Historia

A 5 AÑOS DE LA EXPLOSIÓN DE LA ESCUELA 49

Sandra y Rubén (Parte II)

Por Juan Balduzzi y Ernesto Salas

Las luchas que mantienen viva la memoria de Sandra y Rubén y por el castigo de todes les responsables

INDIGNACION

La tarde del día de la tragedia una muchedumbre se autoconvocó en  la Plazoleta  “Carlos Fuentealba” de Ruta 23 y Autopista y desde allí marcharon al Consejo Escolar. En el acto tomó la palabra Mariana Cattáneo, profesora de Historia y Secretaria General del SUTEBA de Moreno:

“¡Vidal sabe que en Moreno están paralizadas las obras desde diciembre de 2015! ¡Sabe! ¡Se lo dijimos! Se lo repetimos con todas las organizaciones. ¿Qué hicieron cuando les exigimos recursos extraordinarios para atender las necesidades de nuestras escuelas? […] Sebastián Nasif es la cara del ajuste del distrito de Moreno. ¡Bajó los cupos de los comedores escolares! ¡Y no nos dieron una sola respuesta sobre la situación de infraestructura en el distrito! ¡Ellos son los responsables! […]¡Los edificios escolares son responsabilidad del gobierno de la provincia de Buenos Aires! ¡Y estas muertes son responsabilidad del gobierno de la provincia de Buenos Aires y de su desidia! ¡Les decimos basta! ¡No vamos a bancar el ajuste!

No puede evitar el nudo en la garganta cuando la nombra: “…este martes, cuando íbamos a marchar al ministerio de Educación de la Nación, la primer persona que estaba en la puerta del sindicato, esperando, rodeada de bufanda, gorro y una campera que casi no la reconocí [se quiebra] fue Sandra, […] ¡Ella era la primera en pelear, abrir la escuela, dar de comer, enseñar! ¡Y pelear! Y Rubén, un auxiliar excepcional, que además era instructor de un Centro de Formación Profesional, por acá deben estar sus alumnos de carpintería. ¡No lo vamos a olvidar! Enseñaba, trabajaba en la escuela, abría la puerta, cuidaba a su familia, a sus compañeros”.

El dolor y la bronca era tan fuerte —dice Mariana— que nadie se quería ir: “Lo que sucedió ese día es que no podíamos terminar esa especie de acto, la gente no se quería ir, se quedaba en silencio esperando otra palabra y otra palabra. Llegó un momento en que decidimos continuar la marcha al Palacio Municipal. […] y empezó a caer gente, vinieron delegados ferroviarios, de la Bancaria, estudiantes. Todos querían tomar la palabra y decir algo. Y nuevamente hicimos una especie de acto en el que todos tomaban la palabra y nadie se quería ir. […]. Y en el fondo, mientras todo eso pasaba, yo pensaba ‘Qué vamos a hacer con esto’ ”.

En el cementerio, las directoras de las escuelas del distrito se hacen escuchar. Miriam está a cargo de la primaria 36 del barrio La Victoria:

“…esto era algo que se podría haber evitado, todas las escuelas estamos en esta situación de desidia del Estado. En mi escuela empezamos las clases sin comedor. No mandaban la comida. Me cansé de hacer notas al señor Nasif, al avocador. Actualmente tengo una matrícula de 534 alumnos […] Estuvimos con reclamos porque no llegaban las partidas alimentarias. Y cuando llegaron son insuficientes […] Ahí es cuando nosotros tenemos que salir a  pedir donaciones, poner plata de nuestro bolsillo para poder acompañar ese mate cocido que les damos a los niños con algo, porque todos tienen hambre. Y es una rodaja para cada nene. Eso es lo que manda la gobernadora María Eugenia Vidal para los pibes de las escuelas públicas. Que en otras escuelas donde el contexto social y económico es más alto tal vez no se siente. Pero nosotros trabajamos acá en Moreno en escuelas donde los pibes si no comen en la escuela, muchos no comen en la casa. Y es muy doloroso cuando el pibe te repite y te dice “quiero repetir” y vos no tenés para darle. Y lo mismo nos sucede en el comedor […] Y también constantemente estamos recibiendo mamás que vienen con nenes de dos años, de tres años… […] Por eso nos duele y tenemos tanta bronca y tanta indignación. Porque venimos haciendo paros [se quiebra], movilizaciones, marchamos todo el tiempo y nos llaman extorsionadores, vagos ¡Nadie tiene derecho a llamarnos a nosotros vagos! Porque esto que vivimos todo el tiempo es desesperante […] La solución no es tampoco la suspensión de clases. Nosotros queremos que los pibes estén en la escuela, queremos laburar, queremos dar clases en condiciones dignas […] Venimos soportando amenazas, amedrentamientos, presiones, y seguimos sosteniendo la escuela pública. La escuela pública se sostiene gracias a los docentes, a los auxiliares y a las familias de nuestras comunidades. Vamos a seguir en el camino correcto que es pelear por una educación igualitaria, de calidad y con un profundo amor y esperanza. […] Esto no fue un accidente, esto fue lisa y llanamente un asesinato, porque las denuncias estaban hechas”.

