Gabriel Crespo es un poeta nacido en Escobar cuya familia se radicó en la zona oeste de Buenos Aires desde que era muy chico. Su padre es obrero textil y su madre empleada. Alterna su vida entre el estudio en la carrera de sociología en la Universidad de Buenos Aires y la escritura poética.
¿El mundo ha sido derrotado?
¿Los decapitados alzan monumentos al verdugo?
¿Escriben cartas?
¿Tejen en su ausencia la memoria?
¿Será que un día de los ojos
saldrán luciérnagas para buscarte?
¿Será que nadie encuentre a nadie
y suenen melodías de estar solos?
Los notarios no están solos.
Las cárceles son el refugio
donde el amor contiene la palabra amo
y hay sacrificios, espantos,
de la guitarra suena un sol
disminuido a la ternura.
¿Acaso no será que sus relojes atrasan y andan ebrios?
¿Acaso no será que nos piden que cambiemos la memoria?
Ahora los decapitados pregonan:
“Vivan los ciegos, las monjas que no abortan
y esta tristeza de amarillo”
Duele la imposición de una alegría que no es mía
y no es de ninguno de los hombres
que se engrasan las manos
en las fábricas y en los arrabales.
Se escucha un tango
Y alguno canta:
“el verdadero amor se ahogó en la sopa,
La panza es reina y el dinero Dios”
Amanece pálida la noche
cuando volvemos cansados del trabajo
y del bufón que nos tira encima
cada buitre
que nos comen de todo
menos el grito indignado
de esperanza,
de rabia
de mi calle.