La desclasificación de documentos clave permite abismarse en los secretos de la coordinación represiva en América Latina con información sobre los servicios de inteligencia de la dictadura
El mundo de los documentos desclasificados es de interés no sólo para el historiador o la persona curiosa. El acceso a lo que fue escrito en forma ultra secreta, y escondido bajo siete llaves, hace surgir inmediatamente las preguntas sobre cómo, cuándo y por qué sucedió. Mucho más cuando se trata de crímenes que ofenden la conciencia universal y que fueron cometidos por el propio Estado. La reconstrucción de los hechos y la comprensión del período, respondiendo esas preguntas con los documentos en la mano, es un camino imprescindible que acerca a la verdad y que mantiene siempre cierta implicancia política.
RESOLUCIONES SECRETAS
El volumen del buscador[1] de la Cancillería argentina alcanza más de 6.800 documentos, la totalidad de ellos desclasificados entre 2009 y 2015 durante la gestiones de los cancilleres Jorge Taiana y Héctor Timerman.
Dentro de las 425 resoluciones secretas desclasificadas del período 1976-1983 pueden encontrarse gastos reservados, venta de armas, comisiones de servicio secretas, adquisición de material criptográfico y, las más significativas, remiten a los nombramientos de personal militar de inteligencia, designados como cónsules, y destinados a tareas represivas en las representaciones argentinas en el exterior. Vale señalar que, según se comprueba en la descripción de documentos desclasificados de la CIA, el plan de articulación represiva ilegal denominado Cóndor, se estructuró utilizando el correo diplomático de las embajadas, y los consulados, para distribuir información.
Entre los documentos públicos hallados posteriormente a 2015 hay uno en el que vale la pena reparar por su relación con otros documentos que serán reseñados en este escrito. Se trata de 4 páginas con el logotipo de la Cámara de Comercio Argentina – American que reúne representantes de grandes empresas de los dos países. El día 4 de octubre de 1977 al mediodía, en la Av. Broadway de Nueva York, se realizó una recepción en honor del Teniente General Gordon Sumner Jr., jefe máximo de la Junta Interamericana de Defensa, la entidad militar multilateral más antigua del continente, que agrupaba en aquél entonces, 19 países de las tres Américas. En 16 páginas anexas se transcribe el discurso de Sumner.
El alto mando militar expuso durante 20 minutos frente a 144 grandes empresarios, la mayoría recién llegados desde Buenos Aires y fue directamente al punto: el problema de la seguridad continental y la relación entre la Argentina y los EE.UU. Dijo: “no somos un comando operativo” (….)”nuestra misión es actuar como un órgano de preparación y recomendación para la autodefensa colectiva del continente americano” (….) y aclaró que si bien no cuentan “con tropas, barcos, ni aviones asignados, cumplen un rol y han tenido éxito”. Sumner se ocupó de decirles a los empresarios que EE.UU apoyaba al gobierno de la Junta militar y que, si bien el gobierno de Carter a partir de su política de promoción y protección de los derechos humanos había establecido restricciones para la compra de armas y repuestos militares, se las podía saltear, haciendo uso de créditos anteriores o pago en efectivo. El alto mando militar estadounidense fue claro en cuanto al rol de los EE.UU: preparar y recomendar.
DESCLASIFICACIONES DE LOS EE.UU.
La primera gran desclasificación fue el año 2001 a pedido de los organismos de derechos humanos de nuestro país. Previamente, en 1998 y 1999, hubo otras dos de menor importancia a pedido del diario Clarín. Más tarde, llegaron los documentos prometidos por el presidente Obama en su visita a Buenos Aires hasta que, el 12 de abril de 2019 se produjo la última gran desclasificación, con la suma total de 59.000 fojas aproximadamente.
Si bien en todas las entregas existen documentos referidos al Plan Cóndor, articulación represiva ilegal para secuestrar y asesinar opositores, integrada por Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Brasil, en la última desclasificación apareció un documento nuevo con información que no se había conocido antes.