MACRI

No fue un desliz, no a esa altura del conflicto político. Fue parte de su sentido común, ese tipo particular de desprecio hacia el otro que le festejó por cuatro años una parte de la población. El viernes 3, apenas veinticuatro horas después de la tragedia, en un acto de entrega de subsidios para jubilados, con la presencia de María Eugenia Vidal, el presidente dijo: “…los préstamos ANSES, porque realmente han sido una herramienta muy buena, recién hablábamos lo que fue para ustedes dos los préstamos ANSES, para arreglar esa habitación que tenemos un problemita, o un escape de gas como le pasó a la vecina…”.¿Tan seguro se creía Mauricio Macri para cometer tal acto de cinismo pensando que alguien se lo festejaría?

LO COLECTIVO

Los gremios tomaron inmediatamente la demanda de los docentes y auxiliares por lo sucedido. El FUDB declaró un paro provincial para el viernes 3 en conjunto con ATE y  convocaron a una movilización en Moreno y se expresó en un comunicado: “hoy la Escuela Pública está de luto”. La CTERA convocó a una jornada de duelo en todas las escuelas del país. El paro y las movilizaciones resultaron multitudinarias en toda la provincia. Ese día hubo otra marcha al Consejo Escolar. Después, en el cementerio Parque del Buen Retiro, Baradel anunció que las clases no se reanudarían en la zona hasta que no se solucionaran todos los desperfectos.

Lo colectivo, cuando es amplio y diverso, suele ser complejo y bastante caótico. En el tiempo que siguió a las muertes se organizaron tres espacios de representación de la comunidad de Moreno. Por la tarde del día posterior a la explosión, las/los directoras/es de las escuelas del distrito se convocaron en una reunión que fue el comienzo de uno de los núcleos donde se debatió lo que había que hacer. Al día siguiente ya eran 300 en la Secundaria 2, en una asamblea que decidió la suspensión de las clases en todas las escuelas del distrito. Por otro lado, las distintas organizaciones de los movimientos sociales se constituyeron en un segundo núcleo organizador, que se reunió originalmente en el local de la CTA, y confluyeron en lo que se conocería como el acampe frente al Consejo Escolar. Un tercer grupo surgió de las calles, del encuentro de las familias movilizadas en cada escuela. Este último tardó un poco más en construir algún grado de organicidad. 

El 4 de agosto, las cámaras callejeras del municipio detectaron que cuatro personas estaban sacando cajas del edificio del Consejo Escolar. Cuando los que hacían guardia en la puerta avisaron que había funcionarios limpiando huellas, los movimientos sociales de la zona, SUTEBA, ATE, las dos CTA, la Corriente Federal de la CGT, la CTEP, el Movimiento Evita, la CCC y otras organizaciones estallaron indignadas e instalaron un acampe de protesta frente al Consejo.

El grupo del acampe mantuvo la movilización de manera permanente. Fue el centro de innumerables actividades de apoyo y de confluencia de las acciones de estudiantes terciarios y universitarios. Una semana después, el 10 de agosto, el SUTEBA se movilizó a la casa de la provincia de Buenos Aires  en la Capital para pedir justicia con la presencia de los familiares de Sandra y de Rubén. Tomó la palabra Roberto Baradel: “Repetimos una y otra vez que estas pérdidas podían evitarse, el Gobierno de Vidal es responsable porque se lo denunciamos una y otra vez, desde Moreno y a nivel provincial. Es imposible que desconozcan nuestros reclamos, Vidal le echa la culpa a cualquiera y no asume la responsabilidad que le compete. Vamos a ir a la Justicia y a demostrar que lo sucedido en la Escuela N° 49 de Moreno fue consecuencia de no escuchar a lxs Docentes y de la desidia del Gobierno Provincial”. El acto lo cerró la orquesta “Raíces”, de Moreno, con una versión del himno nacional.

