indefectiblemente a dos lugares: el de procedencia y el de destino.  El exilio se asocia con imposición, y la emigración con acto voluntario. Sin embargo, Fernando Osvaldo Esteban (2003) matiza la diferencia y establece grados de voluntariedad del traslado, identificando dos tipos de movimientos migratorios: los espontáneos, que son los que voluntariamente emigran y los forzados, que son los que no eligen dejar su lugar de residencia y en algunos casos tampoco eligen el lugar donde emigrar. De acuerdo con esta definición, cabe la pregunta acerca del grado de elección que tienen los emigrantes económicos, que deben abandonar sus lugares motivados por el desfase entre sus expectativas y la posibilidad de satisfacerlas. Es por ello que consideramos pertinente utilizar el término exilio económico para referir a los desplazamientos de cientos de miles de argentinos durante las crisis de 1989 y la de 2001, cuya salida implicó forzosamente una ruptura con la propia identidad individual y para los cuales el regreso no era una opción voluntaria.

Respecto a los argentinos que emigraron a España por razones económicas a principio de los años 2000 es necesario señalar que no poseían el mismo estatus que los exiliados políticos que habían emigrado para salvar su vida; tampoco compartían características con la llamada fuga de cerebros de los años sesenta. El exiliado económico pasó a formar parte del total de inmigrantes a secas que engrosaban el número de sudamericanos en la península ibérica.  

España experimentó entre 1997 y 2005 un exponencial aumento de inmigrantes que pasó de 637.000 a 4,1 millones. Entre estos, el mayor flujo de argentinos llegó entre los años 2000 y 2005. En 2001 había 93.872 argentinos, número que se elevó en 2008 a 295.401 empadronados. A pesar de las políticas de arraigo y la crisis europea, en 2013 se registraban 270.419 argentinos en suelo español (Instituto Nacional de Estadísticas de España). La escasa representación existente en el cine argentino de los emigrantes económicos y la vacancia de análisis cobran mayor relevancia ante las cifras del referente real expuesto.

Los filmes que he seleccionado fueron producidos en dos momentos históricos diferenciados, relevantes para abordar la emigración a España y el retorno hacia Argentina entre 2002 y 2011. Por otra parte, las películas abordan el tema desde dos géneros diferentes: la comedia romántica y el drama, y sus directores cuentan con trayectorias muy diversas: mientras Aristarain tiene una vasta producción, Blanco solo cuenta con dos largos estrenados. Finalmente, aunque la crítica calificó a una y descalificó a la otra, ambas gozaron de muy buena recepción en los espectadores.

Los procesos de semiosis que se originan a través de estos filmes construyen y cristalizan la figura de un emigrante estereotipado: blanco, de clase media, profesional, urbano e individualista, que emigra a España porque las condiciones sociopolíticas de su país de origen no le permiten su realización personal. Otra de las ideas que nos guiaron está referida a la estrecha relación que existe entre las versiones de la inmigración que plantean los filmes y el contexto histórico de producción.

Los filmes: Lugares comunes y Güelcom

Lugares comunes relata la historia de una pareja de adultos mayores compuesta por Fernando Robles (Federico Luppi) y Lili (Mercedes Sampietro) que debe enfrentar la crisis económica del 2001. A él, profesor de literatura, lo jubilan antes de tiempo. Ella es asistente social. Ambos tienen un hijo en España, Pedro (Carlos Santamaría), quien les paga un viaje para que lo visiten y, efectivamente, sus padres pasan unos días allí, aunque rechazan tanto su ayuda económica como su invitación a quedarse en Madrid. Al regresar a la Argentina, se ven obligados a vender su casa, heredada de los padres de ella, y emigrar a la provincia de Córdoba, donde emprenden un negocio, que el protagonista no llega a ver porque muere.

Lugares comunes

Güelcom es una historia de amor entre Leo (Mariano Martínez) y Ana (Eugenia Tobal). Esta historia termina cuando Ana decide emigrar hacia España y Leo opta por quedarse en Buenos Aires. En este filme, la elaboración de un decálogo con las frases más usadas por los argentinos que se van del país, sirve tanto para hilar la narración como para observar con humor e ironía las distintas conductas que toman los personajes para justificar sus acciones: la emigración y el retorno. El casamiento de unos amigos, también emigrados, los reencuentra después de cuatro años. Leo inicia un plan para reconquistar a Ana y, al final, se burla de sus propios postulados, ya que él también decide irse.

Güelcom

 En los dos filmes se ven condensadas las migraciones entre España y Argentina en su doble dirección y en diferentes etapas de nuestra historia. Tanto Güelcom como Lugares comunes son historias de amor romántico; sin embargo, en ambas películas prevalece como tema estructural la representación de una Argentina que expulsa a sus jóvenes de clase media.

