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EDIFICIOS DE LA UNAJ

Alcira Argumedo. Entre las voces de América Latina

Por Roberto Berrozpe

El lunes 18 de agosto a las 12 horas. el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de nuestra universidad asignará a su edificio el nombre de la destacada intelectual argentina.

Cada edificio de la universidad Jauretche tiene una placa que lo nombra. Personajes diversos.  El eco de esas vidas configuran los sentidos de la universidad. Los porqués que flotan en el aire de nuestra identidad.

En rojo el edificio Alcira Argumedo

Alcira Argumedo (1940-2021)

Hay una generación que se formó en el cruce del compromiso intelectual teórico profesional y las luchas populares por la liberación nacional y la justicia social. Eran los tiempos de la Resistencia Peronista. Esta generación, que se declaró hija y discípula de intelectuales como Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, José María Rosa , Juan José Hernández Arregui, John William Cooke, Rodolfo Puiggrós, entre otros, señaló que en los líderes e intelectuales que lideraban los movimientos populares de América Latina y el Tercer mundo se condensaba una matriz teórica social autónoma que recuperaba el pensamiento popular latinoamericano y que estaba llamada a ser la clave que alumbrara los nuevos horizontes de las naciones latinoamericanas.  Así, levantaron las figuras de José de San Martín, José Gervasio Artigas, Simón Bolívar, Lázaro Cárdenas, Haya de la Torre, Juan Domingo Perón, Mao Tse-Tung, Frantz Fanon, entre otras, en las cuales se conjugaba un compromiso con las clases sociales más postergadas y el desarrollo nacional.

Entre estos intelectuales que abrazaron la causa nacional con profundo compromiso con la justicia social, en los años ‘60 y ‘70, en momentos en que el peronismo era perseguido y reprimido por los sectores conservadores, podemos nombrar, entre otros, a Horacio González, Ernesto Villanueva, Amelia Podetti, Susana Checa, Roberto Carri, Rolando Concatti, Norberto Wilner, Gunnar Olson, Norberto Habegger, Juan Pablo Franco, Fernando Álvarez, Enrique Pecoraro. Ellos supieron conjugar su formación académica y su realización profesional con una militancia social y política.

Alcira Argumedo fue una de las mujeres más destacadas de esta generación. Nació el 7 de mayo de 1940 y se crió en un hogar de clase media alta a las afueras de Rosario. Su padre era médico pediatra; su madre, ama de casa con tres hijos de un matrimonio anterior. Desde pequeña, Alcira se destacó por ser una gran deportista: a los 12 años se consolidó como una nadadora de competición, logrando consagrarse campeona y establecer récords provinciales en el estilo crol y pecho. Su destreza la convirtió en parte del seleccionado juvenil de la Argentina; como en Rosario no había pileta climatizada se trasladó a Buenos Aires a entrenar para los Juegos Panamericanos. Su traslado definitivo ocurre en 1959; al término de sus estudios secundarios, Alcira se muda a la Capital para ingresar en Sociología, carrera recientemente fundada en la Facultad de Filosofía y Letras. Es allí donde conoce y se hace amiga inseparable de Susana Checa, con quien se adentra en el mundo universitario.  

También en la facultad conoce a Gunnar Olson, quien sería su futuro marido. Unos años antes, Gunnar, que era vecino de la familia Scalabrini Ortiz, había establecido una amistad muy cercana con el autor de El hombre que está solo y espera y su hijo mayor, con los cuales iba a pescar y cazar. Cuando Gunnar le presenta su familia a Alcira, le abre una puerta a través de la cual conoce una mirada crítica del trasfondo social argentino, la lucha de los trabajadores y el peronismo, el “subsuelo de la patria”. Esto produce en Alcira, que venía de una familia acomodada y antiperonista, uno de los giros más importantes de su vida.