El difícil proceso de organización de las familias duró entre dos y tres semanas. Primero fueron las asambleas por cada escuela para luego lograr la comunicación entre ellas, hasta que finalmente, en una reunión en el acampe, se constituyeron con el nombre de “Familias por la Escuela Pública” y designaron representantes por cada una de las siete zonas del distrito.

El 3 de septiembre, al cumplirse un mes de la muerte y unos días después de un abrazo simbólico a la escuela 49, una marcha multitudinaria calculada en 25.000 personas reclamó justicia por las calles de Moreno. En los carteles se podía leer: “Desidia, desinversión, falta de políticas educativas del gobierno de la PBA”, “Exigimos que los responsables políticos y penales sean castigados”, “Sandra y Rubén nos enseñaron el camino. Es tiempo de transitarlo”. Después de las palabras de Mariana Cattáneo, se leyó un mensaje desde el escenario: “Al fin y al cabo somos trabajadores y trabajadoras, afectados en mayor o menor medida por un ajuste económico siniestro […] elegimos pararnos frente a la vida […] decidimos no rendirnos. No nos rendimos frente al ajuste de Mauricio Macri, no nos rendimos frente al ajuste de la gobernadora María Eugenia Vidal”.

El acto lo cerró la esposa de Rubén, Mabel Zurita: “El ajuste nos está matando […] cada vez más desocupados. El viernes pasado… [Se quiebra. Se escuchan aplausos y gritos de ¡Vamos Mabel!]…mientras hacíamos la continuidad pedagógica era terrible la cantidad de familias que se acercaban a decirnos que tienen ¡hambre! ¡Los chicos tienen hambre! Nos pedían por favor que arbitremos los medios para conseguirles comida […] Es imposible si no estamos en unidad. Seamos solidarios, luchemos para que esto no vuelva a ocurrir […] ¡No nos dejemos engañar con espejitos de colores! Seamos conscientes cuando tengamos que ir a elegir a las autoridades. ¡Estamos cansados de que nos digan que es mentira lo que los docentes decimos! […] Que nadie más, que ningún compañero más deje la vida en la escuela. ¡Sandra y Rubén! ¡Presentes! ¡Sandra y Rubén! ¡Presentes! ¡Sandra y Rubén! ¡Presentes! Ahora ¡y siempre!”.

ESCUELAS 

En la escuela hay varios murales. En un paredón, uno representa a Sandra y a Rubén, cada uno en una nube, con alas y una aureola sobre la cabeza, como ángeles, los une un pentagrama con notas musicales; más abajo, varios chicos tocan en una orquesta.  Por el trazo y la composición, lo han hecho los chicos de primaria.  Otro muestra una movilización de maestros que sostienen una bandera: “Los únicos vencidos son los que no luchan”. En el centro, imágenes de Rubén, Sandra y Fuentealba. Abajo, un cuaderno del que emerge, como si fuera un árbol con sus raíces hundidas en las páginas, un puño cerrado que sostiene un lápiz. En todo Moreno sus imágenes se multiplican.

Antes de entrar al edificio, una serie de carteles dirigidos a las familias: “ESCUELA SEGURA: servicios cortados (luz, gas y agua). Zonas peligrosas valladas. NO HAY CLASES.” Otro cartel: “ESCUELA ABIERTA: continuidad pedagógica: guardias docentes y de auxiliares; entrega de SAE mercaderías;  SOSTENER VÍNCULOS, jornadas y clases abiertas (alumnos  acompañados por fliar.) NO HAY CLASES”.  En el ingreso de la escuela, maestras corrigiendo cuadernos con las tareas de los chicos sobre una hilera de mesas.  

Silvana Giménez, vicedirectora de la escuela primaria 36 del  barrio de la Victoria, cuenta que están tratando de sobrellevar todo, se encuentran en obra, con el gas, la parte de la electricidad ya fue asegurada, aunque como hay fisuras en los techos “el aseguramiento en alguna parte del edificio saltó, porque las fisuras hacen que se filtre agua”. Todavía les falta la inspección de la parte estructural, tampoco hicieron la de agua,  solamente tomaron una prueba,  y falta también “todo lo que tiene que ver con la señalética, las salidas de emergencia, los matafuegos”. Y les falta la segunda etapa que es la de confort, donde reparan todo lo que deben reparar, lo eléctrico. Respecto a la continuidad pedagógica, en la escuela realizan trabajos individualizados, “pero también tenemos clases públicas en la plaza que tenemos acá enfrente de la escuela, por áreas para que todas las familias puedan traer a sus hijos”.  La mayor parte son familias numerosas.“Estamos,  dándole para adelante con la lucha —cuenta—, ya a tres meses de la tragedia de la muerte de nuestros compañeros Sandra y Rubén”.

