Notas

CIENCIA, TECNOLOGÍA Y DESARROLLO PRODUCTIVO

Uso estratégico del conocimiento

Por Juan Peyrou

¿Cómo hacer que el conocimiento en ciencia y tecnología fluya de tal manera que pueda ser volcado al mercado en productos y servicios innovadores? ¿Se puede mejorar la articulación entre el sistema científico-tecnológico  y el sector productivo y generar un círculo virtuoso que incentive el flujo de conocimientos? ¿Qué rol juegan las universidades?

 

Existe una correlación muy marcada entre el nivel de desarrollo de los países y la inversión que estos realizan en Ciencia y Tecnología como porcentaje del PBI. Aunque esto parezca evidente, en la Argentina no está socialmente aceptado. Esto probablemente se deba a que en nuestro país no se logra articular ambas cosas exitosamente, de manera de hacer evidente el aporte del conocimiento científico al proceso de desarrollo. Algo similar puede decirse del uso de información científica en los procesos de toma de decisión política. 

Más allá de esta correlación, no todos los países tienen la misma capacidad de transformar descubrimientos en el campo de la ciencia y la tecnología en innovación y desarrollo tecnológico. Por ejemplo, Alemania, EEUU y Japón tienen tradicionalmente facilidad para hacerlo.  Algunos países asiáticos, conscientes de la importancia de estos procesos para el desarrollo, comenzaron a hacerlo más recientemente en un proceso con una fuerte dirección por parte del Estado. Mientras que otros países (Francia, Reino Unido) a pesar de invertir en ciencia y tecnología no tienen la misma capacidad de transferencia tecnológica. 

Las diferencias entre unos y otros está en la capacidad de organizar un Sistema Nacional de Innovación (SNI) que permite que el conocimiento científico tecnológico fluya de tal manera que pueda ser volcado al mercado en productos y servicios innovadores. En definitiva, se trata de articular el sistema científico-tecnológico con el sector productivo para generar un círculo virtuoso que incentive el flujo de conocimientos. 

Para retomar el ejemplo asiático, y más allá de las diferencias evidentes entre Japón y Argentina, la institución clave para el desarrollo tecnológico de ese país entre los años 70 y 80 fue el Ministerio de Comercio Internacional e Industria, que logró articular exitosamente las instituciones académicas con el sector productivo. En cambio, en la Argentina, desde la vuelta de la democracia, la Secretaría de Ciencia y Tecnología estuvo bajo la órbita del Ministerio de Educación, incluso luego de tener el rango de Ministerio volvió a su ámbito “natural”. Tal vez, sea propicio empezar a pensar qué papel debería jugar el Ministerio de Producción con los temas propios de Ciencia y Tecnología, y cómo será la vinculación de los temas comunes en el futuro.  

En este sentido, la Argentina tradicionalmente organizó su sistema de innovación de acuerdo al modelo lineal, pensando que de la ciencia básica se pasa a la aplicada y de ahí a la innovación. La realidad es mucho más compleja y se requiere modificar esta lógica para generar un sistema con mayor capacidad de vincular el sistema científico tecnológico con el productivo. Si bien es cierto que desde 1996 hubo muchas transformaciones en ese sentido, no fue posible aún romper la lógica para que la transferencia de conocimiento científico tecnológico sea una consecuencia de un sistema que funciona y no de casos excepcionales, por exitosos que fueran. 

Se trata de vincular dos sectores con lógicas e intereses diversos para lograr que se complementen. Un paso necesario es que el sistema científico-tecnológico deje de pensarse con independencia del sistema productivo . Su rol no debería limitarse a generar una “oferta” para que aproveche el sistema productivo sino iniciar el proceso por el lado de la demanda. Buscar en las empresas (públicas y privadas) las necesidades, identificar sus problemas y buscar soluciones en la ciencia. 

¿Cómo se logra que el sistema incentive la investigación vinculada al desarrollo tecnológico? ¿Por qué un científico dedicaría tiempo a la transferencia tecnológica si su carrera académica está sujeta a las publicaciones en revistas académicas (preferentemente internacionales)? Evidentemente, para que haya un sistema que funcione hay que revisar los incentivos a todos los actores que forman parte. Esto no quiere decir que el científico, además de pensar en su investigación, tenga que resolver el largo proceso de transferencia, para eso tiene que haber otros actores institucionales. 

