Ambiente

ESTADO Y MERCADO

Las razones del reciclaje industrial

Por Pablo Schamber

Para la fabricación de nuevos productos puede emplearse materia prima virgen o reciclable. La primera es extraída directamente de la naturaleza (árboles, plantas, petróleo, minerales), la segunda está constituida por materiales usados. Así por ejemplo, para fabricar papeles y cartones se emplea pasta celulósica obtenida de árboles y especies vegetales, o bien papeles y cartones usados o rezagos de producción. Hay ciertos productos, como los papeles para impresión o los tissue blancos y suaves, que necesitan del uso exclusivo de pasta celulosa, mientras que otros admiten proporciones diversas de materia prima usada, e incluso solo esto último. 

Quienes deciden cuál tipo de materia prima emplean lo hacen basados en una ecuación de rentabilidad económica, no debido a preocupaciones de orden ambiental o social. Las reciclables son más baratas que la materia virgen que reemplazan. El proceso industrial de su uso existe, se expande o se frena, porque para quienes lo practican resulta o no rentable hacerlo. Cuestiones ligadas a la conciencia y el cuidado ambiental global o a la responsabilidad social empresarial constituyen un loable aditamento (que se capitaliza económicamente), pero no es su razón. En palabras del gerente de una industria papelera ubicada en el AMBA:  

“Vos tenés dos precios. Uno es el precio que te marca un techo, que es la celulosa (materia prima virgen). Ponele que yo compro la celulosa a 600 dólares. Este costo compite con el del material recuperado (materia prima reciclable). Para llegar a la blancura y suavidad de la celulosa necesitás agregar químicos, blanqueadores, y eso incrementa los costos. Cuando comparás el tratado que necesitás hacer al recorte (materia prima reciclable) para alcanzar determinado nivel, contra lo que necesitás hacer para el tratado de la celulosa, hay un punto de equivalencia. Todo lo que hagas para que el recorte se parezca a la celulosa tiene un costo. Las empresas, de acuerdo a ese punto de equivalencia, van decidiendo si fabrican con más o menos aporte de recortes”. (Nacho, Gerente de una industria papelera, entrevista personal, mis agregados y subrayado)

Si las materias primas vírgenes estuviesen disponibles y fueran tan baratas como las otras, no habría productos fabricados con reciclables. Las industrias no están condicionadas a su empleo, solo lo hacen cuando resulta rentable, en función de la tecnología disponible y el tipo de nuevo producto que desean obtener. 

Reciclabilidad. Variables ontológicas y tecnológicas

Se trata de la capacidad que tienen los materiales para ser considerados materia prima reciclable. Como característica variable de los materiales, tiene valores cuyo rango oscila entre los extremos “fácilmente reciclables” de un lado e “irreciclables” por otro. Por ejemplo, el cartón pertenece al primer grupo, pero se torna más complejo hacerlo cuando sus paredes se encuentran adheridas a laminados metálicos o plásticos. Se advierte que dicha capacidad se relaciona estrechamente con las propiedades inherentes de los materiales, aunque no de un modo absoluto o total; un mismo material puede moverse de un extremo a otro debido a la innovación tecnológica o alteraciones de orden macroeconómico (aumento/descenso del valor de los vírgenes que son commodities). 

En determinados ámbitos, quienes emplean o producen materiales de difícil reciclabilidad, dado el mayor esfuerzo que ello implica (por ejemplo en términos del control respecto del origen y tipo de materiales), se autoperciben como auténticos recicladores, desplazando de ese lugar a colegas que procesan materiales de fácil tratamiento. Este es el caso de un empresario que trabaja en Pilar (Prov. de Buenos Aires) con piezas usadas y descartadas (post consumo) como sillas, baldes y envases de productos de limpieza, con los que obtiene grumo y polvo de moldeo rotacional empleado por la industria para fabricar tanques de agua. El considera que, a diferencia suya, quienes emplean materiales post industriales (llamados también “refiles” o “scraps” de producción), realizan una tarea mucho más fácil y cómoda, y por eso no merecen denominarse recicladores. 

Otro aspecto a considerar en relación a esta capacidad es su extensión en tiempo o durabilidad. En el caso de los papeles y cartones, su procesamiento hace que la misma disminuya debido a que se degradan sus fibras. Otra vez, aquí los avances tecnológicos también resultan de gran ayuda. Durante una entrevista personal, Juan, gerente de otra industria papelera, explica que “una caja se recicla alrededor de 5 o 6 veces. En Argentina probablemente hay algunas  que están recicladas unas 7 u 8 veces, pero en Europa pueden ser más porque tienen una cultura del reciclado más avanzada. Están forzados a usar tecnologías que les permitan sacar el jugo a una mezcla un poquito más variada de las fibras que les llegan”. De todos modos, esta pérdida de capacidad por procesamiento no afectaría a otros materiales como vidrios y metales ferrosos, que  conservarían sus propiedades. 

Pero esta capacidad va más allá, tanto de lo ontológico como de lo tecnológico, e involucra sustancialmente aspectos de órdenes sociales diversos (cultura, política, economía). Por ejemplo, la distancia entre el lugar donde la materia prima reciclable se captura, clasifica y acopia, y donde finalmente se consume productivamente también  incide en la misma. Es decir, el costo del transporte entre un lugar y otro es un factor de importancia considerable. Ignacio, Gerente de una industria papelera ubicada en el conurbano bonaerense explica que “Argentina tiene un problema, es muy extensa y el flete es muy caro. Traer papel de Jujuy no te representa un beneficio cuando la concentración de fábricas está acá”. Registros realizados recientemente permiten advertir que materiales de igual calidad pueden variar entre sí en más del 100% de acuerdo a la distancia desde donde se lo envía. 