Hay muchísimas anécdotas de su paso como estudiante universitaria. En 1962 se realizó un acto de protesta de los estudiantes en la materia Metodología de la Investigación en la que Alcira tuvo una participación activa. Un grupo de alumnos, inspirados en la obra La Imaginación Sociológica de Wright Mills (1959) alzaron la consigna “contra el empirismo abstracto”, denunciando que la propuesta metodológica de la materia desvinculaba la teoría de las realidades sociales nacionales. En una entrevista Alcira también recordó la conmoción que le produjo en 1961-1962 un encuentro entre Gino Germani (director de la carrera de Sociología), Torcuato Di Tella y un ignoto cura colombiano. En el transcurso del evento, Germani desarrolló su mirada funcionalista, que se enfocaba en las consecuencias para nuestras sociedades del paso de la sociedad tradicional a la moderna y Torcuato hizo señalamientos rimbombantes. Para Alcira, podía “esperarse cualquier cosa de él, era inimputable”. Hacia el final de la disertación fue el turno del cura. Este se paró y expresó a viva voz: “En Colombia el 80% de la población está en condiciones de pobreza, ese es el problema que debe abordar la sociología”. Este señalamiento cambió lo ocurrido hasta entonces en el encuentro; la palabra y la cadencia de las frases del cura generaron un éxtasis en la audiencia. Al señalar los verdaderos desafíos de la sociología, el público presente quedó profundamente impactado. El cura era nada menos que el sacerdote y sociólogo colombiano Camilo Torres. A partir de este evento —recordaba Alcira-, las nuevas generaciones de estudiantes comenzaron a reclamar por la incorporación de nueva bibliografía y a vincular la carrera con los problemas reales de la población nacional. 

Alcira contaba que su formación no había estado solamente centrada en la propuesta académica de su carrera, sino que al mismo tiempo se abocó apasionadamente a una formación extrauniversitaria, al calor de su compromiso militante y del drama social que sufría América Latina. Conformó grupos de investigación y lectura, en los que conjugó los clásicos de la sociología, Marx, Weber, Gramsci; principalmente, con los pensadores nacionales, dirigentes y protagonistas del tercer mundo: Frantz Fanon, Juan Domingo Perón y Mao Tse Tung, entre otros. 

El compromiso social de Alcira no se agotó en la elaboración de una teoría social latinoamericana sino que, al igual que gran parte de su generación, pensó que no se trataba sólo de señalar los problemas sino de construir las alternativas. Esto la llevó a tener una militancia social y política comprometida y a vincularse con los sectores populares. Uno de los barrios en los que participó activamente fue el Kolynos, en Quilmes, sur del conurbano bonaerense. 

En 1968, como consecuencia del éxodo de profesores luego de la “Noche de los Bastones Largos” en la dictadura de Juan Carlos Onganía, se forman las llamadas Cátedras Nacionales, una experiencia que involucró a gran parte del grupo de pertenencia de Alcira, una nueva generación de sociólogos, filósofos y curas del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. 

En esta experiencia universitaria se puso en juego gran parte de la propuesta que venían elaborando Alcira y otros grupos militantes, centrados en un cuestionamiento de las tradiciones intelectuales de Europa y Estados Unidos y proponiendo la elaboración de una matriz de pensamiento latinoamericano autónoma. En las revistas Envido y Antropología para el Tercer Mundo fueron publicados parte sustancial de sus trabajos. Una de las cuestiones centrales que se propusieron fue “recuperar la potencialidad teórica de concepciones que habían impregnado la vida y la trayectoria de las clases populares latinoamericanas, pero cuya validez conceptual era negada en los claustros académicos”. La experiencia duró hasta 1971; el grupo se disolvió por diferentes compromisos asumidos por sus integrantes y por la persecución militar. Lo que no les impidió pasar a participar más activamente en la vida política argentina. 

Alcira anotó como síntesis de la experiencia de las Cátedras Nacionales que el pensamiento crítico debe ser colectivo, transdiciplinario y tener una mirada histórica, ya que nos permite tener una mirada global de las ciencias y su contexto, y a partir de ello, señalar los desafíos y los posibles caminos de la emancipación del Tercer Mundo. 

En 1969, al ganar su cargo por concurso docente cobra los sueldos adeudados, lo que le permite contar con dinero suficiente para viajar a conocer a Perón. Se entrevista en cinco oportunidades durante cuatro horas, en un mano a mano con el General, que estaba muy interesado por el accionar de los jóvenes universitarios peronistas, ya que durante su gobierno los estudiantes se habían opuesto al gobierno; y en este nuevo contexto resultaban esenciales para su revolución. 

Alcira contó que Perón le resultó una persona sumamente cálida, que se ponía a tu altura y te hacía sentir una cercanía muy importante: “a los diez minutos sentías que estabas hablando con una persona que conocías hace años”. Una de las claves centrales que rescató de esos encuentros fue que “pensar la política nacional sin tener en cuenta el contexto internacional es hacer política parroquial. Siempre hay que saber cuáles son las estrategias y las dinámicas que se están planteando a nivel internacional para poder ver cuál es el papel del país y las posibilidades de desarrollo”.

