Poéticas

POESÍA CONURBANA

Martín Ayos

Por Martin Ayos

Martín Ayos nació en el Gran Buenos Aires el 8 de agosto de 1971. Oriundo de Remedios de Escalada.  Como poeta público: X, Ediciones Estigia 1999-2000, Caos o Naturaleza, autoedición 2011, Dejando Santos Dumont (para publicar en Octubre de 2017). Desde el año 1995 publica en varias revistas (Arjé, Revista de Filosofía, Uruguay. Pliegues, Revista de Filosofía, Buenos Aires y muchísimos fanzines y periódicos under).

http://www.martinayos.nsmweb.com.ar | martin.ayos@gmail.com

De: X 1999-2000 Prosa poética, Poesía, Ensayo. Ed Estigia (Versión Digital)

“…Cegado por la luz de esta imagen continúa escribiendo la historia que jamás ha comenzado a escribir, la historia que su escritura borra…”

-¿Qué hay en la noche sin más allá, excepto la noche misma? – Todo es ajeno en la noche, comenzando por uno mismo; es decir, por lo Otro.

Fuego

Pronto, esas campanadas que tañe El tiempo, sonarán por mí, para mí. Y serán inaudibles para el resto; Como invisibles son esos cuervos Que la noche pinta sobre la luna, Blanca y terrible,-¡ah!, y
estática-,

Para los muertos, sombras de la Moira Que el Dios mezcla, -él también, mezclado-, Como una acuarela en la paleta Del Destino. Y así, todo; mi vida
Y mi muerte; y el perpetuo retorno. Mañana seremos lo que siempre fuimos: Fuego, simplemente; la mutación De un matiz en la memoria del mundo.

De Caos o Naturaleza Poesía 2011 Autoedición (Impresa-Digital)

Parte 1: Siete variaciones acerca de: “No siempre puedes obtener lo que deseas”

Carta para Estela
Me contaron que estuve muerto, Estela. No sé cuánto tiempo, creo que un año o dos. Veía la Rosa de los Vientos clavada en mi frente, girando en dirección a ninguna parte. Me parece que había engendrado el Caos, pero no estoy del todo seguro. Había un abismo entre yo y yo, y un puente de madera, así, sin ojos, un resquicio de mundo, una demora innecesaria.
Las luces estaban apagadas y los planetas explotaban como mandarinas. Y era de día en todo el Universo. Y salía sangre, mucha sangre, Estelita. Como cuando alguien va a nacer, como cuando alguien va a morir.

El yacaré que devoraba el alma de mil egipcios, por lo menos, debe haber llevado un vestido gris y una lámpara de lava en el muslo y varios relojes con la inscripción: “DEUS SIVE NATURA”

Yo no soy San Jorge. Pero, Estela, los malditos pájaros tienen razón: siempre estuvo todo el Universo, pero nada más que eso, a pesar de nosotros.
Siempre anduvimos errantes, en el desierto que siempre crecía, perdidos en la distancia que separa tus pechos pequeños.

Parte 2: En la bruma de lavanda

***
¿Por qué las hienas de fuego eran todo el lenguaje? Si el seno del lenguaje nos escondía, nos arrullaba, como quien destruye. Lo que veíamos, las imágenes, las veíamos sin ojos, a través de los labios, para horadar las palabras muertas.

***
El Amor no ha muerto: El tiempo arrancará los ojos de todos esos conejos para hacer el movimiento falso. Y, asesinando a Cronos, sembrará el Caos de estrellas para que Cipris, la diosa, respire a través de todos los soles, que son los poros de la noche.

***

Parte 3: Afrodita

Selene
Tú y yo somos ajenos al mundo volamos el puente de madera que unía las palabras y las cosas para beber toda la noche de un sorbo los ojos de tu cuerpo los árboles que llevas los animales
que eres la tormenta el océano el calor de tus senos la boca de tu vientre tu gesto de caos microscópico y yo nadie entre los pájaros de tu espalda y tu cardúmen dorado un golpe de
suerte y todos los matices de verde de tus lagunas recién nacidas abriéndose hacia mí muriendo todas las veces para encenderte.

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