Notas

DICTADURA Y VACACIONES

El Marquesado

Por Guillermo Daniel Ñáñez

Las ruinas de un fastuoso proyecto de la dictadura siguen rodeadas de misterios y secretos. Los experimentos turísticos de los militares en un balneario que era el lugar de reunión de grupos de paramilitares asesinos de la ciudad de Mar del Plata.

Los caminos nos conducen a lugares insospechados. Fue de forma casual que tomé contacto con la historia de El Marquesado. Un balneario oculto ante los ojos de todos.  Un experimento turístico vinculado hasta el día de hoy a la dictadura. Estos malditos caminos me llevaron a buscar “El Marquesado Country Club, Terrazas sobre el Mar” y compartirlo con quien quiera leer estas historias. Lo que queda del lugar abandonado hace sospechar que tenía tres grandes terrazas linderas al océano Atlántico, cubiertas con arena donde posaban sombrillas y reposeras, y toda esta estructura estaba conectada por dos gruesas escaleras laterales que descendían desde el edificio de la administración, los baños, los vestuarios, una confitería y la oficina principal, desde donde se regenteaba todo el complejo.

El turismo de playa a lo largo del corredor marítimo bonaerense presenta una diversidad de asentamientos turístico-balnearios: Mar del Plata fundada oficialmente en 1874 como centro neurálgico, espacios históricos como Necochea y Miramar hacia el sudeste y fundadas a fines del siglo XIX, sitios de notorio crecimiento desde mediados del siglo XX como Pinamar y Villa Gesell hacia el nordeste, los nuevos desarrollos como Mar de las Pampas y Mar Azul funcionalizados desde el siglo XXI y los balnearios de menor rango desplegados en el sudeste (Centinela del Mar, Orense, Reta)

Esos espacios solo tenían como objetivo la utilización de la arena. Dice el mejor Sebreli que: “Desde 1886, las vacaciones en Mar del Plata constituyen una ceremonia ritual de la alta burguesía argentina. A partir de 1934 la clase media participa igualmente de la ceremonia, y desde 1946 comienza a hacerlo la clase obrera […] El concepto de ocio represivo…Cuando los elementos sexuales son introducidos en la publicidad comercial, en el cine, en la televisión y, en el caso que nos interesa aquí, en la industria del turismo, no significa que el erotismo haya extendido su dominio sino que se lo ha convertido en mercancía, en valor de cambio, al servicio de los grandes intereses de la sociedad capitalista”.  A esto sería interesante agregarle lo que decía Michel Foucault: “La vida se convirtió desde entonces, a partir del siglo XVIII, en un objeto del poder. La vida y el cuerpo. Antes sólo había sujetos, sujetos jurídicos a los cuales se podía retirar los bienes, la vida también, por lo demás. Ahora hay cuerpos y poblaciones. El poder se hace materialista. Deja de ser esencialmente jurídico. Debe tratar con esas cosas reales que son los cuerpos, la vida. La vida entra en el dominio del poder: mutación capital, una de las más importantes, sin duda, en la historia de las sociedades humanas”.

El Marquesado, por su forma de control sobre cuerpos en ocio, se inscribe en una manifestación geográfica de lugar/no lugar. ¿Entre el cemento descansan los cuerpos de los detenidos desaparecidos y sobre ese mismo cemento descansan los cuerpos de los veraneantes en los principios de la dictadura? El Marquesado es la marca de un sitio fronterizo que intenta imponer una nueva argentina, la que había logrado hundir, ocultar la revolución y a los revolucionarios de la década blindada.

El director de cine Pablo Reyero, autor del film La cruz del Sur dice: “En esa época, los milicos se mezclaron con policías, los chorros se hicieron informantes y se metieron en toda clase de negocios. Ese balneario, donde transcurre buena parte de la película, es un fosa común de desaparecidos nunca denunciada […] Los milicos lo hicieron entre el ‘76 y el ‘77. Es un agujero abierto a fuerza de dinamita en la zona más alta de acantilados, a cinco kilómetros de Chapadmalal. La gente del lugar dice que dinamitaron cuerpos con las rocas, y después sellaron con hormigón armado. Y eso se siente cuando estás ahí. De hecho nos costó muchísimo habitar y salir de ese lugar. La muerte se respira”. En el suplemento “No” de Página 12 del jueves 19 de febrero de 2004 dice: “Las manifestaciones de la naturaleza transforman las características de los personajes”, dice Reyero. “A la manera de Herzog”, dice, aunque después diga que se siente cerca de Pizza, birra, faso y Bolivia de Adrián Caetano. El mar tiene crueldad natural: es fuente invisible de vida y de peligro. ¿Hay distintos mares? “Hay distintos males”, responde Reyero. El autor recuerda un viejo tema de Don Atahualpa Yupanqui llamado “Huella Triste” que en una de sus partes dice: “No se ve la Cruz del Sur /en las noches de tormenta. /Hay que mirar dentro de uno/para encontrarla a la huella”.

Hasta aquí podría ser un mito urbano, si no fuera que quienes tendrían que hablar sobre los lugares de exterminio no lo hacen. Pero los pobladores sospechan. La fecha. El lugar. El ejército. La dinamita. El mar. Existe una marca en una de las escaleras “12/2/76”. ¿Qué habrá pasado por esas épocas? ¿Qué es el Marquesado?

