Nosotres

HACIA UNA UNIVERSIDAD FEMINISTA

La aplicación de la Ley Micaela

Por Mariela Solana

El 19 de diciembre de 2018, tras pasar favorablemente por Diputados, el Senado aprobó la Ley Micaela. Esta ley estipula la capacitación y sensibilización obligatoria en cuestiones de género para todas las personas que integran la gestión pública. Si bien su objetivo es prevenir la violencia de género en todas sus modalidades, al estar dirigida a funcionarixs estatales, se espera que pueda aplacar una de las formas más arraigadas y extendidas de la violencia machista: la institucional. 

El nombre de la Ley fue elegido para homenajear a Micaela García, la joven militante feminista y peronista de Entre Ríos que, en abril de 2017, fue víctima de violación y femicidio a manos de Sebastián Wagner. Wagner ya había sido condenado por dos violaciones previas pero gozaba del beneficio de salidas transitorias en el momento del hecho. Si bien fue sentenciado a prisión perpetua por el crimen, la indignación pública hacia el juez que había habilitado las salidas que permitieron el femicidio se hizo viral. 

Poco tiempo después, volveríamos a tener motivos para manifestar bronca y decepción hacia el poder judicial: el escandaloso fallo por el femicidio de Lucía Pérez. Como es sabido, los jueces del caso absolvieron a los imputados (solo fueron hallados culpables de venderle drogas a la menor) alegando que Lucía era la clase de chica que solo tenía relaciones sexuales con quien ella quería y que la corta diferencia de edad con uno de los acusados, Farías de 23 años, impedía hablar de una situación de desigualdad o superioridad. Además, los jueces mencionaban el hecho de que Farías había comprado chocolatada y facturas para compartir con Lucía, una actitud supuestamente incompatible con la intención de violar y asesinar a la menor. El veredicto fue condenado unánimemente por el movimiento feminista y señalado como un ejemplo más de justicia patriarcal. Los jueces involucrados fueron acusados de culpar a la víctima, de carecer de perspectiva de género y de perpetuar estereotipos sexistas. Fueron estos y otros casos similares los que crearon el clima ideal para que el Estado finalmente se hiciera cargo de una demanda feminista histórica: mayor capacitación en temas de género para lxs funcionarixs públicxs.

Pocos meses después de su aprobación, el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) decidió adherir a la Ley Micaela para sensibilizar a lxs actores centrales de la comunidad académica: autoridades, docentes, nodocentes y estudiantes. Según la Resolución del Consejo del 81° Plenario de Rectores del CIN, lo que se busca es “el desarrollo y la promoción de políticas tendientes a erradicar  la desigualdad entre los géneros”. El CIN, además, designó a la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias (RUGE) como órgano de consulta y asesoramiento para llevar adelante las capacitaciones.

Ahora, ¿cómo se liga la existencia de funcionarixs machistas y jueces misóginos con lo que sucede en las universidades nacionales? ¿No es la universidad un foro de pensamiento crítico que busca desnaturalizar las violencias más arraigadas de nuestra sociedad? ¿No es la academia uno de los ámbitos en los que se desarrolló la teoría feminista y, por ende, un espacio ya permeado por la perspectiva de género?  

Ojalá el panorama fuera tan favorable. En los últimos tiempos, varios estudios nacionales e internacionales demostraron que la desigualdad de género y la violencia machista atraviesan distintas dimensiones de la vida universitaria. En los claustros docentes de las universidades nacionales argentinas, por ejemplo, las mujeres conformamos aproximadamente la mitad de la planta. ¿Paridad? No tanto, ya que seguimos siendo minoría en las categorías más altas (titular y adjuntx). Este techo de cristal reaparece cuando observamos quiénes ocupan los puestos de decisión: las mujeres tienen mayores obstáculos a la hora de acceder a los gobiernos universitarios y son minoría en los espacios de conducción (solo hay 6 rectoras en las 56 universidades públicas nacionales). 

A esto es necesario sumar toda una serie de sexismos cotidianos que las mujeres y otros grupos postergados (de todos los claustros) experimentan día a día en la universidad: chistes machistas y homotransfóbicos, reproducción de estereotipos, asignación a tareas de menor prestigio, dificultades para conciliar la vida laboral y la maternidad, mansplaining y manterrupting, entre otros. Uno de los más dolorosos es la falta de reconocimiento de que el patriarcado existe y que opera en la universidad. Como señala Sara Ahmed, cuando las feministas decimos que el problema es estructural, nuestrxs detractores nos contestan que está en nuestra cabeza. 

Otra línea de investigación sobre género y universidad examina la distribución del mundo estudiantil. Como es sabido, en las universidades hay varias carreras que están generizadas: las carreras asociadas al cuidado y la asistencia tienen mayor presencia femenina mientras que las llamadas disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) siguen siendo reductos masculinos. A pesar de que hoy en día las mujeres son mayoría a la hora de estudiar y recibirse, todavía hay dificultades para romper con los ideales y estereotipos que explican esta división sexual de la carreras.

Pero así como las universidades no están exentas de los prejuicios y discriminaciones que afectan otras áreas de la sociedad, tampoco se quedan al margen de los avances que los movimientos feministas vienen realizando en los últimos tiempos. De hecho, la creación de la RUGE y la previa articulación de académicas feministas en la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias, es un signo no solo de que el feminismo existe en la universidad sino que estamos organizadas y vamos por más. 

La Universidad Nacional Arturo Jauretche también se vio inundada por la ola violeta. Algunas de las acciones feministas que se vienen motorizando en los últimos tiempos incluyen la creación del Programa de Estudios de Género, la aprobación del Protocolo de actuación ante situaciones de violencia de género y/o discriminación por razones de género, la implementación de la paridad de género en las listas, las licencias docentes por violencia de género, la pronta creación de una Guía de Lenguaje no sexista, la apertura del espacio de géneros y diversidad Mónica Garnica. Estas acciones no hubieran sido posibles sin los debates y el trabajo en conjunto entre miembros de los distintos claustros, los sindicatos docentes y nodocentes, el centro de estudiantes y las organizaciones sociales del territorio. La aplicación de la Ley Micaela es un eslabón más en la cadena de acciones feministas con la que buscamos hacer de la universidad un lugar más inclusivo. 

Entonces, ¿es la universidad un espacio machista o feminista? Esta pregunta no puede ser contestada si se la plantea como una disyunción excluyente. La universidad es lo que hacemos con ella. Hoy constituye un campo de batalla más para la teoría y la praxis feminista. Si queremos seguir avanzando hacia una universidad más justa, menos violenta y más plural es necesario escuchar, reconocer y apoyar el trabajo feminista que se viene realizando en nuestras instituciones. A cien años de la Reforma Universitaria, creemos que el feminismo puede profundizar el espíritu democratizante y emancipatorio de las luchas de 1918. Es hora de una universidad con perspectiva de género. Es hora de una universidad feminista.

Acerca de la autora / Mariela Solana

Doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y Licenciada y Profesora en Filosofía por la misma universidad. Su tesis de doctorado estuvo dedicada a explorar la relación entre historia, temporalidad, ontología y política en estudios queer. Fue becaria Fulbright-Ministerio de Educación así como becaria doctoral y posdoctoral CONICET. Actualmente, es investigadora asistente del CONICET y se dedica a estudiar la relación entre afectos, lenguaje y corporalidad en estudios feministas y queer. Es Jefa de Trabajos Prácticos de la materia Prácticas Culturales en la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
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