Debate

LA SALUD PUBLICA COMO PRIORIDAD

Humanismo o barbarie

Por intelectuales, artistas y referentes sociales

Reproducimos “Humanismo o barbarie”, declaración de intelectuales, artistas y referentes sociales, con reflexiones en torno a los significados de la pandemia y en  respaldo a las acciones del gobierno democrático y popular de Alberto Fernández

 

La producción eficiente de miseria social

La sociedad de mercado que organiza el derroche de minorías poderosas, es impotente e inservible para afrontar los dramas humanos fundamentales. Se despedaza y desordena frente al coronavirus y sus consecuencias. Las economías exprimidas por la ola neoliberal exhiben sistemas de salud debilitados por su mercantilización, tabicados, organizados por la lógica de la ganancia y por una “disciplina” fiscal que solo se aplica a los bienes públicos, al estado y su acción social y se olvida cuando se trata de favorecer negocios. La desigualdad obscena se exhibe sin tapujos, hasta lo insoportable. Las diferencias entre clases sociales, entre el pueblo y los poderosos, entre distintas fracciones de la sociedad, entre las masas vulnerables carentes de todo y las castas que desbordan en consumos, están a la vista de cualquiera. La crisis humanitaria de la pandemia expresa la decadencia de esta Humanidad, sometida al despotismo del capitalismo real del presente. El reino del “Dios mercado” despoja de derechos al pueblo. La salud, la educación, la vivienda son ofrecidas a un universo de “consumidores clientes”, mientras que miles de millones de excluidos son desprovistos de esos bienes, violando sus derechos, recibiéndolos sólo en condiciones de deterioro indignos de la condición de personas, o privados directamente de ellos.

¿La época de la democracia liberal llegó a su fin? La invocación de derechos civiles, al amparo de los cuales se edifica la imponencia de un sistema de inhumanidad flagrante, permite hundir en el despojo a las mayorías a las que incluye formalmente, para transformarlas en rebaño de una fenomenal concentración económica. El capitalismo de la financiarización es un régimen de ciudadanía política vacío de democracia. Un sistema de producción eficiente de miseria social. Un modo de expropiación moral que surge ahora ante un universo absorto que contempla como muchas corporaciones y algunas insólitas políticas estatales se embarcan en un nuevo darwinismo social. Y en nombre de la escasez, que ellos solos determinan cuando se hace presente, deciden cuántos y quiénes van a morir.

Las vidas desnudas

Del mismo modo, en relación a la escasez ya no de insumos médicos, sino de lo que juzgan las grandes empresas que sería la baja de sus ganancias y el deseo de golpear a una decisión estatal basada en el último eslabón de lo que, si no se protegiera nada de lo demás, es lo que sobre todo importaría -la vida-, despiden miles de trabajadores. Un signo funesto, una advertencia al gobierno, un rechazo a la cuestión moral -el sentimiento último de solicitud, rescate y altruismo sin el cual la sociedad no existiría-, que dejan de lado con una brutalidad propia de sociedades sacrificiales, las que inmolan al trabajador, la trabajadora o a las y los longevos, a los que consideran un detritus. El señor Rocca será muy culto, tendrá pinacoteca, pero su mirada de desprecio a las vidas desnudas, traduce el ultraje acostumbrado a todo lo que ponga en peligro la racionalidad vacía del beneficio corporativo. Queremos una razón vitalista en una economía social de patrimonialismo

público, con un peso decisivo de la intervención del estado, también en la disposición de sus recursos y empresas estratégicas. Que en ella se inserten las empresas del porte que sean y con directorios que tengan respeto a la condición humana. Pues esas serían empresas de otro carácter. No las dirigirían “muchachos” a los que alguna vez se los debería intentar convencer tocándoles el corazón. Y si esto no resultara para devolverlos a la generosidad perdida, hablándoles de antiguas hidalguías que hubieran podido tener antes del momento en que flaquearon ante la banca de Luxemburgo. Por eso resulta correcto el rumbo elegido por el gobierno al disponer la suspensión de los despidos por 60 días para los trabajadores y trabajadoras de todo el país.

