Floreal Ferrara fue un pensador original que plasmó su búsqueda intelectual en numerosos libros y trabajos que son un aporte necesario para una historia del pensamiento sanitario nacional
Una faceta indispensable de la evolución del pensamiento político y social de Floreal Ferrara fue su pasión por la lectura y la búsqueda de conocimiento a través de ella. Ferrara era un lector compulsivo que acompañaba sus indagaciones y su obsesión política con todo tipo de textos en ciencias sociales y, particularmente, focalizaba en el estudio de las corrientes filosóficas que le permitieran comprender las razones de las luchas sociales y políticas. Luego, aplicaba esos conocimientos a sus reflexiones acerca de la política sanitaria. En la larga entrevista que le realizara Maristella Svampa recordaba que primero se había obsesionado con Hegel al que le dedicó cinco años de estudios, y que posteriormente pasó a estudiar la obra de Marx. Otra influencia que marcó la elaboración de su pensamiento fue la figura de Arturo Jauretche. Lo conoció en la pensión “Los Linqueños”, en La Plata -porque allí se juntaban los de Lincoln-, donde Jauretche iba a tomar mate y conversar. Cuando lo conoció, Ferrara lo veía un poco flojo de método y falto de rigor científico técnico. Compartía -reconoció tiempo después- una crítica habitual al pensamiento de Jauretche, aunque con el tiempo comprendió que estaba equivocado, que Jauretche “tenía un saber popular enorme del que me di cuenta años después”. Sin embargo, de aquella época Ferrara rescata su influencia que lo llevó a interesarse en el revisionismo histórico, “él me metió en la historia revisionista, esa historia que me habla de otro país y a partir de ahí me empiezo a meter en la filosofía”.
Su segundo libro se llamó Desarrollo y bienestar argentino (1966), que Ferrara consideraba muy desarrollista y un tanto pobre intelectualmente. Después se dedicó a estudiar al filósofo marxista Louis Althusser. La idea althusseriana de “la estructura como el hecho clave y no el individuo” le permitió una mejor comprensión de la lucha de clases desde la teoría social. Aun cuando en aquella época –reconoce- todavía no había podido ver la rigidez de la estructura en Althusser, sus ideas fueron una influencia fundamental en su libro Teoría social y salud (1985). No se detuvo allí, la lectura de Althusser lo recondujo a Marx y a descubrir –según él- al otro Marx, el Marx de los Grundisse. Comienza a escribir los tres tomos de Teoría política y salud con estas influencias. Son los fines de los ochenta, después de su paso por el Ministerio, y Ferrara se embarca de lleno durante ocho meses al estudio de los orígenes del liberalismo en Argentina y de la figura de Juan Bautista Alberdi que, junto con las lecturas filosóficas marxistas forjan las ideas de la obra que estaba escribiendo, Teoría política y salud. Ferrara nunca detuvo su curiosidad por la teoría en general y la filosofía política en particular. Incansable lector, se vio influenciado en los noventa por las nuevas corrientes situacionistas que tenían como pensadores a Antoni Negri, Baruch Spinoza y Gilles Deleuze. En 1995 formó un grupo de estudio de estos pensadores que se reunía una vez por semana en su casa. Como él mismo afirmó:
“El pensamiento de Spinoza fue para nosotros, en esta búsqueda del grupo filosófico, un faro importante. Y aquí empieza alguna contradicción con mi pensamiento peronista, porque el pueblo de Hobbes, en lugar de la multitud de Spinoza, siempre tiene la necesidad de un conductor. La multitud de Spinoza son singularidades que no necesitan conductor, se constituyen como tal, como sujeto, como sujeto histórico. Y entonces son mucho más libertarias. Negri es bastante libertario. Y en cambio, Hobbes entiende que tiene que buscar un conductor. Y yo miro nuestra pasión política y nuestra pasión política es conducida. El conductor es el que nos dice “vamos al 17 de octubre” y entonces vamos al 17 de octubre” (Svampa, 2010: 158).
En los últimos años de su vida, Ferrara sintió que había vuelto a sus raíces libertarias. Lo entusiasmaba la posibilidad de constitución de un sujeto diferente al de la muchedumbre y la certeza de la potencia de la categoría marxista de subsunción, la “subversión que produce el capitalismo apropiándose de todo, pero no solamente de la guita del tipo, no solamente del laburo del tipo, sino que se está apoderando de la ideología, de la escuela, de la religión, de la casa, de la familia, de todo se está apoderando, de todo. No hay un pedazo de la vida nuestra que no esté subsumida en el capitalismo, esto es infernal” (Svampa, 2010: 165). Su curiosidad por el conocimiento, la seguridad de que todavía no había aprendido lo suficiente y que siempre había nuevas ideas que ayudaban a una mejor comprensión de la realidad, constituían una capacidad inacabable de asombro juvenil, o como él decía “de seguir pensando que uno es apenas una hormiguita, dándose cuenta de que todos los días uno tiene un concepto nuevo para discutir y para pensar, ¿no?” (Svampa, 2010: 164).
