La pregnancia de lo sonoro en el cine de Leonardo Favio se evidencia en todos sus films. Su obra estimula a pensar el lugar que ocupa el sonido en el audiovisual y en cómo Favio ha dejado una huella en relación al potencial de la utilización de las voces como códigos sonoros protagónicos; para construir un espacio-tiempo audiovisual, propio de su estilo cinematográfico (Casetti- Di Chio, 1990).
En la primera escena de Juan Moreira, luego de ver en plano cenital cómo están sellando con tierra una tumba, se observa la sombra de alguien que se acerca al tiempo que se oye la voz de un hombre al que nunca veremos: —Y preguntada que fue si reconoce en el cadáver exhumado y expuesto de quien en vida fuera su esposo Juan Moreira (Favio, 1973). Luego sabremos que la sombra era de su mujer, dado que lo que sigue es un largo primer plano de su rostro llorando. Favio se detiene en la observación minuciosa de la mujer mientras nos informa (a través de la voz en off) que Moreira ha muerto. La tensión que transmite se corresponde a la naturaleza injusta de los acontecimientos que describe. La entonación de la voz se intensifica junto con la tensión musical, hasta que oímos el grito de Moreira: ¡Que viva Juan Moreira carajo! Esta organicidad es generada gracias al contrapunto de las voces, que nos transportan en el tiempo y el espacio. Estamos en el velorio, porque aunque no veamos la cara del notable, lo sentimos cerca, y luego saltamos al pasado (al tiempo en que Moreira estaba vivo). Este será el tiempo presente de toda la película: el de la narración, mediante las voces que irán desgranando la historia.
Dicen Oubiña y Aguilar (1993, p. 56): “Dentro de este clima, la voz en off -que por definición carece de cuerpo- es uno de los recursos principales para lograr la inmaterialidad del estado de ánimo y uno de los rasgos dominantes del cine de Favio (…) la voz en off cumple, en todas sus películas, una función narrativa y marca el carácter de la puesta en escena. Un narrador al que no se alude mediante la imagen”.
Se trata de un rasgo heredado del radioteatro, donde Favio supo hallar sus primeras armas expresivas. Según él mismo nos cuenta: “El manejo de la emoción a través de los sonidos, tiene que ver con mi experiencia en el radioteatro (…) La banda sonora es parte de la imagen misma. No uso las voces como voces sino como instrumentos, como color. Las voces acompañan la imagen en su cadencia. Una voz que desentone te arruina una imagen” (En Schettini, 1995, p.95)
Jorge Rivera, en Medios de comunicación y cultura popular (1985), titula su capítulo sobre el radioteatro como La máquina de capturar fantasmas y adjudica su éxito al hilo fascinatorio y fantasmal que mantenía en vilo a toda la población junto al mueblecito de la radio. “Las voces clásicas de sus actores desgranando día tras día las eternas peripecias del radioteatro cotidiano, tan idénticas siempre a sí mismas, pero tan sugestivas para tener a toda la familia atrapada a la hora que comenzaban sus relatos” (p. 65).
Luego de matar al almacenero Sardetti a sangre fría, vemos en escena a Moreira despedirse de su mujer y guarecerse en una zona habitada por indios, mientras escuchamos la voz en off del cacique: —“Quédese en mi toldería. En medio de esta pobreza no faltará con certeza un toldo pa’ cobijarse y un trago con que mamarse para olvidar la tristeza” (Favio, 1973). Primer plano del cacique sin mover los labios, corte a imágenes de Moreira entre los indios, y luego un primer plano del gaucho masticando hierbas o semillas, pensativo, mechado con algunos planos de los indios en la toldería. Se escucha en off sus palabras, casi una declaración de principios sobre la situación de los indios: “Qué penas he de olvidar en medio de esta miseria. Más me vale que a mi tierra me vuelva a pelear lo mío. Me revela el ser testigo de tanta hambruna y pobreza” (Favio, 1973).
Esta ambivalencia del punto de vista se repite en otra escena con voz en off: “Vago y mal entretenido, ladrón y homicida peligroso” (Favio, 1973), se escucha sin saber quién es el emisor.
Cuando Moreira huye hacia la oscuridad es porque sabe que la ley no lo ampara, que no hay justicia. Inmediatamente después de su pedido de captura se escucha otra voz en off, ahora en una feria, cuya fuente -a diferencia de la anterior- será finalmente develada: se trata de una tradición popular y quien habla es una vieja, señalando un historieta realizada en grandes paneles sobre las acciones de Moreira: el que huye de la ley, el que pone el cuerpo.
En estas escenas, aunque las voces son distintas todas se corresponden con la misma función; la del relator en el radioteatro. Para Di Benedetto: “Dijo Alberto Migré que el relator era a la vez un escenógrafo, un meteorólogo, un arquitecto o un analista” (Di Benedetto, 2008, p.31)
Según Oubiña y Aguilar (1993): “A Favio no le interesa tanto develar un conflicto en la trama, como la forma en que ese conflicto se desenvuelve. Ya sea porque la historia es conocida por el público, ya sea porque el narrador anuncia generosamente sus pormenores (…) En la voz narradora, ya no se trata de ir hacia el futuro o hacia el pasado, ni de instaurar un punto de vista político desde donde revisar la historia; se trata de modificar las coordenadas espacio-temporales situando el relato en un tiempo mítico y en un espacio mágico” (p. 112). La función que cumple el narrador no sólo comprende a la presentación del relato sino que esta se amplía para establecer también el tipo de relato.
Decía Favio: “El radioteatro será lo que será, pero tiene su verdad. Yo lo he vivido desde adentro, es tan lindo, tan elemental, tan exagerado pero tan verdadero…” (En Schettini, 1993, p. 59). Dice, a la vez, que no todos tuvieron la posibilidad de experimentar el radioteatro desde adentro y desde afuera; la declaración exhibe el origen popular de su experiencia y, al mismo tiempo, la posibilidad de adoptar una mirada distanciada sobre ella. De esta forma, Favio construye imágenes sostenidas por espacios y tiempos con los rasgos propios del radioteatro. En sus películas la voz del relator traza un eje fundamental en la estructura del género. La funcionalidad que el realizador le otorga es reveladora y original, habilitando amplias posibilidades en la construcción de un espacio y un tiempo sonoros.
Bibliografía
Cassetti, F. y Di Chio, F. (1990). Como analizar un film, Buenos Aires: Paidós.
Di Benedetto, M. M. (2008): El radioteatro nacional, historia y testimonios. Buenos Aires: Tiempo Sur.
Favio, L. (Director) (1973). Juan Moreira [película]. Centauro Film
Oubiña D. y Aguilar, G. M. (1993). El cine de Leonardo Favio, Buenos Aires: Del nuevo extremo.
Rivera, J. (1985). Radioteatro: La máquina de capturar fantasmas. En Medios de comunicación y cultura popular. Buenos Aires: Legasa, pp. 65-69.Schettini A. (1995). Pasen y vean. La vida de Favio, Buenos Aires: Sudamericana.
Acerca del autor / Alejandro Beain
Maestrando en Estética, Teoría y gestión de las Artes (UNLP).
Licenciado en Realización e investigación audiovisual, Facultad de Artes (UNLP).
Productor audiovisual en Unidad de Vinculación Audiovisual de la UNAJ.