Frente a los esfuerzos para conjurar la expansión mundial del virus, el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández ha elegido la salud pública como prioridad. Se la abordó con la decisión de defensa de un bien comunitario. Se decidió su preeminencia frente al objetivo del crecimiento económico. La vida precede a la ganancia. La “soberanía del consumidor” no preside la política, sino la solidaridad social. Mientras la oferta de productos esenciales sigue la lógica de la decisión estatal, también se subsidia a la población cuyos ingresos han sido afectados por la cuarentena. Ningún plan de ajuste, ni compromiso de deuda han constituido una restricción frente a la evidencia del riesgo sanitario. “Primero la salud”, es una consigna para esta emergencia, pero debe transformarse en la meta para la Argentina futura. Leamos estas líneas “Esa salud que, en tiempos de pandemias con ribetes bíblicos, vuelve a ser un bien comunitario que exige de todos y todas, solidaridad, humanismo y, sobre todo, compromiso social”. Las escribió Cristina antes de su regreso de Cuba.

La salud es importantísima en sí misma, pero también puede ser la síntesis de múltiples determinaciones, es decir de todos los derechos sociales, a la educación, a la cultura, a la vivienda, a la alimentación. Derechos que para cumplirse exigirán cambios de fondo. Los recursos para ello también deberán salir de una necesaria condonación de deudas soberanas, ya que el poder financiero y los países donde residen quienes lo detentan, deberán resignar sus acreencias frente a las calamidades sociales que la pandemia dejará en los países periféricos, siempre deudores. Así lo han comenzado a reclamar diversos actores de nuestra América Latina y nosotros sumamos nuestra voluntad y acción a la iniciativa. La crisis civilizatoria que se ha puesto de manifiesto con el coronavirus nos acerca la posibilidad de una ruptura definitiva con el proyecto de “miseria planificada” que denunció Rodolfo Walsh como objetivo de la dictadura, y cuya herencia cultural y de estructura económica todavía marcan el presente argentino. La miseria puede ser planificada por los que eligen quienes tienen que morir, quienes tienen que vivir con limitados recursos, quienes en condiciones habitacionales degradadas, quienes haciendo de la colecta de desechos urbanos una forma de trabajo, lo cual muchos hacen con más dignidad que los señores que deciden el Toma y daca en los directorios, como si estuviesen sentados sobre una indiferente Rocca.

Los movimientos populares argentinos

Los responsables y sus asociados locales de estas desgracias hacen anuncios que refieren a impedir que “un problema médico, se convierta en un problema financiero de larga duración”. Se trata de personas que se sienten amenazadas porque creen que si se opta por la vida se desoyen los reclamos de las fuerzas económicas. Al contrario, es en estos momentos en que se debe pensar una economía al servicio de la sociedad, como tantas veces proclamaron los movimientos populares argentinos. Solo basta con revisar los orígenes formativos del peronismo, del yrigoyenismo, del socialismo. De lo contrario solo expresarían la degradación democrática, de quienes defienden intereses de los poderes que creen solo suyos, sin comprender la cuestión más profunda, porque aún el modo exclusivista de la propiedad es un juego social complejo, y movedizo el que lo otorga. Y las más valiosas formas de propiedad son las que surgen de las más sensibles consideraciones de la condición humana. Y esta se revela en el trabajo y el habla, en la creación artística, la vitalidad del existir y la libertad en toda relación comunitaria. Lo contrario significaría salir a cualquier costo de la emergencia, restaurando la lógica de la financiarización y haciendo un pase mágico con el teletrabajo provocando que millones de personas olviden preciosos legados culturales, y de vida urbana y social.

