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UN DESAFÍO POLÍTICO Y ECONÓMICO DEL HOY Y DEL MAÑANA

El agua

Por Eduardo Oliva

Más allá de ser un recurso natural fundamental para la vida, el agua se está posicionando como un activo estratégico dentro de las dinámicas económicas globales.


Según el informe de la Comisión Global sobre la Economía del Agua de la ONU, la crisis hídrica pondrá en riesgo más de la mitad de la producción alimentaria mundial para 2050, con una posible caída del Producto Bruto Interno (PBI) del 15% en los países de bajos ingresos. Este escenario no es un futuro distante, sino una realidad inminente que exige una urgente reflexión y acción política.

Es imperativo entender que el agua, más allá de ser un recurso natural fundamental para la vida, se está posicionando como un activo estratégico dentro de las dinámicas económicas globales. En este contexto, la monetización del agua no puede entenderse como una simple transacción comercial, sino como un ejercicio de equilibrio social y territorial. La escasez de agua demanda que los gobiernos establezcan un orden de prelación en su uso, regulen su distribución y fomenten una apreciación responsable del recurso. Solo con una gestión efectiva y un uso eficiente del agua podremos garantizar la sustentabilidad en términos reales y no solo declamativos.

El agua ha dejado de ser solo un recurso para convertirse en un commodity cotizado en mercados globales. En noviembre de 2020, el índice Nasdaq Veles California Water Index (con el ticker NQH2O) cotizaba a 486,53 dólares por acre-pie, una unidad de medida utilizada en EE.UU. equivalente a 1.233 metros cúbicos. Hoy, debido a la crisis hídrica que afecta a gran parte de las zonas productoras de EE.UU., ese valor ha aumentado un 95,4%, alcanzando los 950,67 dólares por acre-pie.

Este incremento refleja el impacto que la oferta y demanda de agua tienen sobre su valor y la economía global, e ilustra el potencial de mercado que está comenzando a tener este recurso esencial. Si bien se habla de precios especulativos, lo cierto es que ya se están considerando en las finanzas internacionales, lo que debe ser un llamado de atención para las políticas públicas a nivel local y nacional.

La producción agrícola y ganadera en Argentina, orientada en gran parte a la exportación, requiere grandes cantidades de agua. Según estimaciones del INTA (2019), la producción de granos para exportación consume alrededor de 46.000 millones de metros cúbicos de agua anualmente, lo que equivale a aproximadamente 37,3 millones de acre-pie. Si aplicamos el valor de 950,67 dólares por acre-pie, según la cotización actual de Wall Street, el costo del agua utilizado para producir alimentos destinados a la exportación asciende a unos 35.467 millones de dólares anuales.

Este dato subraya una de las cuestiones más críticas: el agua, aunque es un recurso natural, está siendo utilizada para generar riquezas que en su mayoría no se quedan en el país. La monetización de este recurso debe ser debatida dentro de un marco que no solo contemple su costo en términos financieros, sino que también asegure su utilización de manera responsable y sostenible, teniendo en cuenta tanto los beneficios económicos como los derechos sociales.

La explotación de recursos energéticos en Argentina también está estrechamente vinculada con el uso del agua. Un ejemplo claro es el Complejo Hidroeléctrico Chocón-Cerros Colorados, en la provincia de Neuquén, que genera 1.200 MW de electricidad. Este embalse tiene una capacidad de almacenamiento de 21.000 millones de metros cúbicos de agua, lo que, aplicando el mismo precio de Wall Street para el agua, da como resultado un valor potencial comercial de unos 15.210 millones de dólares.

Por otro lado, la industria petrolera, en particular el fracking, también depende del agua. En la cuenca neuquina, se proyecta la realización de 18.000 etapas de fractura para la producción gasífera y petrolera en 2024. Cada etapa consume alrededor de 16.000 metros cúbicos de agua, lo que se traduce en un consumo total de 288 millones de metros cúbicos de agua en ese año y que con el valor asignado por la provincia de Neuquén, el estado podría recaudar aproximadamente 1.440 millones de pesos,(1,46 millones de dólares). Sin embargo, si se toma el valor de agua en el mercado global, el valor de esos 288 m3/234.000 acre-pie de agua sería de unos 222 millones de dólares.

En cuanto a la minería, el litio es otro de los sectores que requiere una cantidad significativa de agua. Para producir una tonelada de litio se necesitan alrededor de 2.000 metros cúbicos de agua dulce. En 2023, Argentina exportó unas 40.000 toneladas de litio, lo que implicó el consumo de unos 80 millones de metros cúbicos de agua. Aunque el valor de la misma no está claro en las provincias productoras, su importancia económica es innegable, y si lo comparamos con el precio de Wall Street, ese volumen de agua tendría un valor de aproximadamente 61,8 millones de dólares.

Estos datos nos muestran de manera contundente que el agua no es un recurso infinito, y su valor económico está en constante fluctuación, influenciado por la oferta, la demanda y el contexto climático. Sin embargo, la monetización del agua debe ser gestionada cuidadosamente. Aunque es una herramienta necesaria en algunos contextos, la mercantilización no la puede despojar de su carácter esencial para la vida y el bienestar de la población.

Es fundamental que cada sector productivo, junto con los gobiernos provinciales, determinen el costo real del agua utilizada en la producción de alimentos, energía y minerales, y que se establezca un valor justo y equilibrado. La clave está en reconocer el agua como un recurso estratégico que debe ser gestionado con visión de futuro, priorizando la sustentabilidad y el bienestar de las generaciones venideras.

El gobierno de la provincia de Neuquén ha dado un primer paso importante al señalar que “el agua es una inversión prioritaria para el futuro de la provincia, tanto para la producción como para el turismo”. Esta visión es alentadora ya que las políticas públicas deben ser capaces de contemplar este recurso más allá de su matriz productiva principal (vaca Muerta). 

Es necesario que los distintos gobiernos puedan comenzar a discutir y definir el valor real del agua, para no caer en la trampa de pensar que este recurso es ilimitado o inagotable. Las provincias productoras de litio, granos, carnes y energía deben tomar el liderazgo en esta discusión y avanzar hacia una gestión del agua que sea tanto económica como socialmente responsable.

Conocer el potencial productivo de las regiones, conocer la disponibilidad de agua y hacer un balance hídrico en función de la sustentabilidad ayudará a pensar en políticas productivas que den equilibrio en el tiempo y sobre todo que se pueda garantizar la provisión del recurso a las generaciones futuras.

Acerca de autor / Eduardo A. Oliva

Abogado/perito medio Ambiental
Coordinador de ASAS (Acceso al Agua Segura)
Ex asesor de la ONU (CIFAL) en materia de agua y saneamiento
Ex asesor en materia de agua en el Ministerio de Agricultura de la Nación

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