La variación de precios también se altera si la compra la realiza un acopiador más grande o directamente la industria. Los costos del transporte no están basados en cálculos hechos en función de una fórmula fija que permita establecer con claridad líneas de corte, como podría serlo el valor del gasoil por kilómetros recorrido. Se trata de una cotización que oscila de acuerdo a la relación clientelar construida entre las partes, de las frecuencias de entregas previamente acordadas, las necesidades de transacción que específicamente aparezcan en un momento dado, de las alternativas que encuentre el transportista para volver a su origen con carga, entre otros aspectos “sociales” de la reciclabilidad. 

Sirve como ejemplo para ilustrar esta circunstancia lo sucedido con la venta de una carga de 2,8 toneladas de diversos plásticos mezclados y sin prensar enviadas en abril 2021 por primera vez por un acopiador desde la capital de la provincia de Neuquén a un acopiador más grande ubicado en Bernal (Quilmes, Provincia de Buenos Aires). Según el vendedor, de haber comercializado esa carga en origen, habría obtenido alrededor de 30.000 $, mientras que en Bernal obtuvo 85.000 $. No obstante, el valor del flete superó lo obtenido por la venta de los materiales. A pesar de esta frustrada experiencia, el vendedor expresó que volverá a realizar envíos de plásticos y de otros materiales a su colega de Bernal, dado que el comprador le indicó que si mejora la clasificación de los materiales podrá pagarle un valor superior al que ahora lo hizo, mientras por su parte el transportista le indicó que si hace ese tipo de envíos con regularidad (al menos una vez al mes), el costo del flete sería de 73.000$, dado que se trata de una empresa que hace habitualmente ese recorrido y siempre consigue mercadería para llevar de vuelta a Neuquén.

Resulta oportuno aclarar que mientras las industrias exigen las correspondientes inscripciones legales e impositivas a sus proveedores de este tipo de materia prima (al menos por una parte de las transacciones que realizan) y suelen abonar en cuotas y mediante transferencias bancarias o cheques a nombre de quién entrega la factura, los otros compradores no acostumbran tener exigencias respecto del estatus jurídico de los vendedores, a quienes pagan en efectivo y contra entrega.    

 

Se puede concluir entonces que los distintos materiales poseen por un lado una serie de condiciones y características físicas y químicas que facilitan o restringen su potencial reciclabilidad y que, simultáneamente, existen un conjunto de variables de orden tecnológico, económico, social, cultural y normativo igualmente importantes en esa definición. Se pueden sintetizar en el siguiente cuadro:

PROPIEDADES FÍSICO QUÍMICAS DE LOS MATERIALES
TECNOLOGÍA DISPONIBLE
VALOR DE CAPTURA Y ACONDICIONAMIENTO DE LOS MATERIALES
RELACIONES CLIENTELARES ENTRE VENDEDORES Y COMPRADORES
CONDICIONANTES DE RECICLABILIDADNECESIDAD DE RECURSOS POR PARTE DEL MERCADO
CANTIDADES A SER TRANSADAS
VALOR DEL TRANSPORTE
CAPACIDAD DE SOPORTAR CONDICIONES DE COMPRA
OTROS
Cuadro 1. Condicionantes de reciclabilidad

Razones de Estado

Ya se expresó que la proporción de los distintos tipos de materia prima que se empleen en el proceso de producción depende del mercado, lo que involucra básicamente el valor de las primeras, la tecnología disponible y el tipo de producto final que se desea obtener en función de la demanda de los consumidores. Las normativas que hoy existen en Argentina no condicionan el empleo de una u otra, salvo en el caso del código alimentario, a favor de la primera. 

En efecto, hay países que regulan que los envases en contacto directo con alimentos empleen exclusivamente materia prima virgen. Aunque el uso de recicladas permitiera obtener envases de iguales condiciones de calidad y durabilidad, dichas regulaciones se basan en argumentaciones vinculadas con riesgos de contaminación por migración y salubridad. Pero ¿hasta dónde esas reglamentaciones se sustentan en experimentos hechos con envases fabricados con materia prima reciclable? La experimentación con envases hechos con 100% de este tipo de materia prima es todavía un campo inexplorado, y en consecuencia, las restricciones se basan en prejuicios. Son los envases hechos con materia prima virgen los que han obtenido la no objeción para su uso en la industria alimenticia o cosmética, y no los fabricados con reciclables los que demostraron migración y contaminación. 

Hoy, el ecodiseño en envases y productos es marketing y libre albedrío. Sin estímulos y sanciones del Estado (o de los consumidores) resulta improbable que pueda alterarse el predominio de criterios de rentabilidad económica en la elección. La eventual preocupación empresarial por el cambio climático o por la extensión de huella de carbono no alcanza para que se privilegien criterios sociales y ambientales y se utilicen menos materia prima virgen. Producir y consumir bienes fabricados sin materia prima reciclable tendría que doler económicamente.

Acerca del autor / Pablo J. Schamber

Antropólogo. Investigador de Conicet. Docente del Taller de Trabajo Final en la Carrera de Gestión Ambiental de UNAJ. Docente en UNLa y UNQ. Compilador de la serie de libros Recicloscopios, que abordan distinto aspectos de la gestión integral de residuos, la economía circular y el reciclaje inclusivo.

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