El desafío del gobierno nacional y popular que encabeza Alberto Fernández tiene un decurso que quedó claramente explicitado en la reciente reunión del G20, que implicará además una disputa por el futuro de América Latina con quienes en defensa del statu quo, confunden la disciplina social necesaria para mitigar los contagios con represión masiva, estableciendo estados de sitio, toques de queda y orden cerrado. Apelando a las más oscuras reservas de su trágica memoria de cacerolistas, en los setenta balcones y ninguna flor de la oligarquía; son el lúgubre recuerdo de la militarización de las ciudades y el control de fronteras, que no sea el exigido específicamente para preservar del contagio.

Respaldamos al gobierno democrático y popular

Hacemos un llamado a respaldar el curso de acción del gobierno argentino, para ayudar a profundizar su decidido espíritu humanístico y solidario, que “descuelgue” (como alguien hizo hace años con los cuadros del Colegio Militar de la Nación) del lugar de lo imposible la ruptura con la financiarización – el capitalismo de esta época-, y para que se inicie un rumbo instituyente de radicalidad democrática, igualdad sustantiva y desarrollo sustentable. En la brega por la participación de nuestra Patria en la construcción de una Humanidad emancipada del látigo cibernético del reino financiero.

Es obvio que la pandemia, es real y su nombre fue emitido desde la terminología oficial de la Organización Mundial de la Salud que es hoy el único organismo que actúa en la escala de un universalismo práctico a propósito de una enfermedad a la que están expuestos altos porcentajes de la población mundial. A partir de aquí, algunas conclusiones fundamentales. Las marcas anteriores bajo las cuales vivían las sociedades en su difícil

atención a cuestiones básicas de sobrevivencia, silenciosamente permanecen y hacen su trabajo. Permanece la distribución desigual de las penurias y las lógicas de la absolutización del mercado de las grandes empresas. Y estas operan en relación a esos coeficientes intocados de costo beneficio, sin dejar de pulsar las teclas de las continuas presiones contra el gobierno de Alberto Fernández.

No dejan de percibirse los indicios de las grandes rutinas de las corporaciones descontentas, pues siguen pensando bajo el esquema rígido de los dividendos extraordinarios. El toc-toc de las cacerolas que ellos instigan contra el Estado no llegará a sus oídos para decirles que bajen sus ganancias extraordinarias y se abstengan de despidos. Son parte -y si no que lo digan- de las derechas mundiales que ven una nueva posibilidad para torcer hacia un militarismo ensoñado, medidas necesariamente rigurosas, que nacen de una autoridad democrática sustentada en un consenso masivo y voluntario. No obstante, aquí reside el problema esencial de la cuarentena: no puede poner entre paréntesis los distintos niveles de desigualdad social. Se evidencian en los lugares ya muy conocidos donde habita la pobreza congénita, los testimonios de vidas vulneradas, donde rigen la desesperación y las economías de la ilegalidad, el hacinamiento sin destino. En estos casos la cuestión requiere una forma de la solidaridad colectiva que tenga en cuenta aspectos de restitución económica con vistas a una futura resolución de la cuestión del trabajo, con el consiguiente desarrollo también de formas cooperativas de la economía popular.

Este capitalismo narcisista, si mira hacia sus espaldas se encontrará en el espejo a la pandemia; comprenderá que ha caducado. Es la hora de un nuevo humanismo que dé su grito de nacimiento en medio de la crisis y se disponga a colaborar en su resolución. Y que en la post pandemia sea un tajo, radical, la despedida audaz al neoliberalismo depredador , que no está en condiciones de ofrecerle nada nuevo al mundo.

Entre tanto, cumplamos ordenadamente las indicaciones de comportamiento social y salud en la emergencia, dispuestas por el gobierno nacional, orientadas por el mejor deseo de que la solución nos alcance a todos y todas, no a unos pocos como de ordinario ha sucedido en situaciones similares.

