Las categorías macartistas del idiotismo alientan la necesidad de defender la educación pública. En el marco de universidades con una diversidad evidente, la acusación de “adoctrinamiento” lo que busca es censurar las ideas del otro.
El presidente Javier Milei justifica el recorte presupuestario a las universidades nacionales con la acusación de que las casas de altos estudios realizan adoctrinamiento.
El diccionario de la Real Academia Española (RAE), autoridad reconocida respecto al idioma castellano, define como adoctrinamiento “Instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, inculcarle determinadas ideas o creencias.”
Comprender esta definición requiere que se aclare el significado de la palabra doctrina.
Al consultar nuevamente el diccionario de la RAE, se encuentra que, en su primera acepción, define: “Enseñanza que se da para instrucción de alguien”. Para más claridad menciona algunos sinónimos, entre ellos: “enseñanza, instrucción, saber, sabiduría, erudición y ciencia”.
La segunda acepción que contiene el mismo diccionario es “Norma científica, paradigma”.
Vale aclarar que la fuente consultada, el diccionario de la RAE, es realizado por una institución claramente conservadora y más aún, monárquica, al punto que el Rey de España preside sus encuentros plenarios, lo que disipa cualquier sospecha que el primer mandatario pueda arrojar acerca de que sea portadora de lo que define como “el peligro del socialismo”.
Volviendo a la cuestión de la doctrina, para mejor comprensión se puede ir a la etimología de esta palabra. Según el diccionario etimológico DECEL, “Doctrina” proviene del latín, doctrina y significa “ciencia, sabiduría”, su La raíz está en el verbo latino “docere”: enseñar.
De esta sencilla investigación, se puede inferir que, cuando el presidente Milei denosta a las universidades de hacer adoctrinamiento, las está acusando por cumplir con la función para la que fueron creadas.
Utilizando la misma metodología de razonamiento se podría acusar a los transportes públicos –trenes, colectivos, subterráneos, taxis– de llevar gente de un lugar a otro, a las farmacias de vender medicamentos o a las verdulerías de distribuir alimentos de origen vegetal.
Universidades Nacionales vs conspiranoia
Evidentemente el presidente, formado en una universidad privada, no consulta el diccionario. Tampoco parecen hacerlo sus asesores. Es probable que haya extraído este concepto de Twitter, que parece ser su principal fuente de saberes.
Todo parece indicar que el actual heredero del Sillón de Rivadavia utiliza esa palabra desde un imaginario donde habría comisarios políticos vestidos con uniformes del Ejército Rojo en cada aula verificando que se transmita con exactitud el perverso ideario socialista que el Partido ordena.
Una sencilla verificación de la realidad da por tierra con esta fantasía. En las universidades nacionales hay libertad de cátedra y los profesores llegan a sus cargos por riguroso concurso. Además, es necesario tener en cuenta el hecho evidente de que cada uno de los millones de alumnos que pueblan sus aulas tiene su propia conciencia crítica que le permite evaluar la veracidad y la solidez de lo que los docentes afirman. Por otra parte, existen 60 universidades nacionales distribuidas en todo el territorio argentino, sus autoridades son elegidas democráticamente por las comunidades de cada una de las casas de estudios y sus rectores provienen de las más variadas corrientes ideológicas.
Si alguna vez hubiera transitado los espacios de las universidades nacionales, Milei se habría dado cuenta de la enorme diversidad de ideas que circulan en ellas y de los intensos debates que generan las concepciones contradictorias que las sostienen, de los que frecuentemente surgen ideas e interpretaciones de la realidad novedosas.
Ante las afirmaciones del autodefinido anarquista libertario vale preguntarse si cree que el supuesto adoctrinamiento se sostiene en un complot, y si es imaginable una conspiración en la que participan las autoridades de las 60 universidades nacionales y los centenares de miles de docentes que trabajan en ellas para inculcarles ideologías perversas a multitudes de alumnos. ¿Considerará el presidente Milei que descubrió una trama que se mantuvo en secreto durante décadas pese a su carácter multitudinario?