En ambos la emigración aparece como una acción voluntaria e individual. A diferencia de la representación del exiliado de los años setenta que emigró por razones políticas que implicaban la vida o la muerte, el exiliado económico no cree en las opciones que pueda brindarle Argentina, o estas no satisfacen sus necesidades de realización personal o económica.

Tanto Aristarain como Blanco representan en sus filmes a jóvenes estereotipados, de clase media de la ciudad de Buenos Aires, que se van al exterior en búsqueda de algo mejor que lo que tienen en su país, lo encuentren o no. Las películas comparten y reproducen el imaginario social: Europa como el centro del mundo y referente cultural natural. Los directores refuerzan esta mirada a través del casting. Todos los personajes responden al patrón de belleza europea y el tópico fundacional de la argentinidad relacionada con el crisol de razas.

Es necesario señalar que si bien la dramaturgia se centra en migrantes, el proceso migratorio no aparece en ninguno de los dos filmes. Los emigrados ya están viviendo en España, no sabemos nada sobre su partida ni sobre su llegada. Lo que está en juego para ambos directores es si retornan a la Argentina o no.

La argentinidad, en ambas películas, está ligada a lo cultural (costumbres, uso del lenguaje) y al afecto de los más cercanos (somos amigueros, familieros). Por su parte, las referencias a la Argentina son negativas. Es un país culpable, que no propicia aceptables condiciones de vida, una Argentina en crisis constante que condena a sus ciudadanos a padecerlas en primera persona.

Por el contrario, España es representada como el paraíso donde poder concretar los sueños. Esto genera una tensión con el desarrollo de los personajes que han tenido que resignarse y hacer trabajos que no se corresponden con sus expectativas previas al momento de emprender el proceso migratorio. De todas maneras, los exiliados económicos de los filmes no se autoperciben inmigrantes.

En ambas películas, los personajes que se quedaron, tienen la misma contradicción: intentan desmitificar el afuera como salvación, pero terminan dándole la razón a los que han marchado para salvarse.

Raymond Williams (2012) entiende que solo es posible comprender una cultura dominante si entendemos el proceso social real del cual depende, es decir, el proceso de incorporación. En ambos filmes podemos apreciar esa capacidad de agencia de transmisión propia de la cultura dominante.

La frase del personaje protagonizado por Federico Luppi, “el futuro existe, se compra con dinero”, resume el pesimismo que ambos directores, desde distintos géneros, distintas trayectorias e incluso distintos puntos de vista, imprimen sobre el tema que nos interesa. Los emigrantes son víctimas del sistema neoliberal que ha gobernado la Argentina durante décadas, pero la implementación de un modelo nacional y popular que revierta el éxodo y propicie el retorno de los exiliados económicos no termina de convencer a aquellos que tienen la posibilidad de permanecer en España, a pesar de ser bienvenidos, como indica Blanco en distintos idiomas a lo largo de todo el filme.

Bibliografía

Agamben, G. (1996). Política del exilio. Archipiélagos. Cuadernos de crítica de la cultura. Barcelona, Nº 26–27.

Esteban, F. O. (2003). Dinámica migratoria argentina: inmigración y exilios. América Latina hoy, 34: 15-34.

Ferro, M. (1991). Perspectivas en torno a las relaciones Historia-Cine. Film-Historia. (Vol. I, No.1, pp 3-12). Recuperado de http://www.publicacions.ub.es/bibliotecadigital/cinema/filmhistoria/Art.M.Ferro.pdf

Rosenstone, R. (2014). La historia en el cine. El cine sobre la historia. Madrid: Rialp.

Todorov, T. (1995). Los abusos de la memoria. París: Arléa.

Williams, R. (2012). Cultura y materialismo. Buenos Aires: La Marca Editora.

Acerca de la autora / Verónica Chelotti

Licenciada en Comunicación Social (Universidad Nacional de Quilmes). Ha trabajado en gabinetes de prensa y medios generalistas, comunitarios y especializados en migraciones en Argentina, México y España, país donde se especializó en Comunicación y diversidad cultural (Universidad Autónoma de Barcelona). Fue miembro de la Comisión Periodismo Solidario del Colegio de Periodistas de Catalunya y la Mesa para la Diversidad en lo Audiovisual del Consejo Audiovisual de Catalunya. Trabaja como Jefa de Producción en la Unidad Audiovisual de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Integra el equipo de investigación del Centro Historia Cultura y Memoria de la Universidad Nacional de Quilmes. Forma parte del Colectivo FM Ahijuna, radio cooperativa y comunitaria de la ciudad de Bernal en la provincia de Buenos Aires.

Compartir

Comments are closed.