FIRMANTES POR ORDEN ALFABÉTICO:

Alicia Acquarone, Claudia Albertal, Jorge Alemán, Taty Almeida (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora), Gustavo Alonso, Alicia Alterleib, Alberto Amato, Héctor Amichetti, Leandro Andrini Rocco Carbone, María Cristina Apella, Enrique Arceo, Mónika Arredondo, Andrés Asiain, Oscar Balestieri, Cristina Banegas, Jorge Barbeito, Eduardo Barcesat, Edward Johny Barrera, Vicente Batista, Cristina Bejar, Jorge Benedetti, Ana Berezin, Adolfo Bergerot, Jorge Bernetti, Patricia Berrotarán, Carlos Bertola, Pedro Biscay, Raquel Bitman, Gustavo Blanco, Ricardo Blanco, David “Coco” Blaustein, Néstor Bolomo, Teodoro Boot, Sergio Boris, Atilio Borón, Fernando Borroni, Mirta Botzman, Rodolfo Braceli, Diana Braceras, Miguel A. Brenner, Daniel Mario Brión, Matilde Bruera, Ángel Bruno, Magdalena Bustos Zavala, Cristina Caamaño, César Cabello, Manuel Callau, Stella Calloni, Rafael Calviño, Martín Calvo, Rodolfo Calvo, Gustavo Campana, Darío Capelli, Gustavo Cardesa, Jorge Carlos Testero, Jorge Carpio, Víctor Carricarte, Claudio Casparrino, Oscar Castellucci, Jesús Castreje Suárez, Enrique Castro, Florinda Castro, Ana Celentano, Matias Cerezo, Jorge Cerro, Susana Checa, Pablo Chena, Horacio Chitarroni, Elsa Cimillo, Carlos Cleri, Adolfo Colombres, Esther Córdoba, Elena Corvalán, Roberto “Tito” Cossa, Raquel Crespo, Américo Cristófalo, Norberto Crovetto, Rafael Cullen, Carlos Damaso, Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo), Marcelo de la Torre, Mario A. de Mendoza Figueroa, David De Vita, Fátima del Valle Nader, Osvaldo Deza, Beatriz Diez, Graciela Dragoski, Enrique A. Dratman, Rubén Dri, Jorge Drkos, Marisa Duarte, Osvaldo Dubini, Marcelo J. Duhalde, Aldo Duzdevich, Ester El Kadri, Susana El Kadri, Nora Elichiry, Miguel Ángel Estrella, Adolfo Farías, Saúl Feldman, Silvio Feldman, Rodolfo “Gallego” Fernández, Gabriela Aurora Fernández, Abel Fernández, Gabriel Fernández, Adriana Fernández Mingrone, Paula Ferre, Cristina Ferrer, Roberto Follari, Walter Formento, Ricardo Forster, Daniel Freidemberg, Susana Frutos, Nestor “Piru” Gabetta, Jorge Gaggero, Carlos “Pancho” Gaitán, Carlos Galano, Miguel Galante, Norberto Galasso, María Laura Garrigós de Rébori, Ricardo Gené, Horacio Ghilini, Raquel Gianella, Juan José Giani, Mempo Giardinelli, Ricardo Gil, Alejandro González, Horacio González, Fabián Gutiérrez, Alma Gutman, Marcelo Halfon, Rodolfo Hamawi, Gaston Harispe, Liliana Heer, Jimmy Herrera, Liliana Herrero, Victoria Homberger, Lido Iacomini, Cintia Ini, Patricia Isasa, Cristina Jacobsohn, Ernesto Jauretche, Noé Jitrik, Oliverio Jitrik, Eduardo Jozami, Mauricio Kartun, Alejandro Kaufman, Paula Klachko, Hugo Kofman, Jorge Kohen, Guillermo Korn, Andres Kreiner, Nora Lafon, Liliana Lamovsky, Graciela Landriscini, Abel Langer, Ecequiel Leder Kremer, José