Testimonios de Susana Quevedo, Mariana Vázquez, María Rosa Petrone, Eduardo Cafferata y Vicente Ierace, médicas/os y trabajadoras/es sociales, docentes de la cátedra Salud Pública de nuestra universidad, que integraron los equipos Atamdos.
“Los que llevaron adelante el programa a nivel provincial fueron Guillermo Devoto y Gabriel Muntaabski, que eran médicos generalistas. Veníamos de una experiencia con ellos, habían salido de la residencia, eran muy jóvenes, éramos todos muy jóvenes. Ellos ya venían trabajando con Ferrara previo a las elecciones de Cafiero como gobernador, se hacen cargo del programa y empiezan a convocar médicos generales que salíamos de la residencia para formar parte de este programa. Fue una propuesta laboral muy interesante. Y por supuesto era un equipo interdisciplinario, trabajadores sociales, psicólogo, y todos cobrábamos lo mismo. ¡Y cobrábamos muy bien! Era revolucionario para ese momento….”
“Yo soy trabajadora social, hice mi último año de prácticas en un centro de salud en Santa Marta, en el cuartel 9º, con toda una experiencia de salud comunitaria. Cuando terminé la práctica me quede haciendo militancia social y justo fueron las inundaciones, en febrero del 88. Me quedé viviendo en la unidad sanitaria porque no se podía ni entrar ni salir. A partir de ese trabajo, Pablo Muntaabski me ofreció incorporarme al Atamdos. Fui a La Plata a un par de reuniones y después hicimos un curso…”
“El Atamdos fue revolucionario por el enfoque, por las asambleas populares, por cómo estaba diseñado. Nosotros teníamos 300 familias a cargo de cada equipo. Cada equipo estaba conformado por un médico, una trabajadora social, una psicóloga, un administrativo, un enfermero, y un odontólogo cada dos equipos”.
“…el equipo censaba a sus 300 familias que ingresaban al programa con la apertura de una historia social; no era una historia clínica, era una historia social, donde estaba la historia de la familia, que era el informe social que hacíamos los trabajadores sociales, la ficha de la atención psicológica… era un mapeo barrial, un diagnóstico de la situación barrial que hacía todo el equipo. Y además hacíamos un mapeo de las organizaciones y de todos los actores sociales que había en ese territorio…”
“Lo principal del Atamdos es que es la primera vez que se enfrenta la hegemonía médica como corporación, y a la corporación de los laboratorios. Porque este trabajo basado en la actividad comunitaria, en la prevención y en la promoción de la salud, donde la comunidad pasaba a ser protagonista del plan de salud rompía con las corporaciones que tienen los cotos de caza…nosotros entregábamos medicación, entregábamos todo…desde una lógica distinta, esas 300 familias eran protagonistas en la decisión de la salud de ese lugar”.
“Las asambleas eran con los vecinos e instituciones, estaban previstas como parte del programa. Asambleas, Consejos de Administración, con la elección de ciudadanos que participaban en el Consejo, en la planificación, en la ejecución y en la evaluación”.
“En algunos municipios terminamos presos. Treinta horas detenidas nos tuvieron a todo el equipo de salud por una cuestión de no aceptación política del intendente al que, obviamente, estas cosas le molestaban bastante. Porque de repente, en un centro de salud se arma una asamblea con participación de las sociedades de fomento, de los cuadros de participación popular barrial y no les causaba ninguna gracia. Nos pintaron “Fueran zurdos de esta sala” con brea negra. Unos días antes nos perseguían de manera permanente”.
“Esto que nosotros hacíamos de manera pautada desde el programa muchas veces no había sido consensuado con las autoridades municipales. Entonces lo veían como una amenaza peligrosa, como algo que se estaba gestando de posicionar las asambleas populares”.
“…y falta de experiencia también de parte de los compañeros, que éramos demasiado jóvenes. A todos lo que organizábamos, sobre todo a los trabajadores sociales, ésta cuestión de las asambleas nos provocaba mucha emoción, nos sentíamos muy cómodos en ese espacio. Y a otros les jodía demasiado. En municipios donde estaba todo absolutamente controlado el movimiento vecinal y el movimiento social, que en un centro de salud te generen un espacio político, jodía”.
“De cavar zanjas para el agua, de salir con el médico y la psicóloga a recorrer el barrio porque había una fábrica de baterías que eliminaban los restos en el arroyo y habíamos hecho un informe ambiental acerca de eso. Y pibes alrededor de una cava donde depositaban cal y otros elementos que traían problemas respiratorios, y también habíamos elevado un informe acerca de esa situación. El compromiso excedía el plano de lo exclusivamente asistencial y nos metíamos en temas que para algunos municipios, que tenían arregladas algunas cuestiones con las empresas de la zona, molestaban bastante”.
