Debate, Economía

SUS ECOS EN LA ACTUALIDAD

Jauretche y el desarrollo nacional

Por Walter Bosisio y Guillermo Marzioni

La comprensión de la política nacional de un país requiere considerar el contexto internacional y su relación con la política local. 

Esta perspectiva, como enseñaba Arturo Jauretche, nos permite entender cómo las políticas nacionales se relacionan con las corrientes políticas globales, ya sea adhiriendo o divergiendo de ellas. Los marcos ideológicos elegidos por un gobierno definen su accionar tanto a nivel local como internacional, tanto en su política interna como externa. En la segunda mitad del siglo XX Arturo Jauretche será partícipe de diversos debates en los que mostrará una vía para pensar y aportar a un caminar que potencie el desarrollo nacional con justicia social. 

Luego del golpe de estado y derrocamiento del gobierno peronista a fines de 1955 se comienza a aplicar –ya desde el año siguiente- un diseño programático de políticas públicas nacionales que se alinean a los intereses internacionales neoimperiales. Estas políticas se implementaron en el marco de un gobierno dictatorial militar impuesto con violencia que, a partir de ese momento, desplegó una maquinaria de represión para controlar y prohibir los movimientos sindicales y políticos.

Diversos autores (Noberto Galasso (2005), Oscar Yujnovsky (1984), Marcelo Cavarozzi (2010)) refieren al lapso entre 1956 y 1973 en la Argentina, como período del “desarrollismo”. Se abandonó la estrategia de país impulsor de “la Tercera posición”, en la que se articulaban 92 países que compartían la mirada de autonomía antiimperialista. Con el desarrollismo se trazó un modelo económico liberal que se profundizó en décadas posteriores. En medio de la denominada “Guerra Fría” el país quedó así enmarcado en el bloque hegemónico continental bajo dominio norteamericano. Finalmente se desactivaron una parte de las leyes, políticas y acciones que se habían implementado en el anterior gobierno popular peronista.

Cabe señalar que, en torno a la implementación del desarrollismo en nuestro país, existieron entidades internacionales que financiaron el proceso de instalación de macropolíticas en los territorios nacionales que entraban en tensión con las políticas de bienestar implementadas con anterioridad. Además de los organismos como el FMI, BID, Fundación Panamericana de Desarrollo, que canalizaron fondos y créditos internacionales a estados, organismos privados y empresas, se debe recordar que estas entidades apoyaron a grupos intelectuales (junto a funcionaria/os y administradora/es) financiando proyectos de investigación y generación de estadísticas a fin de componer el marco teórico que justificara la implementación de ciertas líneas de acción en materia de política económica.

Bajo el modelo post-peronista se instaló una política pública basada en la modernización tecnocrática del Estado, asentada en las privatizaciones y los empréstitos, con el marco teórico político de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Con continuidad de criterios, tanto el gobierno militar que derrocó a Perón como los posteriores, fueran democráticos o golpistas (gobiernos democráticos de Arturo Frondizi y Arturo Illia, así como las posteriores dictaduras militares de Onganía, Levingston y Lanusse) coinciden en la política gubernamental de tomar deuda externa a través de créditos con el BID.

Esta tendencia política puede observarse a pocos días de asumido el gobierno golpista dictatorial de 1955, cuando el país recibió un crédito internacional (por parte del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento [BIRF], organismo que luego se reconvierte en el Banco Mundial -BM-) y, a partir de ese momento, comienzan a revertirse las acciones del orden político anterior. La adhesión al FMI en 1956 consolida el perfil político-económico del gobierno dictatorial de mediados de siglo XX.

Más adelante, a inicios de la década de 1960, la Argentina se suscribió al programa “Alianza para el Progreso”. Se destacan los préstamos del FMI y del BID para los gobiernos (deuda pública) y a través de la Fundación Panamericana de Desarrollo para los créditos a empresas (deuda de privados), mientras la Fundación Ford, por su parte, aportaba al financiamiento de los estudios de las/os investigadoras/es ideólogas/os del progresismo. En esta lógica hegemónica, para avanzar en la instrumentación de las políticas desarrollistas en el ámbito nacional, desde la Secretaría de Planeamiento y Acción se crea, en 1961, el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE), cuyos “objetivos a largo plazo del proceso de desarrollo” eran administrar las inversiones, realizar el seguimiento de la política económica y elaborar proyectos de cooperación internacional. Para abrir espacio a la investigación y a los estudios de la economía se crea el Consejo Federal de Inversión (CFI), para “llevar desarrollo a las provincias”.