El Mal y la historia
En un intento de comprender que es lo que lleva al adalid del anarco-capitalismo a sostener la idea de las universidades nacionales como lugares donde se inculca a los alumnos ideas dañinas se puede suponer que considera que atrás de ese complot hay una fuerza maligna, el Mal, con mayúscula, que invade todos los ámbitos y que, en su discurso, adopta nombres precisos: socialismo, comunismo o colectivismo.
Ya en el Foro de Davos se refirió a la magnitud de su idea del Mal:
“Así es como llegamos al punto en el que, con distintos nombres o formas, buena parte de las ofertas políticas generalmente aceptadas en la mayoría de los países de Occidente son variantes colectivistas. Ya sea que se declaren abiertamente comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, nacional, socialistas, demócratas, cristianos, keynesianos, neo keynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas.” Como si esto fuera poco extendió sus acusaciones a feministas, a quienes reconocen los derechos de la diversidad sexual y a los defensores del medio ambiente.
En los tiempos de la Inquisición esa fuerza maligna universal se llamaba Satanás, el demonio debía ser buscado en todos los ámbitos de la sociedad y sus cómplices quemados en una hoguera.
En tiempos más cercanos, el genocida Cristino Nicolaides, excomandante en jefe del Ejército durante la última dictadura cívico militar, al igual que Milei, pensaba que el Mal se encarnaba en el socialismo y expresaba: “Debemos pensar que hay una acción comunista-marxista internacional que desde hace quinientos años antes de Cristo tiene vigencia en el mundo y que gravita en él”
La insistencia de Javier Milei en sus diatribas cargadas de odio nos remiten a otra figura histórica: Adolf Hitler. Aunque los destinatarios son diferentes, sus modos de razonamiento tienen puntos de contacto. El dictador alemán señalaba: “En el correr de los siglos, ya descubrieron otros pueblos que la simple existencia del judío es una calamidad equivalente a la peor peste.”
Aunque dice tener el deseo de convertirse al judaísmo, el presidente argentino sentencia de manera análoga al principal impulsor del Holocausto, al referirse al comunismo: “Antes pensaba que era un problema de carácter mental. Pero luego me di cuenta de que era algo mucho peor, que era una enfermedad del alma.”
Las dos expresiones comparan a las encarnaciones del Mal que invaden al conjunto de la sociedad con enfermedades, pero el dueño de los canes clonados fue más allá al preguntarse “¿Qué es en el fondo un socialista? Es una basura, un excremento humano”. A esta sentencia le respondió el presidente colombiano de manera lacónica: “Eso decía Hitler”.
Está claro que esa concepción del Mal absoluto atraviesa una línea de tiempo donde se inscriben la Inquisición, Adolf Hitler, Cristino Nicolaides y Javier Milei y, en todos los casos, es tomada como un dogma.
Volviendo al diccionario de la Real Academia Española, la palabra dogma, en su primera acepción significa: “Proposición tenida por cierta y como principio innegable.” Y en la segunda: “Conjunto de creencias de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier religión.”
Entonces llegamos al núcleo del problema: el primer mandatario sostiene un sistema de ideas anacrónico de una rigidez mineral y de ello deriva su incapacidad de ejercer la conciencia crítica frente a su propio mirada del mundo pétrea e inmutable.
Acerca del autor / Gabriel Wainstein
Periodista y guionista de cine y televisión. Como guionista ha ganado premios en los Festivales Internacionales de Cine de Guayaquil y Gualeguaychú. En la actualidad trabaja en Mestiza Radio donde, desde hace ocho temporadas, produce y conduce el programa “El dulce veneno de la novela negra”, dedicado a la literatura policial. En el marco de ese programa está desarrollando una investigación sobre la historia de la literatura policial argentina.
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