Nosotres

MUJERES EN LOS SINDICATOS

Ahora todo cambió, les toca a ellas

Por Mariana Facio

El tweet de Vilma Ibarra planteando la ausencia absoluta de mujeres en la foto de un encuentro gremial que se planteaba como uno de sus objetivos “la perspectiva de género en los sindicatos” abrió la polémica. En esta nota la experiencia de institucionalización de espacios de participación femenina en el Sindicato de los profesionales de las telecomunicaciones 

 

Cuando Mónica Rocotovich habla de su experiencia como primera secretaria de Género del Sindicato de Profesionales de las telecomunicaciones (CePETel), lo hace con mucha naturalidad. Sin embargo, su paso por esa función fue un parteaguas en la historia del gremio. Los momentos en que ella desarrolló esa tarea, entre los años 2011 y 2015, eran difíciles para trastocar organizaciones masculinas y ella lo hizo. Se propuso desoír todo tipo de determinaciones y buscar las maneras de comenzar a establecer las reivindicaciones de las mujeres profesionales en la agenda de su sindicato.

Antes de inaugurar la Secretaría de Género del CePETel, Mónica se encargó del análisis de las cuentas contables de la entidad gremial por casi diez años. A pesar de entenderla como una de las actividades más aburridas de su carrera como Contadora Pública, dejó de lado sus preferencias profesionales y se comprometió a colaborar con la reconstrucción del gremio. 

Fue el 18 de julio de 2002, cuando sintió por primera vez que quería ser parte de todo aquello. Ese día, en los pasillos de su oficina de Jefa de Seguimiento y Administración de Contratos de Telefónica de Argentina S. A. (TASA), escuchó sobre la organización de una asamblea para recuperar el sindicato que había representado al plantel profesional telefónico hasta la década de 1990. Durante esos años, los cambios laborales implementados por la privatización de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) colocaron bajo la categoría fuera de convenio a sus afiliados y afiliadas. La entidad gremial terminó cerrando sus puertas luego de perder su razón de ser. 

A pesar de no haber recibido invitación alguna, Mónica decidió participar de la reunión. No integraba las listas de quienes sufrieron los despidos, las vacaciones forzosas y las suspensiones anunciadas por las empresas de telefonía en el marco de la llamada crisis del 2001. Pero quería que la concurrencia masculina, que imaginó colmando la asamblea, escuchara sus propuestas para afrontar la problemática laboral por la que estaban atravesando. 

Durante aquella jornada, no lograron intimidarla los compañeros con amplia práctica en cuestiones gremiales. Su experiencia de vida y trabajo forjaron en ella certezas que la llevaron a cuestionar ámbitos establecidos por relaciones desiguales de género. Algunas de esas vivencias son las de sus años de crianza. Las imágenes de su madre y su padre realizando a la par tareas dentro y fuera de su hogar la impulsaron a iniciar una carrera universitaria para conseguir su independencia económica. Eran épocas en donde sus amigas o compañeras de estudio soñaban con formar una familia y ser madres. Y aunque Mónica anhelaba las mismas cosas que ellas, esos deseos no le hicieron desdeñar la posibilidad de ejercer su profesión en la ENTel. 

Una mañana del mes de febrero de 1980, leyó la solicitud de aquella empresa nacional en la sección de clasificados del matutino que acostumbraba  comprar. El aviso que pedía contadores y aclaraba “Servicio militar cumplido” no la detuvo, e hizo suya una de las siete vacantes disponibles al superar exhaustivos exámenes de selección de personal junto a setecientos aspirantes. Pero le esperaban más desafíos a afrontar, como ser la primera mujer en la Dirección de Ingeniería, espacio laboral donde sólo los varones del gremio coordinaban el trabajo dedicado al desarrollo de las telecomunicaciones. Fue su desempeño como contadora del área el que sentó precedente para que profesionales que no ejercían especialidades técnicas pudieran comenzar a trabajar en aquel sector.

