Nosotres

PERIODISTAS QUE LUCHARON POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES

Pioneras de prensa

Por Inka Von Linden

8 y 9 de marzo: nuevas jornadas de lucha, parte de una larga trayectoria de experiencias en los cuerpos y las mentes de generaciones de mujeres. El periodismo feminista ha recorrido un largo camino.  #Ni Una Menos #Marea Verde. #Paro Internacional de Mujeres. Una genealogía que nos potencia. Una nota sobre periodistas argentinas que desafiaron los prejuicios y la cultura patriarcal de sus épocas

Para conocer a la que es considerada la primera periodista de la Argentina, debemos remontarnos a la primera mitad del siglo XIX. El período que siguió a la Revolución de Mayo estuvo marcado por las tensiones que se generaron entre la herencia de la antigua sociedad colonial, los cambios traídos por la independencia y las guerras civiles casi ininterrumpidas entre unitarios y federales. En aquel contexto, en el que los hombres decidían sobre la vida política del país, Petrona Rosende de Sierra (1787-1845) comenzó a cuestionar el lugar asignado a las mujeres desde un terreno que era prohibido para ellas: la opinión pública. Para ello fundó y dirigió la primera publicación escrita por y para mujeres denominada La Aljaba, en alusión al estuche en el que las guerreras guardaban las flechas.

Entre el  12 de noviembre de 1830 y el 14 de enero de 1831 con el lema “Nos libraremos de la injusticia de los hombres solamente cuando no existamos entre ellos”, Petrona interpeló a sus lectoras sobre la formación intelectual de la mujer, su posición y rol social.¿Hasta cuándo se verá el sexo femenino sumido en la obscuridad en que lo encerró el sistema opresivo de los que le negaban los conocimientos más sencillos?” se preguntaba en sus páginas.

El siglo XIX fue hostil para las mujeres, pues los avances que se habían logrado durante la Revolución francesa, se vieron truncados por la promulgación del Código Napoleónico de 1804; las mujeres quedaron nuevamente  bajo el poder del hombre (marido, padre, hermano). Escribir era para ellas motivo de burla y escándalo. Debían vivir recluidas en lo doméstico y no eran aceptadas en terrenos públicos como la política, la literatura y el periodismo. Solo algunas se animaban a desafiar ese orden impuesto.

Y si hablamos de desafiantes, no podemos dejar de recordar a Juana Manso (1819 –1875). Fue considerada “la loca”, criticada, abucheada e insultada, por sostener la idea de la educación laica y mixta en una época donde primaba la moral cristiana en su versión más patriarcal. A pesar de que en la segunda mitad del siglo XIX la situación nacional había cambiado, el Estado ya estaba constituido, el régimen rosista había caído y comenzaba el período liberal, las ideas resultaban paradójicas ya que, si bien eran proclives a una mayor secularización de la esfera pública, todavía preservaban la influencia eclesiástica para los asuntos de la vida privada. Por eso, mientras la ley 1420 en 1884 avanzó en la educación pública destinada a ambos sexos por igual,  se promulgó el Código Civil que se empeñaba en afirmar la inferioridad de la mujer. Esta era considerada un ser irracional, impredecible y biológicamente inferior, por lo que el hombre la debía representar y proteger. Juana Manso luchó contra esos preceptos: Quiero probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo o un defecto, un crimen o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica. La sociedad es el hombre: él solo ha escrito las leyes de los pueblos, sus códigos; por consiguiente, ha reservado toda la supremacía para sí”. En 1854 expuso sus ideas de avanzada  en uno de los primeros semanarios para mujeres del país, El Álbum de Señoritas. Educativo y anticlerical es reconocido por ser la primera publicación que se registra bajo el nombre de su redactora. Pero no iba a tener demasiado éxito ya que, como sostiene Dora Barrancos, “la rápida extinción constituirá un sino de las publicaciones femeninas”.

El siglo XX: aires de cambio

“¡Mujeres, hermanas queridas! se va llegando el momento de que pensemos sobre todas  las cuestiones con la mucha o poca luz que nos dio la naturaleza. Y no sólo que pensemos, sino que demos a conocer nuestras ideas: es el único medio de que se nos haga justicia y podamos hallar un poco de independencia y de verdadera dicha en este mundo” exclama María Abella Ramírez.

A principios del siglo XX, junto a las luces de la modernidad, el feminismo se abre paso en Argentina y María Abella Ramírez (1863-1926) se convierte, junto a Julieta Lanteri, en referente de la primera ola del movimiento que toma conciencia de su condición de inferioridad  y reclama la transformación del orden jurídico vigente.

Entre 1902 y 1904, María editó y dirigió Nosotras, Revista feminista, literaria y social, la primera publicación feminista en Argentina. Se identificó con el feminismo sufragista que buscaba el bienestar de las mujeres a través de la lucha por los derechos, ideas que volcó tanto en esta revista como en la que editó en 1910, La Nueva Mujer.

El Código Civil, redactado unipersonalmente por el jurista argentino Dalmacio Vélez Sarsfield en 1869, había instaurado la condición de inferioridad de la mujer en el plano civil. Las mujeres -en particular las casadas- eran consideradas jurídicamente incapaces y equiparadas con menores. Sus bienes  debían ser administrados por el marido; para estudiar, profesionalizarse, trabajar o comerciar, debían contar con autorización expresa del cónyuge, y no podían testificar en su ausencia. 