Ese mismo año ingresó a trabajar en el recientemente creado Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) donde, junto a otros profesionales, desarrolló un estudio sobre la estructura socioeconómica de la Argentina.

El periodo 1968-1972, en Argentina y en América Latina, fue de muchísima efervescencia, de fuerte activismo social, político, académico y cultural. Se fueron consolidando diversos grupos político-culturales como Cine Liberación (Pino Solanas, Octavio Getino) que filmaron La Hora de los Hornos y los Documentales de Puerta de Hierro, dos películas que resultaron trascendentales para la formación de miles de militantes. Alcira participó activamente en los equipos de difusión, que se encargaban de proyecciones  clandestinas debido a la violencia represiva de la dictadura.   

Hacia 1973, con la vuelta de la democracia y el triunfo del peronismo, Alcira fue nombrada secretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires en el gobierno de Oscar Bidegain, aunque esto no la alejaría de la universidad, con la cual seguiría conectada; fue una figura central en la creación del Instituto del Tercer Mundo “Manuel Ugarte”.

En las décadas del ‘50 al ‘70 se producen las revoluciones del Tercer Mundo que tocaron intereses importantes de las potencias mundiales. Frente a ello, se produjo una restauración conservadora, impulsada por los países “centrales”, principalmente EEUU, que instigaron una serie de golpes de Estado (Bolivia, 1971; Uruguay, 1972; Chile, 1973; Perú, 1975; Argentina, 1976) que venían a imponer con represión un nuevo orden mundial mediante la desaparición, asesinato y exilio de gran parte de esta generación. 

En 1976 Alcira es despedida del INDEC; antes había sido expulsada de la universidad. Se oculta durante dos años en las afueras de Rosario hasta que logra exiliarse en México donde continuará con su compromiso teórico y político participando en el Instituto Latinoamericano de Estudios Trasnacionales (ILET). En este instituto se congregaron una multiplicidad de intelectuales exiliados de diferentes países latinoamericanos. Participa activamente en el proyecto “Nuevo Orden Mundial de la Información y las Comunicaciones” en la UNESCO como asesora de los delegados latinoamericanos Juan Somavía Altamirano, futuro Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y Gabriel García Márquez, futuro Premio Nobel de Literatura. Alcira señaló que su preparación, una mirada integral de las ciencias sociales e históricas, legado de su experiencia en las Cátedras Nacionales, le permitió realizar los informes para los delegados latinoamericanos. De esta experiencia publicará en 1983 su libro Los Laberintos de la Crisis. América Latina: poder transnacional y comunicaciones.

La vuelta de su exilio en 1983 significó un momento doloroso para Alcira, ya que tomó dimensión de la tragedia y del genocidio social que había implicado la dictadura militar. Como contracara se produjo el reencuentro con su país y los sobrevivientes. Será el momento de la crítica del proceso dictatorial, la denuncia del endeudamiento externo y la destrucción de la industria, que dejó a la Argentina postrada y a su pueblo sometido a una miseria planificada.

Desde entonces, la pasión y compromiso desplegado por Alcira la llevaron a cumplir una diversidad de papeles, entre los que podemos destacar: Directora de la Sede Buenos Aires del Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET); miembro de la Comisión para la creación de la Carrera de Comunicaciones en la Universidad de Buenos Aires; Titular de la cátedra Teoría Social Latinoamericana en la Facultad de Ciencias sociales (UBA); investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En 1987 publica un nuevo libro, Un horizonte sin certezas. América Latina frente a la revolución científico-técnica.

En la década de 1990, durante lo más crudo de la noche neoliberal, en tiempos de pensamiento único, de fin de la historia augurado por los profetas del establishment mundial, Alcira da cuenta de la integralidad de su compromiso intelectual: a 500 años del inicio de la conquista y colonización del continente publica su obra central Los silencios y las voces de América Latina. Notas sobre el pensamiento Nacional y Popular. Con este libro, se planteó recuperar el legado de las Cátedras Nacionales y dejar un aporte a la teoría nacional y popular. Señala allí que las vertientes teóricas nacionales y populares en América Latina han sido tradicionalmente situadas en el espacio de lo bastardo: 