Estos esquemas financieros, basados en créditos internacionales para el Estado y entregados particularmente a sectores del capital privado representaron, claramente, un beneficio para un sector social oligárquico (Puiggrós, 1980)[3]  en un contexto en el que se apoyó la concentración de los capitales y el alineamiento de los gobiernos a las políticas internacionales implantadas por Estados Unidos. Así, el poder económico del gobierno quedó en manos de sectores conservadores vinculados a intereses foráneos del bloque hegemónico norteamericano, imperante en la región latinoamericana.

En este contexto, de puja de intereses internacionales, Arturo Jauretche promovió una lectura contrahegemónica de la realidad nacional e internacional y contribuyó con una mirada crítica y popular y de reflexión desde una perspectiva nacional. Con la convicción de que es necesario discutir y conocer el devenir de la política a nivel global, puesto que las decisiones tomadas en el plano internacional inciden en el día a día de nuestras vidas, sostiene que tenemos que mirar el mundo desde nuestros propios intereses como pueblo (Jauretche, 1955ª). . Su propuesta está basada en la política industrializadora para incorporar valor a las materias primas extractivas, superando la exportación primaria a una exportación de productos manufacturados y que la puesta en marcha de las políticas esten diagramadas en favor de los sectores populares que integran la masa trabajadora, apoyada en estructuras económico financieras de distribución de la riqueza.

A continuación, se plantean algunos de los debates de Jauretche que recuperan su perspectiva nacional y popular del desarrollo.

Arturo Jauretche realizó marcadas críticas a los planteos desarrollistas del economista de la CEPAL Raúl Prebisch. En particular, en su obra en la que critica el retorno al “colonialismo”. Jauretche (1955a) analiza pormenorizadamente el diagnóstico y las acciones propositivas del plan económico elaborado por aquel intelectual orgánico luego del golpe de Estado de 1955. Allí 

con un tono entre irónico y lacerante, intentaba poner sobre el tapete algunas contradicciones en el pensamiento de Prebisch, ya que el mismo funcionario que había defendido la política industrializadora y keynesiana del peronismo ahora se encargaba de defender los intereses de las clases más privilegiadas, proponiendo una nueva distribución de la riqueza a favor de estos sectores y en contra de la masa trabajadora (Aused, 2020:5).

La preocupación de Jauretche es comprender hacia dónde vamos y se responde que, en definitiva, “El plan Prebisch significa la transferencia de una parte substancial de nuestra riqueza y de nuestra renta hacia las tierras de ultramar” (Jauretche, 1955: 3).

En este escenario político-económico, el planteo de Jauretche advierte que, de continuar dichas políticas, se terminará cumpliendo una clara sentencia de Prebisch: “las economías débiles no colaboran, se subordinan fatalmente” (“El patrón oro y la vulnerabilidad económica de nuestros países”)” (1955ª: 134). Además de afirmar un destino consecuente al seguir aplicando dichas medidas de corte liberal: “Mientras tanto, nos iremos hipotecando con el fin de permitir que falsos inversores de capital puedan remitir sus beneficios al exterior. Y como nuestra balanza de pagos será deficitaria, en razón de la caída de nuestros precios y de la carga de las remesas al exterior, no habrá más remedio que contraer nuevas deudas e hipotecar definitivamente nuestro porvenir. Llegará entonces el momento de afrontar las dificultades mediante la enajenación de nuestros propios bienes, como los ferrocarriles, la flota (mercante) o las usinas (1955a: 134)”. Jauretche anticipa que abandonar el proyecto nacional para enfilar la economía del país en los postulados de la CEPAL llevará a la pérdida de autonomía de la patria. Se irá reduciendo la soberanía política, se irá anulando la independencia económica y se postergará la justicia social: “Poco a poco se irá reconstruyendo el estatuto del coloniaje, reduciendo a nuestro pueblo a la miseria, frustrando los grandes ideales nacionales y humillándose en las condiciones de país satélite”. (1955a: 134).

En el mismo sentido que Jauretche, otros autores como Fermín Chávez plantean que  la Nación y todo proyecto nacional en el mundo de la periferia siempre fueron objetos de campañas destinadas a mantener el dominio o conquistarlo. Y en Argentina en particular, se conoce  cómo funcionó y qué consecuencias produjo el famoso dilema Civilización o Barbarie blandido como verdad científica (Chávez, 1982). La vieja disyuntiva del siglo XIX ha sido reemplazada: “civilización” por “modernización”, eficientismo, y “barbarie” por la “falta de un poder tecnológico, para resolver la producción local” (Jauretche, 1967) y generar un proceso de industrialización nacional.

