La historia del pensamiento económico latinoamericano suele estar desvalorizada. En los manuales y en los programas con los cuales se dictan los distintos cursos, notablemente en las universidades tradicionales latinoamericanas, que de por sí tienen una tendencia conservadora, tienen un sesgo por el cual el único pensamiento “científico” y por tanto “verdadero” es el originado en el centro hegemónico (los EEUU y Europa). Es aquí donde se evidencia claramente la colonialidad del poder, según la propuesta de Aníbal Quijano. La interpretación de la realidad económica sólo puede ser hecha con las lentes elaboradas en el centro de Occidente.
Marcelo Diamand sostuvo en varios de sus escritos que la problemática de la economía argentina y latinoamericana era consecuencia de un divorcio entre la ideas y la realidad. Las dos corrientes principales de la teoría económica, cuyas bases nacen entre el siglo XIX y mediados del XX, la síntesis neoclásica y el keynesianismo nacidos de un sujeto histórico, el europeo-, no son adecuadas a la interpretación de las regiones y países cuya historia social y económica es el resultado del sistema colonial -y por lo tanto, con ausencia de aquel sujeto.
Como señala Diamand: “Lo dicho no se refiere meramente a la Argentina. La pugna entre las dos corrientes económicas divorciadas de la realidad se reproduce en muchos países similares y el análisis de la situación argentina, en una gran medida, puede aplicarse a ellos”. Y en un trabajo posterior daba una explicación del efecto sobre el conocimiento de nuestras realidades: “El retraso en el pensamiento respecto de la realidad se debe a que en los países industriales que son lo que más influyen en la formación de las teorías económicas, la restricción externa suele ser de carácter pasajero y por tanto suele interpretarse como un mero disturbio de la “normalidad” económica.”
En otro trabajo, en el cual he colaborado, que fue presentado en la XXIII reunión anual de la AAEP, reafirma: “Hay que tomar en cuenta que las doctrinas económicas son importantes armas en la lucha por el poder económico.(…) Las ideas también reflejan los intereses de los grupos dominantes de los países en los que han sido creadas. Dado que nosotros, a través de las universidades y de los libros de texto, importamos teorías e ideas, frecuentemente les damos prestigio y status a aquellas que los grandes países industriales han generado a través de años como defensa de sus intereses y, muchas veces, en desmedro de los nuestros”.
Por último, en colaboración con Hugo Nochteff, señala que, ante las clásicas metas del crecimiento económico, crecimiento sustentable, equidad distributiva y tendencia al pleno empleo, abandonadas por la corriente hoy dominante neoliberal, hay que “sostener una alternativa – tanto en lo que hace a los valores éticos como a los sentidos de las políticas económicas- a las corrientes de pensamiento económico más ortodoxa, que, a lo largo de las últimas dos década, han dejado de lado los dos últimos objetivos y, en gran medida, el primero de ellos”.
¿Existe una causa histórica de este “divorcio”? Sarmiento, en el capítulo VI. Revolución de 1810, del Facundo, afirma: “Es inútil detenerse en el carácter, objeto y fin de la revolución de la independencia. En toda América fueron los mismo nacidos del mismo origen, a saber: el movimiento de las ideas europeas. La América obraba así porque así obraban todos los pueblos”.
Galcerán Huguet resume la visión imperante en la Europa revolucionaria del siglo XVIII en relación con la cuestión colonial: “si en Voltaire encontramos un intento de unificar el proceso de formación del «hombre ilustrado», sinónimo de «capitalista liberal», Raynal y sus colaboradores pretenden escribir un relato de la expansión colonial de los europeos basada en el comercio, que ponga de relieve su utilidad para la humanidad, al menos siempre que estas expediciones no se dejen corromper por el carácter monopólico de las compañías dedicadas al comercio exterior y por los poderes excesivos de los gobernantes. (…) su historia pretende ser un arma de denuncia y de lucha contra la tiranía, (…).el texto adquiere tonos de revuelta anticolonial (…)”. La lucha contra la tiranía se confunde con la lucha anticolonial. Esta tesis histórica es la que se impuso en la interpretación de nuestra realidad y fuente del proyecto de la generación del 80.
Desde la historia del pensamiento económico latinoamericano, quien más profundizó y produjo en la búsqueda de una interpretación de la realidad americana fue Manuel Belgrano. En su “Memoria sobre la expedición al Paraguay” señala: “(…) sólo puede disculparlo la ignorancia y la barbarie en la que vivían aquellos provincianos, y las ideas que le había hecho concebir los europeos en contra de nosotros. Confieso que no quisiera traer a la memoria unos hechos que degradan al hombre americano. ¿Por qué habían de hacer eso descendientes de los bárbaros españoles conquistadores?”.
Pierre Chaunu llega decir que la independencia latinoamericana es sólo el producto de conflictos internos de “la España atlántica”. Pero las teorías innovadoras de Belgrano parten de la consideración de las propias necesidades y requerimientos, independientes de la sujeción colonial y no tan sólo como un conflicto interno. En una gran cantidad de sus escritos se puede observar la distinción que hace entre el problema del colonialismo y el de la libertad como criterio para la organización nacional. La libertad tiene que sostener el proyecto anticolonial, es decir, la independencia. Dice Belgrano : “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o perjudican al progreso de sus manufacturas, las lleva tras de sí necesariamente a la ruina de una nación”. Y, complementariamente, en otro de sus trabajos señala: “Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría en favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el común”. Si para Adam Smith el egoísmo individual y su libertad es la mano invisible que ordena la sociedad y la riqueza de las naciones, para Belgrano es necesario armonizar políticamente el bien común con los intereses individuales. Por ello, se hace necesaria una lectura “anticolonial” del pensamiento de Belgrano a fin de sostener históricamente el pensamiento propio latinoamericano.
Diamand y Belgrano fallecieron en la misma fecha, el 20 de junio, con una diferencia de 187 años. Belgrano representa la posibilidad cierta de alcanzar un pensamiento económico propio y comenzar a ser lo que somos. Diamand ¿será la última posibilidad de elaborar un pensamiento propio y dejar de ser lo que no somos?
BIBLIOGRAFÍA
Diamand, Marcelo (1992), “Productividad, competitividad y crecimiento industrial”, revista Ciclos, Año II, Vol II, N°3, 2do. semestre de 1992.
Diamand, M (s/f) “El Péndulo Argentino ¿Hasta cuándo?”, Cuadernos del CERE, N° 1.
Diamand, M, N. Crovetto (1988) La Estructura Productiva Desequilibrada y la Doble Brecha, Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, XXIII Reunión Anual, Vol 2, La Plata.
Diamand, Marcelo y Nochteff, Hugo (1999), La Economía Argentina actual. Problemas y lineamientos de políticas para superarlos. Grupo Editorial Norma, Buenos Aires.
Chaunu, Pierre (1996), Historia de América Latina, EUDEBA, Buenos Aires
Galcerán Huguet, Montserrat (2016), La bárbara Europa. Una mirada desde el postcolonialismo y la descolonialidad, Traficante de Sueños, Madrid.
Quijano, Aníbal (2000) “La colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del poder: Eurocentrismo y ciencias sociales; Perspectivas latinoamericanas, compilado por Edgardo Lander, CLACSO, Buenos Aires
Acerca del autor / Norberto E. Crovetto
Licenciado en Economía (UBA) profesor de Historia del Pensamiento Económico (UNAJ y UndAv), de Historia del Pensamiento Económico Nacional (UNAJ) y Teoría Económica en América Latina (UndAv, CCC de Historia).