OBRAS DE FLOREAL FERRARA
- Alcoholismo en América Latina, 1960
- Desarrollo y bienestar argentino, 1966
- “Epidemiología de las enfermedades cardiovasculares”, 1967, en Cardiología Clínica, autores varios, Buenos Aires, Intermédica.
- Medicina de la comunidad, 1976, en coautoría con Eduardo Acebal y José M. Paganini
- Teoría social y salud – 1985
- Teoría política y salud – 1993-1994
- Teoría de la corrupción y salud, dos tomos – 1995-1997
- Teoría de la verdad y salud, 2009
- Teoría del antagonismo y salud, inédito
PENSAMIENTOS
“La salud es también un acontecimiento antagónico, porque el que está sano está peleando cotidianamente contra esta situación de injusticia social, de injusticia política, de injusticia económica y el que está enfermo está absorbido por alguien que antagónicamente le impuso una condición determinada”.
“Hay que introducir con toda decisión en el campo de la salud la participación popular. El pueblo, las personas, tienen que ser los protagonistas del sistema de salud […] Y ¿qué quiere decir participación popular? Que los que hasta ahora son usuarios se transformen en co-administradores del sistema de salud. Que lo co-gobiernen”.
“A veces me paso de revoluciones y me doy cuenta que me alejo de lo que quiero; lo voy a repetir todos los días: solamente con humildad podemos construir esto; a lo del ’73 no podemos volver. No estoy negando las ideologías con las que fuimos, ni las banderas que levantamos, ni a los compañeros que hoy no están; digo que todo aquel dolor y todo este dolor que todavía tengo en el alma, nos tiene que servir para ser cuidadosos, humildes, constructores día por día, no tragándonos los vientos, como decía un poeta hace muchos años …”
“El problema de la salud en nuestra Patria no es un problema aislado, es decir de la salud propiamente dicha, sino que está íntimamente ligado al modelo económico y social del país. Es decir que forma parte de un capítulo de la llamada determinación máxima, que en términos filosóficos se llama sobredeterminación jerarquizada, que actúa sobre la salud y es la que impone el capitalismo, el imperio”.
“Por eso hoy la medicina y su práctica en la Atención de la Salud, en la Epidemiología resulta una ciencia socio-política, enraizada en la historia del hombre y sus grupos sociales, abarcando el análisis concreto de las relaciones de producción que determinan las situaciones sociales, políticas, económicas, jurídicas, religiosas, culturales, que atentan o deterioran las posibilidades del bienestar de la población…”
“El punto céntrico se ha trasladado del microbio a la sociedad; de la modificación patológica del mecanismo celular, al entendimiento de las fuerzas y relaciones sociales; de las alteraciones íntimas del protoplasma, núcleos, cromosomas, membranas, nucléolos a las relaciones de producción. Este es el cambio: rechazar el fetichismo del síntoma, de la enfermedad, para comprender la causalidad estructural que lo genera”.
“La salud se expresa correctamente cuando el hombre vive comprendiendo y luchando frente a los conflictos que la interacción con su mundo físico, mental y social le imponen, y cuando en esta lucha logra resolver tales conflictos, aunque para ello deba respetar la situación física, mental o social en la que vive o modificarla de acuerdo a sus necesidades y aspiraciones. De tal forma, que la salud corresponde al estado de optimismo, vitalidad, que surge de la actuación del hombre frente a sus conflictos y a la solución de los mismos…”
Acerca del autor/a / Charo López Marsano
Magister en Humanidades, Cultura y Literatura Contemporánea (UOC) y Profesora de Historia (UBA). Docente e investigadora de la UBA, coordina el área Cine e Historia del Programa PIMSEP (FyLL/UBA) y es investigadora UBACyT en Industrias Culturales (CEEED/UBA). Escribe sobre cine, política y memoria. Es coautora de los libros ¡Viva Yrigoyen! ¡Viva la revolución! La lucha armada radical en la Década infame (2017) y de El Atlas del peronismo. Historia de una pasión argentina (2019).