Las ideas de Jauretche sobre los modos y posibilidades del desarrollo del país basado en la defensa de intereses de signos nacionales y populares  se inscriben en un proceso de construcción de un pensamiento que recoge tradiciones ideológicas independentistas nacionales en los países del sur de América y de la denominada “Patria Grande” latinoamericana.

Este ideario del desarrollo nacional y latinoamericano se abre en tensión y controversias con modelos teórico-ideológicos que, en términos generales, promueven procesos modernos de industrialización, inversión e intervención del rol del Estado como actor clave para impulsar el desarrollo, pero, que al mismo tiempo, construyen dinámicas posibilitadoras (y promotoras) de nuevos esquemas de subordinación de países en el marco de una nueva división internacional del trabajo en el orden capitalista luego de la “segunda Gran Guerra”. Así, puede observarse que mientras las propuestas del desarrollismo están ligadas a los bloques hegemónicos y colocan a los países bajo neocolonialismos o neoimperialismos, los lineamientos de un pensamiento nacional y popular esgrimen que el relacionamiento entre los países debe realizarse desde los propios intereses de sus pueblos, para la construcción del desarrollo con soberanía.

Finalmente, aquellos debates entre Jauretche y Prebisch (y otros) permiten observar una genealogía de tradiciones que se cruzan en la historia reciente hasta la actualidad, y así habilitan esquemas y propuestas para reflexionar sobre los debates contemporáneos dentro de un mismo campo político que continúa presentando diferencias y matices, como los llevados a cabo por los lineamientos de política económica del equipo Guzmán-Kulfas en tensión con  el ala “kirchnerista” dentro de los últimos gobiernos de signo “nacional y popular”. 

El actual contexto de un gobierno de derecha conservadora y ultraneoliberal generador de una profunda crisis social regresiva y de destrucción de derechos, abre enormes desafíos y exige retomar, aprender del pasado y pensar con urgencia un programa de desarrollo que habilite caminos para la realización de un país que asegure la justicia social y la felicidad de su Pueblo. En el marco conmemorativo de la partida de Jauretche hace 50 años, volver a revisar y pensar las ideas de este autor del ideario patrio se constituyen en fuente de inspiración para lograr un horizonte diferente, que potencie el buen vivir social,  antes que sea demasiado tarde.

Aused, J. M. (2020). Desarrollo y Teoría Desarrollista en la Argentina. Contrapuntos con el Pensamiento Nacional Popular. Cuadernos de H Ideas, 14(14). http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/111411. 

Cavarozzi, M. (2010). Autoritarismo y democracia (1955 y 1983). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires.

Chávez, Fermín (1982). “Historicismo e iluminismo en la cultura argentina”. Centro Editor de América Latina.

Galasso, N. (2005). La traición de la burguesía industrial. De Frondizi a Guido. Buenos Aires: Centro Cultural Enrique S. Discépolo.

http://laotrahistoria.com.ar/wpcontent/uploads/2014/04/25-la-traicion-de-la-burguesia-industrial_de-frondizi-a-guido.pdf. Recuperado el 4 de julio de 2023.

Jauretche, A. (1955a). El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje. Buenos Aires: A. Peña Lillo.

 —– (1955b). Escritos de Arturo Jauretche en respuesta al plan económico de Raúl Prebisch. https://www.educ.ar/recursos/128813/arturo-jauretche-sobre-plan-económico-r-prebisch/download/inline

—– (1967). El Medio Pelo en la Sociedad Argentina (Apuntes para una sociología nacional). Buenos Aires: A. Peña Lillo.

Prebisch, R. (1955). Informe preliminar acerca de la situación económica. Buenos Aires: Secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación. 

—– ([1950] 1986). El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas. Desarrollo Económico, 26(103). https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40010/prebisch_desarrollo_problemas.pdf

 Puiggrós, R. (1980). Pueblo y oligarquía. México: Patria Grande.

 Yujnovsky, O. Claves políticas del problema habitacional argentino, 1955-1981

Acerca de los autores / Walter Bosisio y Guillermo Marzioni

Docentes de la Materia “Introducción al Desarrollo Sustentable” e investigadores UNAJ.

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