Mi poesía es una poesía suburbana, con un dejo muy lejano de existencialismo y muy poco de surrealismo
Martín Ayos nació en el Gran Buenos Aires el 8 de agosto de 1971. Oriundo de Remedios de Escalada (Lanús). Como poeta publicó: X, (1999-2000), Caos o Naturaleza (2011), Dejando Santos Dumont (de próxima a publicación). Desde el año 1995 publica en varias revistas (Arjé, Uruguay, Pliegues, Revista de Filosofía y muchísimos fanzines y periódicos under).
Orígenes
MI familia de parte de mi vieja son croatas. De parte de mi viejo, son seis generaciones de argentinos, de los primeros que llegaron. Creo que eran de Castilla pero descienden de musulmanes que se habían instalado allí.
Toda mi familia está relacionada con el arte. Mi tío abuelo, bandoneonista, era arreglador de Mariano Mores, mis tíos bailarines de tango, grosos, mi viejo era músico. Los primos de mi viejo son músicos también y mi hermano es compositor y músico.
El último libro lo estoy haciendo con mi hermano. Él está haciendo la música, yo los textos, es como un diario de viaje, y en el medio hay salpicado algunos pedazos de partitura, entre fragmentos y algunas ilustraciones. Y esa música que estamos haciendo tiene algo de tango, algo de Erik Satie. Mi hermana es directora de teatro, está estudiando para regiseur en el teatro Colon. En las letras el único soy yo.
Llegada a zona sur
Mi familia era de Ballester, zona noroeste del conurbano, en un momento pasamos a vivir en capital muy poquito tiempo y después se vinieron a Lomas de Zamora y después ya me quede acá, en Lanus, en Remedios de Escalada.
A los doce años me cruzo con una antología y después con el libro La capital del dolor (Paul Eluard), que para mí es como la Biblia, más tarde a los catorce años mi viejo había dejado unos libros ahí, entre los cuales estaban: Una temporada en el infierno de Rimbaud, y Las flores del mal de Baudelaire. Eso fue para mí una bomba atómica, catorce años y con eso…
La poesía
Generalmente hay dos o tres temas que me movilizan. Lo principal es lo abierto o el afuera. Nosotros somos una sociedad (occidente) que está marcada por lo escrito. Hay un libro, “el libro”, la Biblia, está todo escrito ahí, supuestamente. Estamos marcados por lo dicho. Un lenguaje que mata lo que hay atrás de las cosas. Ese tipo de lenguaje, categórico, cierra digamos la fluidez del lenguaje en algo que ya está muerto. En la biblia por ejemplo dice: Dios dijo tal cosa y se hizo. ¡Pesadísimo!
Lo que me moviliza es aquello que está al revés del lenguaje. Lo que uno hace cuando escribe es borrar lo anterior y escribir sobre el vacío. Sacar esa ultra determinación de lo occidental, sacarla, vaciarla, escribir para que el vacío vuelva a darse otra vez, para que el que lo lea pueda deconstruir lo que vos escribiste, tenga esa experiencia.
Me ayudó mucho Derrida y Blanchot, hay algo ahí que te ayuda a repensar. Blanchot tiene ese concepto del afuera que no es ese afuera, es un murmullo que está detrás de cosas.
Te doy un ejemplo, uno de mis poetas preferidos es Juan L. Ortiz. Te habla de un rio, de un árbol. Te habla de un árbol, el modo en que lo hace, esa simpleza, te describe el árbol no adjetivándolo, sino describiendo algo más esencial del árbol, y siempre que termina se pregunta: ¿y el abismo? ¿y lo oscuro? Esta todo ahí, es decir uno puede estar mirando entre las ramas, y detrás el telón de fondo que es el cielo, y entre el vacío y las ramas hay otra cosa y la poesía es eso, es algo que está ahí en todos lados, en el lenguaje y captarla implica desenfocar un poquito la mirada, de lo que habitualmente pensamos que es la cosa en sí misma.
Lectores
Generalmente es difícil imaginarte, pero calculo alguien que está interesado más en repensar la poesía, mismo rehacerla con lo escrito. Cuando uno lee un mal poema, es una sobre adjetivación, tratar de embellecer algo, pero no hay una búsqueda. El que me lee a mí está buscando precisamente el movimiento contrario, tratar de encontrar algo que hay ahí, como un signo que hay metido ahí en el poema, para olvidarse del poema y a partir de ahí abrir para otro lado. Como si vos pudieras encontrar un pequeño código en un manuscrito.
La poesía del conurbano
Esto está en el conurbano, acá hay una poesía que está salvaje desde siempre, que no es la poesía de la vieja que se junta a tomar té con bizcochito, es otro tipo de poesía, que transmite, por ejemplo Mario Paolucci, poeta de tango de Lomas de Zamora. Mario tenía una idea de la poesía que nos marcó a todos a los que lo íbamos a ver en ese momento, y era ésta misma, transmitirte la experiencia de modo directo. Acá hay muchos poetas.
Búsquedas
Hay una búsqueda que está plasmada en el lenguaje. Hay un uso del lenguaje que es distinto. Un uso del lenguaje como experiencia, un lenguaje que se devora a sí mismo. Esa búsqueda es poder encontrar eso otro que hay ahí atrás. Encontrar la experiencia de modo más directo. Ese es mi trabajo.
La poesía es un modo de resistencia, pensar es un modo de resistencia. Este mundo que es muy híper mediático, así de un modo fascista, hace que haya más poesía. La poesía está ahí rompiendo significantes, rompiendo con los discursos establecidos, metiendo como una cuña ahí mostrando que en realidad eso es algo vacío, una cáscara. Eso es lo que yo veo en los lugares suburbanos. Hay otra poesía que tiene que ver con lo mismo pero que viene como de un lado diferente. En los suburbios la poesía explota. Es un ejercicio.
Acerca del autor/a / Martin A. Biaggini
Profesor en Historia (ISSJ), Licenciado en Artes (UNLa), Especialista en Educación (UNSaM) y Maestrando en Educación Lenguajes y Medios. Se desempeña como docente investigador en la UB, UNLa, UNLaM y UNAJ.