Por otro lado, la inversión privada en I+D es tradicionalmente baja en la Argentina (y en toda América Latina). Hay que tener claro que impulsar un mayor compromiso del sector privado es un camino largo, en el que se debe generar confianza y demostrar que el trabajo conjunto trae beneficio para todas las partes. Pero por el momento la mayor parte de la inversión será pública. 

Como se dijo antes, la posibilidad de establecer el diálogo entre la academia y las empresas no puede depender únicamente de los intereses y vocación individual. Es fundamental que existan instituciones que lo faciliten, así lo demuestran los países que lograron hacer de esta vinculación un círculo virtuoso. Sin embargo, antes de pensar en grandes cambios e instituciones nuevas en apoyo del desarrollo tecnológico se puede intentar mejorar lo existente. Por ejemplo, el Gabinete Científico Tecnológico (GACTEC) actualmente se ubica en Ciencia y Tecnología. Aunque no tenga dependencia formal con la Secretaría están íntimamente vinculadas y esto dificulta su rol de articulador con todos los organismos del Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (SNCTI). Ubicar al GACTEC en la Jefatura de Gabinete parecería más razonable a los efectos de que pueda cumplir con sus funciones. Asimismo, en ese ámbito, la búsqueda de la innovación productiva debería ser un eje de trabajo fundamental. 

Hoy la gran mayoría de las instituciones de investigación tienen un área de vinculación y transferencia. A la vez se están formando gestores tecnológicos en carreras de postgrado, los que deberían ser un actor central en el diálogo. Tradicionalmente, al ser las Unidades de Vinculación Tecnológica (UVT) parte del Sistema Científico Tecnológico, rara vez fueron tenidas en cuenta a la hora de implementar programas por parte de, por ejemplo, el Ministerio de Producción o el de Agricultura. De esta manera creamos instituciones que dialogan casi exclusivamente con el propio sistema del que son parte. 

De manera esquemática se pueden distinguir tres etapas en las que el vínculo entre ciencia y producción es importante. En primer lugar, el sector productivo va a requerir incorporar tecnología. Probablemente este no sea un tema de agenda por un tiempo, pero a mediano y largo plazo es necesario discutirlo. Una iniciativa en este sentido es fomentar una red de Centros Tecnológicos que tengan la capacidad de ofrecer servicios de apoyo a la empresa y a la vez colaboren en el desarrollo tecnológico. Es un camino a largo plazo, pero necesario. Las UVT pueden ser un canal de diálogo con las empresas, pero necesitan tener la capacidad de dar respuesta a las necesidades de estas. 

En segundo lugar, la tecnología que es comprada en el exterior puede ser desarrollada en la Argentina, de manera de generar capacidades propias. En ese proceso contar con una red de Centros Tecnológicos también puede ser de gran utilidad. 

Finalmente, el proceso más complejo, y que lleva muchos años, es el desarrollo de tecnología innovadora, para lo cual se requiere la integración del sistema. La articulación entre las empresas públicas con el sistema científico tecnológico debería ser impulsada desde el Estado. Las pymes son un actor fundamental, pero es necesario pensar también en el trabajo con grandes empresas para impulsar la innovación. 

En cualquiera de estas etapas las empresas públicas pueden jugar un rol estratégico que permite pensar en algunas políticas novedosas. Podría, por ejemplo, existir un plan de desarrollo para las pymes que son proveedoras de grandes empresas públicas, que las ayude a mejorar procesos, incorporar tecnología, desarrollar productos, promover exportaciones, etc. 

Anteriormente varios ministerios, agencias o programas asignaban recursos dirigidos a apoyar al sector productivo, y en algunos casos buscaban fomentar la articulación con el sistema científico-tecnológico (la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (PROSAP), el Ministerio de Producción). El gobierno de Macri fue desarmando cada uno de los mecanismos existentes, dejándolos en su mínima expresión. El cambio de gobierno también es una oportunidad para volver a pensar cómo se asignan esos recursos de manera coordinada y eficiente.

Acerca del autor /  Juan Peyrou

Licenciado en Sociología (UBA), Cursó la Maestría en Cooperación Internacional (UNSAM). Actualmente se desempeña en gestión de proyectos en la Unidad de Vinculación Tecnológica del Centro de Política y Territorio y como docente de la materia Historia de la Ingeniería y la Tecnología en la UNAJ.

Compartir

Comments are closed.