 

Firma del Convenio CEPETEL – Ministerio de Trabajo

 

Durante la asamblea del 18 de julio del 2002, Mónica volvió a romper con los estereotipos que se esperaban de ella al convertirse en la única profesional en integrar la Comisión Promotora de la Normalización surgida para organizar la recuperación del CePETel. Desde el ejercicio de esa función se descubrió comprometida con compañeros y compañeras que, durante el plan de lucha ideado en conjunto, arengaban la idea de romper con significados que habían instituido el trabajo del plantel profesional telefónico. Por años, el hecho de ejercer sus funciones desde puestos de alta jerarquía y con remuneraciones elevadas, les impidió sentirse parte de una organización gremial. Al asumir la dirección de la Secretaría de Género, Mónica emprendió la tarea de resignificar la mirada que muchas profesionales tenían sobre el sindicato y les propuso pensar su accionar desde sus lugares de trabajadoras. 

Se capacitó para poder establecer políticas y prácticas en equidad de género. Los saberes aprendidos le permitieron dar sentido a aquellas vivencias familiares que la habían impulsado a ejercer roles en el trabajo y en el sindicato, que el imaginario social determinaba como propios de varones. Comprendió que sus experiencias podían ser de ayuda a sus compañeras y se propuso sintonizar con ellas. Estableció diferentes vías de contacto. Las llamó por teléfono, les envió mails, organizó reuniones y consiguió que las primeras compañeras que se animaron a comunicarse con la Secretaría le otorgaran un rol testimonial. Desde sus relatos, Mónica confirmó sus sospechas. Los mismos imaginarios sobre ser mujer que habían jugado en su desarrollo laboral y gremial continuaban condicionando a las profesionales del sindicato. Ellas le contaron acerca de los deseos de avanzar en sus carreras y lo dificultoso que les era acceder a puestos de jerarquía. 

Esos testimonios la motivaron a hacer uso del espacio que las dirigentas obtuvieron a partir de la promulgación de Ley de Cupo Sindical Femenino en el año 2002 y, sintiéndose respaldada por las redes que tejió con sus pares sindicalistas en seminarios, congresos y reuniones, estableció la discusión en el gremio sobre las barreras de género que lo determinaban. Comenzó por proponer que la organización y el desarrollo de las reuniones gremiales debían considerar las tareas de cuidado realizadas mayoritariamente por mujeres, a lo que agregó la urgencia de impulsar reclamos cuestionando la división sexual de las responsabilidades domésticas. 

Logró que sus compañeros la escucharan y seguramente lo hicieron porque, luego de verla participar de la lucha para recuperar el CePETel, la consideraban una más de ellos. Mónica se convirtió en la primera sindicalista telefónica en plantear la ampliación a quince días de la licencia por paternidad en negociaciones de paritarias. Y aunque la demanda fue evaluada como revolucionaria por quienes representaban a las empresas de telefonía, ella posibilitó que se convirtiera en un tema a discutir en futuras reuniones.

Firma del Convenio

 

Su trabajo en hacer cumplir la Ley Nº 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales fue reivindicada en la publicación 2002 – 2012. CePETel. Una utopía hecha realidad que conmemoró los diez años de la recuperación del sindicato. En ella se relata su primera injerencia en el tema, acompañando la denuncia que una profesional presentó ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) en el año 2013, al vivenciar discriminación luego de comunicar su estado de embarazo en su lugar de trabajo. Este hecho inició el relato de una historia del sindicato que no sólo consideraba las prácticas políticas y laborales de los profesionales, sino que comenzaba a visibilizar las acciones de las mujeres del gremio.

Luego de casi quince años, Mónica dejó el CePETel cuando la lista que integraba perdió las elecciones. Justo en ese momento surgía un nuevo ciclo de acciones de los movimientos feministas de nuestro país, iniciado el 3 de junio de 2015 a consecuencia del impacto que había generado el asesinato de la adolescente Chiara Pérez. Al prepararse para participar de aquel primer Ni una Menos, lo hizo sin darse cuenta de que era uno de los últimos eventos al que concurriría como dirigenta. Mientras se movilizaba junto a sus compañeras sindicalistas por el centro de la Ciudad de Buenos Aires, se dejó llevar por la marea de centenares de mujeres diversas que tomaron las calles. Rodeada de ellas se sintió plena. Dejaba su cargo en el sindicato luego de haber contribuido a despejar el miedo que mantuvo en silencio a mujeres víctimas de la violencia machista. Y frente al Congreso Nacional se detuvo a pensar: “Ahora todo cambió, les toca a ellas”.

Acerca de la autora / Mariana Facio

Docente e investigadora – Facultad de Ciencias Sociales – UBA

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