A pesar de la presencia de nuevas pantallas para la política espectáculo hay un clásico que vincula política, poder e influencia mediática. Ana Wortman reflexiona sobre las novedades del ciclo 2016 de Showmatch y la vigencia preponderante de Marcelo Tinelli en los últimos veintiséis años de la televisión argentina.
Las “it girls” son mujeres que marcan tendencia, en particular en el campo de la literatura, la moda, el diseño. Este modismo actual ideado por el escritor inglés Rudyard Kipling que lo utilizó, por primera vez, en el cuento “Mr. Bathrust” y muy extendido en el ámbito cultural de Londres, podría asignarse a la figura de Marcelo Tinelli.
Su programa Showmatch, el cual se llama así desde que está en Canal 13, inicialmente se llamaba Videomatch en las pantallas de Telefe y luego en Canal 9, comenzó en 1990 y lleva ya entonces 26 años sin interrupción en la pantalla argentina, liderando prácticamente el rating de la televisión abierta. Comenzó siendo un programa de entretenimientos y a partir de la creación de la productora Ideas del Sur en 1996, Tinelli fue ampliando y diversificando sus negocios. Ya no fue sólo un conductor televisivo, sino que pasó a ser un empresario de la televisión. Este nuevo lugar social y económico lo fue llevando a vincularse con la política, en la línea de lo que fue la familia Yanquelevich y luego un empresario del futbol. Como diría el sociólogo francés Pierre Bourdieu, su figura forma ya parte del campo del poder, dado el papel dominante que asumió en la industria cultural televisiva y desde ahí se vinculó con diversos negocios significativos. De hecho su nombre es convocado tanto desde la figura presidencial, como del presidente del Club Atlético Independiente y jefe sindical de la CGT, Hugo Moyano, en relación a la relación del negocio del Futbol con el Estado, asi como también acerca de la conveniencia o no de su intervención en la AFA.
Así si en los primeros años del programa, el entretenimiento que proponía via bloopers se circunscribía a un tono casi barrial, luego fue adquiriendo matices más espectaculares, más producidos por un lado y también más políticos, por otro. Hacia fines de los años 90, los políticos comenzaron a circular por sus programas. Es famoso el ingreso al piso de Fernando de la Rúa en la inminencia de la crisis del 2001, con la marcha peronista de fondo, como si Marcelo Tinelli supiera cómo se iba a desencadenar la dimensión político institucional de dicha crisis. Más recientemente, podemos recordar la presencia de los candidatos del ballotage de las últimas elecciones nacionales en el momento del Bailando por un sueño, muy al estilo argentino del político gobernando junto a su esposa. Precisamente uno de los interrogantes previos al ballotage nacional era cuánto había incidido la presencia de los principales candidatos junto con sus esposas en el programa de Tinelli. ¿Podemos seguir hablando de la tinellizacion de la política, o ahora correspondería referirnos a la politización de Tinelli? La alusión a la política, en esta nueva edición 2016, volvió de la mano de la reedición de Gran Cuñado y la imitación de figuras emblemáticas del poder político argentino actual. Si bien este es un momento humorístico del programa, es conocido el conflicto que tuvo con el actual presidente por la caricaturización de su figura.
Es de destacar como comenzó el ciclo 2016. A la manera de la grandiosidad de los eventos globales como las ultimas Olimpiadas deportivas o los Mundiales de futbol en la inauguración del programa participaron más de 1400 personas, lo cual colocó a su ya casi ex productora Ideas del Sur y a su programa casi como una fuente laboral y da cuenta del alcance del fenómeno a nivel social y cultural, ocupando diversos escenarios no solo del piso del canal sino de la ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, en esta reedición del programa, en un nuevo ciclo político de la Argentina (el programa ya atravesó varios desde 1990), llamaron la atención cuatro aspectos.
Después de tres años de estar asociado al Grupo Indaló y a Cristóbal López, este es el primer ciclo en el cual si bien sigue siendo producido por Ideas del Sur, la empresa ya no le pertenece. Existen posibilidades que Ideas del Sur sea comprada por canal 13 y el Grupo Clarín. Este movimiento expresa -entre varias cuestiones- cómo la TV argentina, en términos empresariales, está afectada por el devenir de la política y cómo, también, Marcelo Tinelli tiene la capacidad de acompañar los procesos políticos y quedar bien parado siempre.
En segundo lugar, llama la atención el lugar que asumió su hija Candelaria en la presentación. Ella cantó la cortina musical del programa. Su presencia es muy simbólica a nuestro entender ya que tiene la edad del comienzo del programa en la pantalla argentina. Es decir Candelaria es hija de Tinelli y también de Showmatch, De esta manera Los Tinelli reproducen el modelo de empresa familiar como también fueron los Yanquelevich en otro momento de la TV Argentina.
Es notable el lugar que Marcelo Tinelli le ha dado al baile en sus programas. Empezó en los noventa con las Tinellys, luego vino el Bailando…, uno de los espacios más esperados de su programa y ahora inauguró el ciclo 2016 con una performance de Mora Godoy, la bailarina de tango for export que bailó con Obama cuando visitó la Argentina, bailando en una grúa en las alturas de la punta del Obelisco de Buenos Aires. De esa manera no quiere ser menos que Obama y tampoco que Macri, contrata una figura fetiche de la presencia del presidente de uno de los países más poderosos del planeta. Si el presidente norteamericano bailó con una bailarina de tango consagrada, por qué no incluirla en el programa. El poder económico se puede dar esos gustos.
Por último cabe señalar como la marca Showmatch interviene en la producción de audiencia. Tanto a través de la activación del programa en twitter como en Facebook, así como también en la creación de varios programas de la tarde que se dedican a hablar de lo que Tinelli genera. Es decir: si la prensa gráfica marca la agenda de la radio y la televisión en materia informativa, Tinelli marca la agenda televisiva en materia de programas televisivos. De esa manera genera nuevas programaciones y nuevos empleos. Lo más novedoso de esta nueva inauguración es la producción de un emoji como marca del programa –emoticones- que junto con diversos hashtags (etiquetas utilizadas en twitter), la producción se propone generar interacción entre la audiencia.
Nos puede gustar o no Tinelli en cuanto producto cultural, lo que no podemos dejar de observar y reflexionar es acerca del lugar de poder que ha alcanzado en dos décadas y media en el entramado político cultural de la Argentina.
Acerca del autor/a / Ana Wortman
Dra. en Ciencias Sociales UBA. Investigadora del Instituto Gino Germani, del área Cultura y Sociedad. Profesora de Sociología contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales, UBA y de Sociología de la cultura en posgrados sobre gestión cultural FCE UBA y UNC, en forma presencial y virtual. Ha investigado sobre políticas culturales en diferentes niveles: empresarial, estatal y de la sociedad civil así como también consumos culturales: cine y música. Es autora de varios libros y artículos de su especialidad.