En la perspectiva oficial de la ciencia, pertenecen a los suburbios del pensamiento, donde se procesan eclecticismos viscosos e intrascendentes. Por el contrario, nuestro objetivo es reivindicar el valor teórico-conceptual de esas vertientes, la existencia de una matriz latinoamericana de pensamiento popular, con perfiles autónomos frente a las principales corrientes de la filosofía y las ciencias humanas”. (Argumedo, 1993)

Alcira planteaba que el pensamiento de Túpac Amaru tenía una “jerarquía equivalente a la de su contemporáneo Emmanuel Kant”; el de Simón Bolívar, José Artigas, Bartolomé Hidalgo y José María Morelos con Georg W. Hegel; José Martí y Leandro Alem con Max Weber (Argumedo, 2003). Con ello daba cuenta de la potencialidad teórica del pensamiento social latinoamericano, la necesidad de su rescate y sistematización en el camino de la emancipación latinoamericana.

Su labor en esos años no solo se centró en la tarea teórica, sino que impulsó y protagonizó la formación de espacios políticos como el Frente Grande y, posteriormente en los años 2000, Proyecto Sur. Trabajó junto a Fernando Pino Solanas en los documentales Memorias del Saqueo (2004) y La dignidad de los nadies (2005). Fue electa diputada nacional en dos períodos, 2007 y 2013. Desde su banca desarrolló una defensa firme de políticas en defensa de los recursos naturales, denunció el saqueo minero, hizo una crítica furibunda a la política petrolera, al extractivismo, al peligro del monocultivo y al oligopolio cerealero, además de la necesidad de recuperar la hidrovía del Paraná y el manejo de los puertos, entre otras cuestiones estratégicas.

En una de sus últimas entrevistas, Alcira señaló el fracaso de la globalización neoliberal, que se expresaba en la aplicación de políticas proteccionistas de los países industrializados del norte; en la crisis del Brexit en Inglaterra; en la emergencia de la cuestión social en Francia y el renacer de las derechas europeas. Remarcó dos grandes amenazas para la humanidad en su conjunto; por un lado, una crisis social y por otro, una crisis ambiental: “de continuar en la misma lógica, con los mismos valores, concepciones y grupos de poder que los impulsan, puede haber situaciones catastróficas”. Denunció que la globalización neoliberal combinada con una reconversión tecnológica salvaje había dado lugar al crecimiento exponencial del desempleo y la pobreza. Para ello citaba los datos para el desarrollo del Banco Mundial y de las Naciones Unidas: un 50% de la población mundial vive en la pobreza, mientras un 20% de la población mundial concentra el 95,5% de la riqueza. Fue categórica frente a las políticas liberales aplicadas en Argentina: “quieren apagar el fuego con nafta”, afirmando que frente a una crisis de demanda impulsan la precarización laboral, la caída de los salarios, la pérdida del poder adquisitivo de los jubilados, esto solo sigue generando pobreza y va rumbo a una crisis social brutal; un 80% de la población queda excluida. La política nacional debe estar orientada a proteger la industria, la regulación económica, sobre todo del sector financiero y comercial, que son las grandes venas por donde se drena la riqueza y los recursos de nuestro país.

Resaltaba la importancia del sistema público de enseñanza argentino y llamaba la atención sobre los premios Nobel logrados desde nuestra universidad pública y gratuita, valor estratégico para el desenvolvimiento de las potencialidades de nuestro pueblo. 

El 2 de mayo de 2021, a cinco días de cumplir 81 años, falleció en Buenos Aires.

Alcira formó a miles de profesionales y cuadros políticos en diversas universidades de Argentina, México y Venezuela, entre otras, en temáticas como teoría social latinoamericana, comunicación y cultura. Publicó diversas obras y cientos de artículos académicos y periodísticos. Dirigió grupos de investigación en diversos espacios institucionales, como: el Instituto de Investigaciones Gino Germani, el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales y el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Su trayectoria y compromiso fueron reconocidas por diversas instituciones académicas y gubernamentales, nacionales e internacionales.

Alcira Argumedo supo conmover nuestros corazones, convocándonos a un compromiso intelectual que articule el conocimiento científico con la historia de lucha de nuestros pueblos y nos ha dejado un vasto legado para el desarrollo de un pensamiento latinoamericano autónomo que sea la clave para la conquista de viejos y nuevos derechos, la causa nacional.

Acerca del autor / Roberto Berrozpe

Licenciado en Ciencia Política UBA; Especialista en Economía Política FLACSO, Docente de Introducción a la Sociología (UNAJ).

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