Si se consulta la agencia de recaudación de Arba, figura la empresa Sierra Leona SACIFA de 2012 a 2013 con una deuda por la propiedad en Gral. Pueyrredón de $127.000,62 en una propiedad de 450 metros. Edificados en una superficie de 20.682 mts2 empezaron su actividad el 3 de marzo de 1974. Osvaldo Alejandro Morales era titular de la firma Sierra Leona Sociedad Anónima Comercial Industrial Financiera y Agropecuaria que construyó El Marquesado sobre tierras fiscales ubicadas frente a la costa marítima entre la Ruta 11 y el Océano Atlántico, distante 39 kilómetros al Sur de la ciudad de Mar del Plata, partido de General Pueyrredón. En el Decreto Provincial N° 6336/75 para la ejecución de las obras, la firma interesada expresa que tales instalaciones serán donadas a la Provincia una vez finalizada la obra. Sin embargo, Morales hizo gestiones ante el Director de Turismo Tte. Cnel. Alejandro M. Molteni para que la provincia le concediera la explotación por 20 años, lo que le fue denegado. El Marquesado se inauguró el 15 de noviembre de 1977. La financiación estuvo a cargo del Banco de Crédito Rural Argentino, una institución bancaria muy relacionada a la dictadura y a la llamada “plata dulce”.

Aún se conserva la placa fundacional que dice: “Estas obras han sido realizadas con el esfuerzo y la bendición de obreros y empresarios argentinos. Constituyen una muestra de las posibilidades del país cuando se armonizan la imaginación, la audacia y la responsabilidad, con el fervor y la capacidad puesta al servicio de la comunidad. Expresamos nuestro profundo agradecimiento a los medios de información, instituciones, profesionales, trabajadores y a los que nos alentaron a confiar en nosotros.” Plaqueta fundacional de El Marquesado” 27 de mayo de 1978.

La publicidad oficial de su inauguración decía: “El Marquesado Country Club cuenta en su complejo urbanístico con piletas de natación, minigolf, parque infantil y centro comercial. Esta obra está considerada como la más importante en su tipo en América Latina y se encuentra en la proximidades de Chapadmalal.

Los informes secretos de los servicios de inteligencia de la Prefectura incorporados a la causa de la CNU por la Comisión Provincial por la Memoria de la Prov. de Buenos Aires dicen: “debe mencionarse el parte secreto de Prefectura en el que se documenta que el día 2 de enero de 1977 se reunieron en  el “Marquesado Country Club”, 50 miembros de la C.N.U. de Mar del Plata y de otros puntos del país. Que allí se advierte la presencia de Gustavo Demarchi, de quien suministran todos sus datos filiatorios, y de Mario Durquet, Federico Delgado y Ramón María González, entre otros”.     El juez Roberto Falcone, quien en 2000 inició una causa contra integrantes de la denominada Concentración Nacional Universitaria (CNU) por delitos de lesa humanidad, manifestó: “luego de cometer numerosos delitos en 1975, en 1976 “esta gente pasó a trabajar bajo la protección de los grupos de tareas de las fuerzas armadas” y reveló que, según informes reservados, “en enero de 1977, cuando estaba prohibida todo tipo de asociación o de asamblea, reunió toda CNU en el Marquesado para implementar los cursos de acción”.

Por su parte Claudia Bellingeri, directora del Programa de Justicia por Delitos de Lesa Humanidad de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), quien dio cuenta del trabajo de peritaje realizado en base a los archivos de la ex DIPBA (la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que funcionó entre 1956 y 1998), dice: ““Existen legajos donde existe vinculación entre miembros de la CNU con el Ejército, con el GADA, con miembros de la Side, también de la Policía Federal y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, incluso con rectores de Universidad, que contrataban miembros de la CNU para tareas de ‘seguridad’ del edificio”. Aclaremos que el GADA 601 (Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601) está a pocos metros de El Marquesado.

Caminar hoy por las ruinas de este balneario, donde las olas retumban de soledad, un lugar devastado por el tiempo y la sal, nos debe llamar a reflexionar sobre la cantidad de historias escondidas. El Marquesado, paradójicamente, está desapareciendo bajo las mareas del mar, las paredes llenas de grafitis, el techo es el cielo abierto, se respira humedad, en la playa bloques de cementos con los hierros retorcidos por el óxido y el vandalismo hizo lo suyo. Quedan las placas oficiales derruidas y el símbolo de la ignominia, aquella corona arrogante y feudal, sólo trazos de un tiempo oscuro y siniestro que debemos recordar. En “El Marquesado” todo es ausencia.

Acerca del autor/a / Guillermo Daniel Ñáñez

Guillermo Daniel Ñáñez
Profesor en Historia. Especialista Superior en Historia -UTN- 2007. Magíster en Derechos Humanos y Democratización para América Latina -UNSAM- 2012. Periodista. Investigador. Miembro de Historia a Debate. Integrante del Centro de Estudios “Felipe Varela” (N. Galasso). Profesor de la Universidad Nacional “Arturo Jauretche” -UNAJ-. Director de Derechos Humanos, Municipalidad de Florencio Varela.

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