Janet Rodríguez, directora de la secundaria 76 de Moreno, que comparte el edificio con la primaria cuenta que, como están en plena reparación, “se dificulta buscar los espacios porque nosotros sólo podemos estar en el patio, en algo que los alumnos llamaron “aulas a cielo abierto”; los días de lluvia “tenemos que interrumpir la actividad pedagógica, vienen y retiran los trabajos y nos quedamos en la galería”. Tienen una organización horaria, los chicos van todos los días, reciben de sus profesores en forma personal los trabajos y la explicación de cómo realizarlos. Al principio se manejaban con fotocopias, pero a las familias les generaba un gasto que no podían solventar y entonces buscaron nuevas estrategias. “Cuando llueve este barrio tiene muchas calles de tierra, entonces los chicos no suelen venir, pero el contacto no lo perdimos nunca. Las familias nos apoyan, hay un grupo de padres que formó una comisión que son nuestros ojos para ver cómo están haciendo la obra, y ellos están hombro a hombro con nosotros[…] estamos programando como terminar el año y ver cómo vamos a reiniciar el próximo, porque nosotros sabemos cómo hacer para recuperar los contenidos y sabemos cómo planificar para situaciones de crisis”.

A partir de que la asamblea de directores decidió suspender las clases hasta que se garantizara la seguridad en los establecimientos, se inició en las escuelas un proceso llamado de “continuidad pedagógica” por la cual los docentes y auxiliares, en mayor o menor medida, garantizaban la continuidad de la enseñanza, dándole tarea a los alumnos para realizar en sus casas y sosteniendo el vínculo con ellos.Pero al cerrarse las escuelas se cerraron también los comedores escolares y los proveedores dejaron de entregar el abastecimiento en un momento en que se había agravado la subsistencia de muchos hogares por la carestía de la vida. La consecuencia fue que muchas familias empezaron a agolparse a las puertas de las escuelas en busca de comida. Como la situación se agravaba, docentes, auxiliares y vecinos empezaron a organizar ollas populares para ayudarlos. 

Hacia fines de agosto, en una zona de Moreno lindante con San Miguel comenzaron las amenazas, primero mediante pintadas de “vayan a trabajar” y acompañadas de volantes. A un grupo de docentes de un comedor le llegó un papel que decía “siguen ustedes”. El 12 de septiembre una docente, Corina De Bonis, denunció que había sido obligada a subir a un auto y que varios hombres le grabaron en el vientre “ollas no”. Otros recibieron amenazas para que “dejaran de hacer política”.

EL COMITÉ

Después de algunas mediaciones, el gobierno de Vidal propuso la formación de un Comité de Crisis con una representación limitada al propio gobierno, el Consejo Escolar, la municipalidad, un representante por el SUTEBA, un representante por ATE y uno por los movimientos sociales. Las organizaciones del acampe rechazaron la idea por considerar que era una maniobra para controlarlo. 

El mismo día en que Corina De Bonis denunció que había sido secuestrada, los directores fueron convocados a un encuentro con autoridades provinciales: “[…] se amotinaron en la puerta del Instituto Superior donde era la reunión, le exigieron a las autoridades que salieran a la vereda y la tuvieron ahí, ocho horas de reunión. Nosotros íbamos acompañando esto, no es que eran actividades promovidas por el SUTEBA […] Y a ese comité que se había propuesto se le impuso que tuvieran representación los directivos y […] las familias por zona y también los estudiantes terciarios. Y que los sindicatos tenían que ser los con representación entre los trabajadores de la educación y entre los trabajadores auxiliares […] Finalmente se convocó una reunión de UEGD y ahí se decidió que esa iba a ser la constitución del comité de crisis”. Después se les sumó una representación de la escuela 49 y los familiares de Sandra y Rubén. Cumplido su objetivo, y después de un agitado debate, las organizaciones sociales decidieron terminar con el acampe frente al Consejo Escolar. En las reuniones siguientes del Comité, cada cual hablaba su propio idioma y no se encontraba una propuesta unificadora. El gremio propuso entonces basarse en los doce puntos de infraestructura del Acuerdo Paritario de la CTERA de 2011, que fue aprobado. A partir de allí, los inspectores de los edificios fueron  controlados estrechamente por las familias y los docentes con el cumplimiento puntilloso de los puntos antes de que les aprobaran la reapertura de los establecimientos

El 30 de octubre, después de tres meses de obras, se reiniciaron las clases en la escuela de Sandra y Rubén. En ese momento 230 escuelas del distrito todavía permanecían cerradas. Fueron pocas las que pudieron reabrir ese año y muchas lo hicieron después del inicio de clases del año siguiente.

