POLÍTICA

ELECCIONES 2023

La política que se hace con la cabeza

Por Marina Acosta

Un análisis de las campañas de la primera vuelta con la perspectiva puesta en la segunda

Los resultados de las elecciones generales del 22 de octubre confirman la sentencia weberiana de que la política se hace con la cabeza. La notable recuperación de Unión por la Patria tras la deslucida performance en las PASO es susceptible de ser explicada si se la entiende como producto de la racionalidad política y la consecuente reacción de sus dirigentes.

Varios fueron los aciertos de la coalición para cosechar el triunfo en las urnas. En primer lugar, el control de la agenda de la discusión pública (dominada en buena parte por la derecha y la ultraderecha hasta la realización de las PASO) y la sintonía con el humor social que lo llevó a activar un conjunto de políticas de ingreso y movilizar no sólo a su base electoral sino además lograr apoyos que desbordaron los segmentos oficialistas. En segundo lugar, convertirse en el único espacio que definió propuestas y no se quedó en la mera enunciación de eslóganes atractivos que pueden ser funcionales para los medios de comunicación y plataformas digitales pero que difícilmente se traducen en votos. Presentó una agenda centrada en la productividad y el trabajo y en el rol del Estado como partícipe activo y necesario de las relaciones sociales y económicas.  En tercer lugar, el abroquelamiento del peronismo tras la candidatura de Massa y el importante trabajo que realizaron los gobernadores en la movilización del electorado en sus provincias. Mención especial merece la valoración altamente positiva de la gestión de Axel Kicilof. Los y las bonaerenses reconocieron la convicción, el trabajo y la honestidad del gobernador cuyo distrito aportó un significativo volumen de votos al candidato nacional. En cuarto lugar, la solidez personal y el discurso claro, coherente y conceptual de Massa que se volvieron características distintivas en la competencia con el resto de los candidatos.

El clivaje que planteó Unión por la Patria fue más amplio que el que propuso la oposición. Construyó la primera minoría apostando a la unidad nacional, mucho más que la simple y reduccionista dicotomía entre peronismo y antiperonismo. El desafío ahora es construir mayorías con la misma apuesta. Cuenta con elementos para sumar apoyos. 

Razón y emoción de la ciudadanía

La opinión pública está construida, como lo señaló Elizabeth Noelle-Neumann, por las interacciones entre las opiniones privadas; mientras más intensas son ellas, mayor es la presión ejercida por el clima de opinión. Por cierto, éste siempre se construye en base a la emergencia patente o latente del miedo colectivo.

La decibilidad de UP supo exponer correctamente las falencias, falacias, incoherencias e imposibilidades de las propuestas de la extrema derecha. Algunas declaraciones y actitudes de Javier Milei y otros líderes del espacio esparcieron preocupación, incertidumbre y miedo en la ciudadanía argentina. No hubo técnicamente una campaña del miedo por parte del oficialismo; una parte del electorado reaccionó (emocional y racionalmente) contra el tipo de sociedad que propuso Milei. No operó un miedo indeterminado; por el contrario, algunos argentinos y argentinas entendieron que los problemas del país no se resuelven destruyéndolo tal como propone absurdamente la Libertad Avanza. Toda la andanada agresiva, y a veces delirante, de las últimas semanas de la campaña fue la exacerbación de esa idea. 

Max Weber advirtió también que la falta de responsabilidad es lo que produce a los jefes mesiánicos. Milei intenta presentarse como eso. Ha tenido relativo éxito en tanto una parte de la ciudadanía cree en los mesías que salvan naciones. La historia universal está plagada de este tipo de líderes que aparecen en contextos de crisis y se erigen como los únicos salvadores de las comunidades donde son llamados a actuar. Sus finales suelen ser, casi siempre, trágicos. 

Reconfiguraciones electorales y nueva hegemonía política

Los resultados de las elecciones generales han introducido también novedades políticas. Esquemáticamente hablando, hubo ganadores (los dos espacios que entraron al balotaje) y especialmente un perdedor. Reconocemos en este último a Juntos por el Cambio y la fase de crisis en la que ha entrado.

Prima facie, se observa una dificultad muy grande para sostener la coalición. El espacio cometió muchos errores. El principal, quizás, haya sido haberse quedado sin su razón de ser. Al estructurar su propuesta y discurso exclusivamente en oposición al peronismo no pudo desarrollar su propia identidad. Es un error pensar que falló su campaña. Lo que falló fue la propia constitución del espacio. Con todo, es una fuerza que tiene gobernadores y, en ese sentido, poder institucional. Como en general ocurre en política, no hay que darla por muerta aun cuando tenga que sortear la prueba de no participar en una segunda vuelta electoral y reconfigurarse tras la feroz interna que vive por estos días. 

Del otro lado quedó la Libertad Avanza que deberá enfrentar al peronismo en el balotaje. En su discurso público, tras conocerse los datos de los comicios, Milei trastocó su semántica original y revirtió su propia identidad para seducir a los votantes de Juntos por el Cambio a través de la apelación a algunos de sus dirigentes. Fue un movimiento rudimentario y hasta torpe basado en la creencia de que los votos se traccionan automáticamente desde los espacios. Como si todo se tratase de una mera aritmética que suma puntos y los acuerdos cupularios son garantía única de caudales de votos. El acuerdo de cúpula debe acompañar una preexistente corriente de opinión de la sociedad. En cualquier caso, mi opinión es que este espacio yerra otra vez el camino: se trata de una regresión a formas conductistas y obsoletas que en los escenarios actuales ya no funcionan. 

Es evidente que Milei desconoce la praxis política. Es probable que la llegada de Macri a su espacio reponga allí algún tipo de racionalidad. En todos los casos, se trata de introducir componentes de la fuerza de derecha que el propio Macri armó y que representa: el capital financiero y la corporación judicial.

Por su parte, en el contexto de un frágil escenario socioeconómico, Massa propuso unidad nacional bajo el principio de construcción de una nueva hegemonía política con vértice en él. De cara al balotaje, se encuentra mejor posicionado que su contrincante no sólo porque nuestro último sondeo nacional (23-25 de octubre) revela que lidera la intención de voto sino además porque ya demostró que tuvo la capacidad de exponer su desacuerdo con aquellas posiciones opuestas al consenso democrático y a la necesidad de un Estado de bienestar. Esa agenda le permitió, sin dudas, el triunfo en las generales. 

La dirigencia responsable deberá estar, ahora, a la altura de las circunstancias y responder a la convocatoria de Massa. Es cierto que los hombres y mujeres, como lo advirtió Aristóteles, somos animales políticos pero en el capítulo dieciocho de El Príncipe, Nicolás Maquiavelo también escribió “los que hacen sólo de león no entienden nada”.

Acerca de la autora / Marina Acosta

Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Docente e investigadora de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Coordinadora del Grupo de Estudios de Comunicación Política en América Latina del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC, Universidad de Buenos Aires). Directora de Comunicación de Analogías.

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