“Había un grado alto de autonomía de los equipos porque todos te estamos contando experiencias diferentes muy ensambladas con el territorio. Y el territorio era el que te daba esa característica única en la que decidías qué hacer junto con las asambleas. Si la asamblea planteaba el tema de…me acuerdo que en una asamblea presentaron el tema de los derechos laborales e inmediatamente abrimos un consultorio de asesoramiento gremial. Había autonomía pero debíamos cumplir con determinadas pautas y eso era irreductible, teníamos que censar las 300 familias para tener conocimiento de la población, de la comunidad, de las determinaciones sociales de la salud. Teníamos un conocimiento muy estrecho de lo que pasaba. En base a ese diagnóstico había un seguimiento de alineación permanente a todo este objetivo revolucionario en la salud”.
“Los equipos fueron al conurbano bonaerense, al segundo cordón fundamentalmente. Tenía la perspectiva de cubrir a 1.200.000 personas, ¡hubiera sido impresionante! Era el comienzo, en total habremos sido unas 500 personas. Fueron unos ciento y algo de equipos. En Florencio Varela eran dos centros de salud con cuatro equipos. Imagínense, en ese momento había veintipico de centros de salud. Se necesitaba seguir avanzando en esa estrategia”.
“Esta perspectiva de 1.200.000 personas hubiera impactado porque hubiera producido un fortalecimiento del primer nivel de atención que hubiera necesitado un sistema integrado de salud. No era un programa aislado, había una perspectiva de un Sistema Integrado de Salud con los municipios”.
“Nosotros no concebíamos nuestro trabajo por fuera de nuestra concepción, no solamente profesional sino político ideológica, por lo que fue muy poco tiempo pero nos marcó mucho a todos hasta hoy. Todos somos y nos sentimos herederos de eso. Con los municipios, les pasamos un poco por arriba. Además fuimos a centros de salud que no estaban vacíos, había gente de otros programas trabajando”.
“Ferrara trabajaba mucho sobre la mística. Recorría todos los centros de salud, se sentaba en la sala de espera con la gente, con el personal y nos decía “Este centro de salud va a estar muy bien cuando haya cincuenta pibes, treinta embarazadas, veinte viejos y cinco perros”. Tenía un gran carisma y era absolutamente místico, por lo que podía transmitir lo que estaba en el plano de lo teórico y ponerlo en el plano del corazón en jóvenes que veníamos con muchas ganas de trabajar en lo social”.
“Todos los equipos tenían el enfoque del trabajo comunitario, incluso en la articulación con las organizaciones, con las instituciones públicas […] Trabajamos con chicos que no tenían cuidados parentales y que por ahí hubiesen ido a una institución en adopción y se hizo todo un trabajo para que queden bajo la tutoría de otra familia dentro de la comunidad. […] ¿Te acordas cuando se robaron el equipo del odontólogo? Fuimos a decirle: Si vos te robaste el equipo del odontólogo no le pueden arreglar los dientes a nadie. Y terminamos llevando al equipo de vuelta”.
“Acá en Florencio Varela los incorporamos sin ningún problema, nosotros queríamos más Atamdos. Se habla de que Varela tiene una trayectoria en atención primaria y esto tiene que ver con el hecho de que se siguió con la impronta y con la esencia de los Atamdos. Por supuesto que después la situación cambió pero siempre fue el municipio con más trabajadores sociales. Quedó la idea del equipo interdisciplinario, las asambleas barriales se transformaron en algún tipo de institución local, espacio de integración donde se planteaban las necesidades del barrio”.
“ATAMDOS tiene una vigencia que es impresionante dado el poco tiempo que estuvo y el impacto sanitario que logró. Seguimos hablando de Atamdos por la personalidad de Ferrara. Si bien era un tipo sólido técnicamente y era un sanitarista de muy buena formación, te hacía creer que eso era posible. Tenía grandes dotes de orador, teóricamente no era un político partidario y sin embargo los actos eran de Floreal. A los pibes quien les impresionaba era Floreal. Eso no es menor. Aparte de eso, hay una concepción sanitaria, el Atamdos formaba parte de un sistema, el Sistema Integrado de Atención Progresiva de la Salud (SIAPRO) que tomaba las ideas de Carrillo, retomaba las ideas del SNIS (Sistema Nacional Integrado de Salud), era un sistema de atención progresiva en un sistema integrado. Cuando se habla de la atención de 300 familias, hoy todavía la OPS está planteando la nominalización como una de las cuestiones de lo que es la atención de la salud de la población. Y no lo hemos conseguido todavía. Por supuesto, ni hablar de la participación ni de la concepción de equipo interdisciplinario, cuestiones que quedaron porque valían técnicamente, que se recuerdan por la fuerza y la personalidad de Floreal, por el respaldo conceptual e ideológico que tenía detrás. Y tal vez porque nos agarró en una época de gran entusiasmo juvenil y que todavía seguimos manteniendo”.
“Tenemos años de juventud acumulada pero todavía seguimos teniendo las mismas ideas. La concepción o el enfoque del Atamdos para mi sigue vigente”.