Vinculación

UNA MODALIDAD JAURETCHEANA DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE

Aula Campo

Por Gustavo Tito

Cambiar la mirada del proceso de enseñanza aprendizaje vinculando los saberes de los actores

“…de los bárbaros, es decir del país real.

Don Arturo Jauretche

Hace ya tres años que en la UNAJ se ha instalado una modalidad de enseñanza aprendizaje en donde los agricultores familiares del periurbano de Florencio Varela y Berazategui, son “profesores” y por lo tanto no solamente evalúan junto con el docente, sino que participan en el proceso de enseñanza-aprendizaje del curso. Esta modalidad se denomina AULA CAMPO e implica un modo de curricularización de la vinculación territorial en la que esta  es incorporada a una materia de grado acreditable por la UNAJ. Y, como dos caras de una misma moneda, también consiste en el fortalecimiento de la vinculación territorial al convertir los predios de los productores y productoras en un espacio académico. No se trata de una salida a campo, simplemente, en donde estudiantes y docentes analizan un sistema productivo ajeno, ni tampoco es un trabajo práctico donde la academia va en búsqueda de información primaria en el hacer cotidiano de los sectores populares para validar o no la teoría, ni es una cátedra libre o clase abierta, donde los productores dan clase contando a la Universidad su “mundo”. Es otro estadio: el CAMPO es el AULA y el AULA es el CAMPO. La realidad y los saberes de los productores y el conocimiento académico son analizados críticamente, en paridad y cogestión de nuevo conocimiento, acreditable por la Universidad en concurso con los protagonistas. 

Un poco de historia reciente

Desde el año 2012, la materia Gestión Ambiental de los Establecimientos Productivos Primarios Periurbanos (materia del último año de la Licenciatura en Gestión Ambiental) se desenvolvió con una metodología de enseñanza con clase teóricas, clases abiertas, trabajos grupales y plenarios, que incluía, casi a finales de año, una visita al campo de todos los y las estudiantes en la que se desarrollaba un tema de la materia y se comentaba con el productor. Las clases culminaban (y aún lo hacen) con un balance colectivo de la materia. En este se exponían inquietudes, comentarios y se evaluaban las demandas y opiniones de los y las estudiantes. De manera recurrente, aparecía la necesidad de tener más actividades de campo. Para ir satisfaciendo esa demanda se propuso e implementó, en una primera instancia, la invitación a que los/las productoras/res participaran en las Clases Abiertas, para, de alguna forma, sentir más cercana la tarea del campo desde esa interacción. A pesar de esta propuesta, en el balance realizado al final de aquel curso todavía se veía reflejada la necesidad de parte de los y las estudiantes de involucrarse más en el trabajo de campo.  Por otro lado, la consolidación de acciones en el territorio de los proyectos de UNAJ investiga y UNAJ Vincula (2018-2021), dirigidos por el equipo de Estudios Periurbanos UNAJ-INTA con organizaciones de la Agricultura Familiar Periurbana de Florencio Varela y Berazategui, permitió contar con una RED de establecimientos productivos con recepción y voluntad de trabajar en una propuesta superadora. Allí se comenzó a gestar el AULA CAMPO. 

Esta modalidad tiene antecedentes en las escuelas rurales, que intentan vincular las labores y aprendizajes escolares con los hogares de los alumnos y las alumnas, volcando los conocimientos aprendidos desde las escuelas a su territorio, ganando experiencias durante su aplicación y llevándolas de nuevo a la escuela como motivadores de nuevos aprendizajes. Se enmarca en la Educación de Alternancia que también funciona en las zonas rurales del país y permite a los y las estudiantes de educación secundaria formarse integralmente en los ámbitos humano-académico y técnico-productivo, realizando su formación de manera alternada y articulada entre la institución educativa y el medio social y laboral en el que se desenvuelve, cubriendo los espacios de interculturalidad, con el objeto de contribuir al desarrollo integral de los estudiantes, sus familias y comunidades. Esta modalidad tiene como principales características: ser pertinente y equitativa, vivencial e interactiva, promotora de la investigación y el liderazgo, emprendedora y participativa.

El Aula Campo propiamente dicha

El Aula Campo lleva ya tres ediciones, pasando por esta experiencia un total de 20 productores/ras y 41 estudiantes.

Se trata de dos espacios de enseñanza-aprendizaje interconectados en una construcción colectiva del conocimiento. Por un lado, el Aula, ya conocida por los y las estudiantes, donde se desarrollan y discuten los conceptos, se analiza lo sucedido en Campo y se elaboran colectivamente propuestas a hacer a los productores/ras. Por el otro, el Campo, donde la pareja o trío de estudiantes (como grupo) interacciona con el productor/ra problematizando conceptos y propuestas elaborados en el Aula. 