En 1926, año en que fallece María Abella, se sanciona la Ley 11.357, denominada Ley de ampliación de la capacidad civil de la mujer; que aún no le otorgaba la igualdad jurídica. Para lograr la capacidad civil plena en cualquier estado, tuvimos que esperar hasta 1968, siendo paradójico que se haya legislado justamente durante una dictadura.

A comienzos del siglo XX, el informe Bialet Masse puso de manifiesto la explotación que la clase trabajadora venía sufriendo hacía décadas: las condiciones de trabajo abusivas y las largas jornadas que afectaban la salud y, en algunos casos, destruían los cuerpos de mujeres y varones. 

Luego de intensos debates, el 30 de septiembre de 1907 se sancionó la Ley 5291 que protegía a la mujer en su condición de madre. Se fijó la prohibición de que mujeres y niños trabajen en industrias peligrosas, un permiso de 15 minutos cada dos horas para amamantar a las y los hijos y la obligación del descanso, antes y después del parto. Sin embargo, a pesar de la ley, las pésimas condiciones de trabajo siguieron igual  por la falta de control.   

En este punto, es clave el trabajo realizado por Carolina Muzzilli (1889 – 1917), una joven obrera socialista que recorrió fábricas y conventillos  para visibilizar y denunciar las formas precarias en que estaban obligadas a trabajar mujeres y menores, y de esta manera lograr políticas que ayudaran a su bienestar socioeconómico.“Mientras en la humanidad exista un solo ser oprimido, mientras se levante una sola queja, allí donde surja descontento tiene su razón de ser la acción en pro del mejoramiento social”, afirmaba.

Entre 1915 y 1916, costeado gracias a sus trabajos de costura, Carolina editó y publicó Tribuna Femenina, un quincenario que abordaba temas controvertidos para la época como la necesidad de promulgar una ley de divorcio y el lugar de las mujeres dentro del Partido Socialista. Común en esos tiempos en los que las mujeres no “podían” escribir,  firmaba sus notas con seudónimo de Soledad Navarro. Murió a los 28 años de tuberculosis. Su lucha tuvo que esperar hasta la sanción en 1934, de la Ley 11934, denominada protectora de la mujer obrera.

Si algunos avances se habían logrado con respecto a los derechos civiles y laborales, seguía faltando lo que para estas mujeres representaba la emancipación femenina: el derecho al voto. En los años 20 se generaron diversas instituciones como la Unión Feminista Nacional, el Partido Feminista y la Asociación Pro Derechos de la Mujer, que defendían la habilitación de las mujeres en la ciudadanía. 

Nos detendremos en la Asociación Pro derechos  de la Mujer, fundada en 1919 por Elvira Rawson de Dellepiane, que sostenía que la acción civil autónoma era el camino indicado para luchar por la causa femenina. Como secretaria general de esta asociación se destacó una militante llamada Adelia Di Carlo (1886-1965):¿Qué hay, pues, de malo en que el progreso, que desde entonces marcha a pasos gigantescos, le asigne un puesto no tan sólo en la tribuna o en la cátedra, sino también en el parlamento, donde puede hacer sentir la influencia de su talento equilibrado y desde el hogar idealizado por las virtudes de su alma bien templada, haga extensiva su acción regeneradora a la sociedad primero y luego a la humanidad?”.

Pionera del periodismo ejercido de forma profesional y sistemática en el país, inició su carrera en 1907 como cronista social del vespertino El Tiempo y escribió para diversas publicaciones como La Razón, La Gaceta de Buenos Aires, La Patria, La Argentina, P.B.T., El Hogar y Caras y Caretas donde tuvo una actuación ininterrumpida durante veintisiete años hasta la desaparición de la revista. 

El 23 de septiembre de 1947, tras más de cinco décadas de una intensa y nada fácil lucha, se promulgó la Ley 13.010, que instituyó el voto femenino. Si bien es cierto que había un contexto internacional favorable a la medida, la que se puso al frente de la campaña fue Eva Perón. Este logro no fue celebrado por la mayoría de las feministas, que eran opositoras al peronismo. Pese a ello, cuando la sanción fue celebrada desde los Balcones de la Casa de Gobierno, Evita se refirió a “una larga historia de lucha, de tropiezos y de esperanzas”, la mención que evocaba a las precursoras.

El periodismo feminista ha recorrido un largo camino, del “crimen pasional” al femicidio.  #Ni Una Menos #Marea Verde #Paro Internacional de Mujeres. Una genealogía que nos potencia.

 

BIBLIOGRAFÍA

Adelia Di Carlo (Firmado Ivonne), “Las nuevas Tendencias” en Caras y Caretas, nº 1145, p.95, 11-9-1920.

Barrancos, D.(2007). Mujeres en la sociedad argentina. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

Pigna, Felipe (2011), Mujeres tenían que ser. Buenos Aires, Editorial Planeta.

Abella Ramírez, M. (1902). “Escribamos”. Nosotras nº 3.

Acerca de la autora / Inka Von Linden

Licenciada y Profesora en comunicación social por la Universidad Nacional de la Plata. Este artículo se encuentra vinculado a su tesis de grado en la que recopila el aporte de las mujeres periodistas a los avances legislativos en Argentina dirigida por Lucía García Itzigsohn y Bárbara Bilbao. Actualmente se encuentra trabajando en un libro sobre la temática.

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