Luis Livolti, Omar Lobos, Marcelo Lombardero, María Cristina Lombardi, Claudia Lombardi, Federico Lopardo , Ezequiel Lopardo , Liliana Lopez Foresi, Charo López Marsano, Ana T. Lorenzo, Damián Loreti, Claudio Lozano, Antonio Lubin, Teresa Lucchini, Telma Luzzani, Perla Maguid de Carella, Estela Maidac, Domingo Maio, Elina Malamud, Carla Maliandi, Estanislao Malic, Fortunato Mallimaci, Cintia Mancilla, Graciela Mandolini, Juan C. “Koko” Manoukián, Martín Marcou, Juan Marino, Juliana Marino, Federico Martedí, Eladio “Tate” Martínez, Marcelo Massun, Miguel Mazzeo, Mirta Medina, Ricardo Mega, Gaston Melio , Tununa Mercado, Nora Merlin, Renato Miari, Hugo Michelini, Luis Miño, Carlos “Bagual” Molina, Mariano Molina, Jorge Molinero, Lucrecia Monteagudo, Víctor Hugo Morales, Daniel Moreira, Amanda Mouchet, José Muchnik, Jose Mujica, María Elena Naddeo, Aurelio B. R. Narvaja, Benito Narvaja, Laura Nasi, Roberto Navarro, Hugo Novotny, Cristina Ochoa, Héctor Ariel Olmos, Elvira Onetto, Javier Ortega, María Otheguy, Carlos Pafundo, Jorge Pardes, Nora Patrich, Victorio Paulón, Mónica Peralta Ramos, Justo  Pereira, Pedro Peretti, Fernanda “La Colo” Pereyra , Gonzalo Tomás Pérez, Tomás Pérez Bodría, Adolfo Pérez Esquivel, Fernando Piana, Mirta Pipkin, Héctor Poggiesse, León Pomer, Fernando Porta, Agustín Prospitti, Ernesto Joaquín Quiles, Jorge Rachid, Juan C. Radovich, Ricardo Ragendorfer, Carlos Raimundi, Ana María Ramb , Ana Rameri, Mario Rapoport, Aritz Recalde, Héctor Recalde, Roberto Retamoso, Néstor Javier Ribotta, Eduardo Rinesi, Enrique Roca, Alejandro Rofman, Néstor Rojas, Alejandro Guillermo Romero, Eduardo Rosa, Silvina Ross, Cecilia Roth, Ricardo Rouvier, Horacio Rovelli, Oscar Rovito, Carlos Rozansky, Ernesto Salas, Juan José Salinas, Nora Saltalamacchia, Elena Saltalamacchia, Nazareno Santucho, José Sbatella, Silvio Schneck, Verónica Schneck, Claro Schor Landman, Ruben Schrott, Mario Secco, Eduardo Seminara, José Seta, Eduardo Sigal, Daniel Silber, Alberto Sladogna, Yamila Sladogna, Pablo Slemenson, José Slimobich, Maria Sondereguer, Jaime Sorin, Ángel Strappazzon, Dario Stukalsky, Graciela Stutman, María Alejandra Szir, Ester Szlit, Silvina Szperling, Francisco “Pancho” Talento, Héctor Tarditti, Diego Tatián, Pablo Tavilla, Martin Tellechea, Ricardo Theller, Eduardo Tissera, Javier Tolcachier, Ramón Torres Molina, Carlos Treacy, Héctor Hugo Trinchero, Gabriel Valverde, Renato Vanelli, Alejandro Vannelli, Santiago Varela, Ignacio Vélez, Manuel Vicente, Armando Vidal, Carlos Vila, Carlos Vilas, Ernesto Villanueva, Marcos Alberto Vul, Pedro Wasiejko, Claudia Sofía Weiner, Guillermo Wierzba, Daniel Yépez, Elena Zambonini, Adriana Zerdin, Patricia Zilber, Vicente Zito Lema, José Zuberman. 

 

ADHESIONES A: humanismoobarbarie@gmail.com

 

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