Mientras en la visita a Campo los y las estudiantes desarrollan consignas referidas a los temas tratados en la materia, los resultados de esa interacción con el productor y/o productora se recuperan y discuten luego en el Aula, en plenario entre todos los y las estudiantes. Hay que tener en cuenta que cada par/trío de estudiantes visita a productores/ras distintos/as, por lo que el intercambio es clave para conocer otros sistemas productivos además del visto por cada estudiante.  Durante las semanas en que los y las estudiantes realizan la tarea de Campo se utilizan 2 horas volantes de la materia para esa actividad. Luego de la primera visita, de carácter diagnóstico, las restantes consignas apuntan a ir elaborando y sugiriendo alternativas a los problemas que van planteando los/las productores/ras en cada tema, propuestas que son rechazadas, aceptadas o modificadas por estos. Luego de una serie de visitas (aproximadamente 3 o 4) los y las estudiantes elaboran un informe final que inicia la evaluación final y acreditación de la materia. El docente, en conjunto con productores, productoras y los y las estudiantes son los que trabajan conjuntamente en la evaluación de lo realizado. Esta actividad colectiva también permite establecer puentes entre los productores y productoras intervinientes, quienes a través de los informes se conectan con realidades de producción muchas veces desconocidas y alienta nuevas interacciones de distinto tipo. Esta sencilla propuesta metodológica genera una serie de externalidades positivas, tanto en el territorio como en la formación de los futuros profesionales.

Conocer al otro

Cuando se abren las tranqueras de los predios productivos, los y las estudiantes enfrentan sus prejuicios y desconocimiento ante un actor o una actora protagonista de la Soberanía Alimentaria que vive en el territorio natural de la UNAJ. Este abarca un amplio periurbano, en el que la producción primaria de alimentos compite a la vez con la expansión de la urbanización, la extracción de materiales, la instalación de industrias, el depósito de residuos, etc. Y justamente son los productores/ras los que garantizan gran parte de la producción de alimentos de los mismos y mismas estudiantes.

Preguntados y preguntadas sobre sus vivencias durante el Aula Campo, los/as estudiantes que hicieron la experiencia, han comentado lo interesante de tener la “mirada” del productor/ra sobre las Políticas Públicas “que una/o puede planificar”, y el temor de que “si le doy una sugerencia al productor/a, ¿nos hará caso?”

Luego de la primera visita, los y las estudiantes consideraron que por primera vez en la carrera tuvieron un acercamiento profundo a los sistemas productivos visitados, tanto en su estructura como en su dinámica de funcionamiento, explicado de primera mano por los propios productores y productoras, con su conocimiento autóctono. Vale señalar que, al tratar de explicar las causas de los problemas que el/la productora/ra plantea, los y las estudiantes, reafirman conceptos teóricos ya abordados en clases anteriores, destacan y rescatan a partir del discurso de los productores/ras los distintos sistemas productivos, estableciéndose una primera construcción colectiva teórica desde la praxis. El plenario, realizado en el Aula, propone un jugoso intercambio entre los y las estudiantes, tanto al indagar otros sistemas productivos (distintos a los visitados por cada uno/una) como a “tomar sugerencias” de armado de propuestas a productores y productoras. Ante la pregunta de cómo sintieron y si visualizaron dificultades en la comunicación con los productores/ras, los y las estudiantes comentaron que se sintieron tranquilos/las, y percibieron a los productores y productoras con una actitud abierta, sin esquivar ninguna pregunta. Los/las estudiantes se sorprendieron al notar que, ante muchas de sus propuestas de soluciones, el productor o la productora ya las hacía, o las tenía pensadas. Eso permitió valorar la contribución de alumnos y alumnas a la realidad del productor y la productora visitados/das. Muchas de las propuestas de soluciones partieron desde la observación de lo que ya el productor o la productora hacía, lo que permitió que los y las estudiantes propusieran gestiones desde la necesidad y, por lo tanto, comprendieran que son ideas y propuestas situadas en el territorio. Sin embargo, también hubo sugerencias de soluciones que no fueron consideradas por los productores y productoras, algo que resulta natural en la gestión.

El otro, también somos nosotros

Los productores y productoras, por su parte, destacaron la interacción como un proceso de carácter político, como una interpelación de productores y productoras hacia la Universidad, para transformar el territorio. Coincidiendo con la propuesta jauretcheana, ellos agregan: “Se aprende en el Aula y conociendo día a día a la gente que produce, es importante que la Universidad vaya al campo, y se visibilice a la Agricultura Familiar”, “nuestras tranqueras están siempre abiertas” y los y las estudiantes agregaron que “nosotros y nosotras aprendemos más de lo que podemos devolver”.

¿Quién evalúa el proceso?

En el AULA CAMPO el y la estudiante conocen, a decir de Don Arturo, el país real, y los productores y productoras reciben a la “civilización” (la academia) en sus predios, pero sintiéndose reconocidos y visibilizados. Esto genera indefectiblemente un espacio de empatía, e inicia una interacción para intentar, en conjunto, resolver un problema situado, cotidiano, que los y las conduce a buscar consenso sobre un abanico de soluciones. Durante esta búsqueda, dado el contexto empático y de valoración de los diversos saberes en juego, se genera nuevo conocimiento. Cuando se llega a una instancia de estas características, ¿quién evalúa el proceso? La respuesta es simple: todos, los y las estudiantes, cada uno/una y entre sí, el docente y por supuesto el/la agricultor/ra experto/ta. 

Acerca del autor / Gustavo Tito.

Profesor de la Materia Gestión Ambiental de los Establecimientos Productivos Primarios Periurbanos, de la UNAJ; Coordinador del Convenio de colaboración técnica INTA/UNAJ

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