El Plan Cóndor tuvo su base en Buenos Aires, denominada Cóndor 1, indica un documento de 7 páginas de la CIA fechado el 16 de agosto de 1977. En nuestra ciudad se instaló y funcionó el cuartel general integrado por 4 integrantes de cada país miembro más un equipo de reserva (incluía mujeres si hicieran falta, explicita el escrito). El informe señala específicamente el aporte de armas y municiones, explosivos y accesorios, documentación, y el equipamiento electrónico para espionaje y para comunicación. El Centro de Operaciones determinaba el blanco a eliminar y el momento de hacerlo, para lo cual contaban con un equipo de inteligencia y un equipo operativo que se conocían entre sí solamente a nivel de jefes. El documento de la CIA abunda en detalles tales como que contaban con una red propia de comunicaciones provista por Brasil que llamaron Condortel, y que enviaban documentos de un país a otro, utilizando las valijas diplomáticas de las respectivas embajadas y consulados. Todo esto sucedía pocos meses antes que el Teniente General Gordon Sumner expusiera ante los empresarios en Nueva York.
UN DOCUMENTO DESTACABLE
El 4 de diciembre de 2019 Julio Alberto Cirino cumplirá 69 años y muy probablemente circule por las calles de Buenos Aires sin que prácticamente nadie sepa quién es. Según un documento secreto desclasificado, que lleva por título Memorándum de una Conversación, el 7 de agosto de 1979 Cirino fue a la embajada de los Estados Unidos en el barrio de Palermo y se reunió con dos funcionarios para contar lo que sabía sobre los centros clandestinos de detención y exterminio.
El memorándum, de 10 páginas, informa que el visitante es subordinado de los mayores jefes de inteligencia de la represión del país, integran el Batallón 601 y la sub división denominada “Central de Reunión”, que reúne jefes operativos de la represión de ejército, marina, aeronáutica, policía y todas las fuerzas de seguridad. A su vez describe que el Batallón 601 se conformaba de 7 grupos de tareas y una sección analítica. Cirino, que funcionaba como enlace e informante autorizado entre el Batallón de Inteligencia 601 y la embajada de los EE.UU.. contó que él mismo estaba a cargo de grupo de tareas N 7 y que, su señora esposa era jefa de una de las secciones analíticas.
Con respecto a los centros clandestinos de detención y exterminio informa que al momento de su visita a la embajada “entre el 80 y el 90 % de esos alojamientos habían sido cerrados” y que, cuando esos lugares fueran visitados por los miembros del Comisión Interamericana de Derechos Humanos -que llegarían al país un mes más tarde- “no iban a encontrar paredes vacías y espacios sin uso” que podrían confirmar las denuncias de que en esos alojamientos hubo secuestrados, sino que se encontrarían lugares remodelados “oficinas con escritorios y casas habitadas y equipadas”.
En general, los funcionarios diplomáticos son descriptivos en sus informes, brindan particularidades, agregan información de contexto, dan detalles sobre gestos y expresiones, a tal punto que el interlocutor queda presentado como un burócrata que brinda información valiosa y no como un responsable del terrorismo estatal. Julio Alberto Cirino se presentaba en la embajada bajo el nombre de Jorge Contreras y el propio memorándum señala en su inicio “que no es su nombre real sino su nombre de guerra”. Fue recién 29 años más tarde, en noviembre de 2008 que se supo la verdad, cuando Eduardo Luis Duhalde, Secretario de Derechos Humanos de la Nación, a través de una investigación, pudo establecer la relación entre este memorándum que se describe y el legajo de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) a nombre de Cirino, donde consta que prestaba servicios bajo el nombre de Jorge Contreras.
Cirino fue preso en 2008 por este valioso documento desclasificado, pero obtuvo la libertad en 2012. Dijo el juez en su momento que “si bien cumplía funciones en una estructura intrínsecamente ilegal” (….)” no se cuenta con elementos probatorios, que brinden convicción absoluta de que haya realizado los actos prohibidos que se le reprocha”. Es lógico inferir que Cirino concurrió muchas veces a informar a la embajada estadounidense, hasta el momento, no se conocen otros memorándums en los que, Cirino bajo el nombre de Jorge Contreras, describa otros detalles de su participación en los crímenes cometidos durante la dictadura.
Los documentos desclasificados del período de la dictadura militar multiplican su importancia a medida que se relacionan entre sí, y en la medida que consiguen situarse en el contexto real de la época, conociendo el poder efectivo de cada instancia gubernamental y de cada agencia de seguridad, legal o clandestina, de nuestro país o extranjera.
[1] (http://desclasificacion.cancilleria.ar/
Acerca del autor / Marcos Lohlé
Marcos Lohlé trabaja en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Formó parte de la comisión creada para relevar y seleccionar documentos secretos que posteriormente fueron desclasificados. marcoslohle@hotmail.com