De allí en más, todos los segundos días de cada mes existió una jornada de lucha y concientización con concentración y acciones de protesta. Festivales, representaciones, performances, murales. Sandra y Rubén fueron recordados cada mes en la Plazoleta “Carlos Fuentealba”. Fueron tribunas de reclamo por justicia con la participación de docentes, padres y pibes. En julio de 2019, el Concejo Deliberante de Moreno declaró a la fecha del 2 de agosto como “Día en defensa de la Escuela Pública digna y segura”. Los docentes, padres y familiares estuvieron presentes.

La fiscalía circunscribió las responsabilidades localmente y acusó al gasista Cristian Ricobene de homicidio culposo agravado, y a Sebastián Nasif, Mónica Berzoni y Jorge Galián del delito de incumplimiento de deberes de funcionario público. Se encuentran a la espera de la realización del juicio oral.

MEMORIA

La movilización avanza por las calles de Moreno. Al frente, un cartel de color negro, con letras blancas, expresa el dolor: “La educación pública está de luto”. 

“Esto también marca y no por una cuestión corporativa sino por una cuestión…se murieron…ahí  hay algo para nosotros como distinto, lo que pasó con Sandra y Rubén. Porque lo de Fuentealba […] fue una represión en la calle, ¡pero pensar que alguien puede morirse en la escuela! Nunca pensamos yo voy a la escuela y me puedo morir adentro. Aparte se podrían haber muerto 300 pibes. […] Para la comunidad también fue muy fuerte porque entendió que cuando nosotros decíamos que la situación de infraestructura era grave…cuando mueren Sandra y Rubén, y empezamos todos, con los padres de todos los distritos, porque los padres también dijeron: ¡Epa! ¿Mi hijo puede morirse en una escuela? Desde ahí hubo una cosa muy fuerte de empezar a mirar a la escuela como un lugar de peligro. Hubo 1500 escuelas que tuvieron que suspender las clases porque estábamos en peligro. Lo que decíamos no era mentira. Terriblemente, era verdad”.

¿JUSTICIA?

La fiscal Gabriela Urrutia elevó la causa a juicio en 2019. Tramita en el Tribunal en lo Criminal Nº 4 de Mercedes. Luego de cinco años, el juicio oral comenzaría en la segunda quincena de agosto de 2023. Los imputados son el gasista Cristian Ricobene, el entonces interventor del Consejo Escolar Sebastián Nasif y dos consejeros. La movilización reclamando justicia fue constante durante los cinco años que transcurrieron desde el momento de la explosión. El 3 de julio pasado, un “trenazo” (movilización en tren a Mercedes) volvió a reclamar que también sean imputados el ex director de la DGCYE, Gabriel Sánchez Zinny y la ex gobernadora María Eugenia Vidal como “responsables políticos directos de la intervención de Consejo Escolar al momento de la explosión de la EP N°49 de Moreno, así como del desfinanciamiento y ajuste en la infraestructura escolar de la educación pública en la Provincia de Buenos Aires”.

Acerca de los autores / Juan Balduzzi – Ernesto Salas

Licenciado y Profesor en Historia (UBA).
Integrante del equipo de la Secretaría de Educación del SUTEBA.
Coordinador del equipo de historia del sindicalismo docente del Instituto de Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte de CTERA.
Profesor de Historia Social de la Educación de la Universidad Nacional de Luján. Autor, entre otras publicaciones, del libro De apóstoles a trabajadoresluchas por la unidad sindical docente1957-1973 (junto a Silvia Vázquez)

Ernesto Salas

Licenciado en Historia (UBA). Docente y Coordinador de la Editorial UNAJ. Es autor de los libros: La Resistencia Peronista: La toma del frigorífico Lisandro de la Torre (1990), Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista (2003); Norberto Habegger. Cristiano, descamisado, montonero (2011, junto a Flora Castro), De resistencia y lucha armada (2014); Arturo Jauretche. Sobre su vida y obra (Comp.) (2015)  y ¡Viva Yrigoyen! ¡Viva la revolución

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