Ambiente

REFLEXIONES SOBRE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

El fenómeno metropolitano

Por Pablo Mesa

Cada vez más urgentemente se necesita de una planificación estratégica del urbano continuo que constituye el Área Metropolitana de de Buenos Aires. Los problemas de las grandes ciudades y sus ecosistemas urbanos

 

El fenómeno metropolitano no es nuevo, fue conocido a comienzos del siglo XX como el problema de las “grandes ciudades”, e identificado por planificadores urbanos, geógrafos, sociólogos y economistas.

Un denominador común en la interpretación del fenómeno es la extensión de la mancha urbana partiendo de una ciudad que va capturando en su trama a otros aglomerados urbanos, constituyéndose en el centro de la metrópoli.

Este espacio tiene funciones propias en relación al resto de la gran ciudad, suele ser el principal centro de las actividades económicas y su gobierno tiene un peso decisivo en la orientación de las políticas metropolitanas. 

Las grandes ciudades constituyen ecosistemas urbanos, quizás los más complejos, debido a la interacción entre el ambiente construido (la ciudad como artefacto) y el ambiente natural, mediado por las relaciones sociales de la especie dominante de este ecosistema: el hombre. En las metrópolis la complejidad es aún mayor. Esta relación plantea una tensión entre lo que el ecosistema metropolitano demanda en términos de recursos, las relaciones sociales que lo transforman y consumen y los desechos que se generan que, dependiendo de la intensidad, pueden poner en crisis la capacidad de carga del ambiente natural con el que interactúa. Fenómenos como las inundaciones, el colapso de los sistemas de gestión de residuos, la contaminación de los recursos hídricos y del aire, son algunos ejemplos.

 Nuestro urbano continuo 

En lo político, el desarrollo de la Gran Buenos Aires se generó, a partir de la designación de la ciudad como capital de la República y sede de la mayoría de los organismos públicos nacionales y, en lo económico, el de ser punto de contacto con el comercio exterior y el gran centro de consumo de los productos del resto del país.

De esta forma, comenzó a darse una expansión desde la propia Ciudad de Buenos Aires, primero anexando localizaciones suburbanas que atendían y se atendían de su actividad económica y social. Luego, la expansión de la mancha fue incorporando otras localidades más lejanas, en principio autónomas, que acentuaron la vinculación funcional con el conglomerado en su conjunto.

La Gran Buenos Aires, como “ecosistema urbano” no escapa a los problemas de las grandes urbes: el abastecimiento diario de productos y servicios cada vez más lejano entre el productor y el consumidor; las redes complejas de comunicaciones y de transporte; las especificidades funcionales de áreas urbanas (de concentración laboral, comercial y administrativa,  de esparcimiento, de vivienda cotidiana o de fin de semana).

Buenos Aires tiene su especificidad: fue de una de las primeras grandes áreas metropolitanas mundiales, aunque su importancia no está dada sólo por esto sino que además, hace ya varios decenios, ha concentrado más de un tercio de la población del país. Esto significa que la calidad de vida de millones de argentinos y argentinas depende del modo en que se gestiona este ecosistema metropolitano.

Una de las particularidades de esta Gran Ciudad es que su área central, la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), representa menos de un cuarto de la población total del área metropolitana; algo que contrasta con muchos otros casos, donde el área central suele contener más de la mitad de la población (como en San Pablo o Ciudad de México, por ejemplo). 

Además, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) presenta un escenario institucional muy complejo. En el área central está la CABA con su estatus de gobierno autónomo, mientras el resto de la metrópolis se encuentra dentro de la Provincia de Buenos Aires, dividida en Partidos que coinciden con Municipios. Este mosaico se complementa con el hecho de que algunos servicios urbanos se encuentran bajo la órbita del Gobierno Nacional. En este punto vale preguntarse, ¿Cuál es el rol del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA) en la gobernanza de la región?

Comparativamente con otras ciudades centrales en relación a sus metrópolis, el caso del GCBA parece responder a un “tipo de baja intensidad de gobernanza“. Es decir, salvo algunas excepciones (la extensión de redes del denominado Metrobus), la Ciudad de Buenos Aires se ha organizado hacia adentro en temas municipales; y hacia todo el territorio nacional, en cuanto capital de la República,  pero sin conducir el desarrollo urbano de la periferia ni acordar con sus municipios vecinos políticas coordinadas en materia de planificación y ordenamiento territorial, transporte o tasas fiscales, entre otros aspectos.

Lejos de este rol, la CABA se pensó históricamente como un área de servicios, cuyos externalidades negativas -tratamiento de residuos, tratamiento de aguas servidas y otros- fueron transferidas sistemáticamente a la vecindad metropolitana en áreas pertenecientes a los municipios de la Provincia de Buenos Aires. Esta transferencia no sólo trasladó el impacto ambiental negativo de estos  servicios a la periferia, sino también la conflictividad política y social.

Otro punto a destacar es el transporte, sector medular en la estructuración de la metrópolis,  cuyos flujos no reconocen fronteras jurisdiccionales; cualquier mejora dentro de la CABA no alcanzará jamás su mayor eficiencia si no está articulada al mejoramiento del sistema metropolitano del cual forma parte.

Por lo expuesto cabe preguntarse: ¿Queremos una ciudad con identidad regional o simplemente miraremos a la periferia como un espacio inconexo, donde el conurbano bonaerense sea el espacio de procesamiento de los residuos y demás efluentes que “técnicamente” no podemos tratar en la ciudad central?.

¿Queremos una CABA de meros servicios o  una ciudad con una matriz productiva integrada a un modelo de desarrollo regional y nacional?

En tiempos de crisis como la que estamos atravesando producto de la pandemia ocasionada por el COVID-19 resulta indispensable repensar la planificación  estratégica de nuestro urbano continuo. No es posible imaginar, para quien esto escribe, una Buenos Aires autónoma de su área metropolitana y de los procesos y las transformaciones que en ella ocurren.

Debemos recordar que compartimos un valle con sus cuencas tanto aéreas como hídricas, los problemas vinculados a los residuos y su disposición final, al tránsito y transporte de cargas y pasajeros, a la red de infraestructura de medios de transporte, comunicaciones, electricidad, gas, agua potable y disposición de aguas servidas, al desarrollo tecnológico, productivo y comercial de la región. Todo ello nos engloba en esta realidad metropolitana. Su desconocimiento puede transformar la preciada autonomía en retraimiento, condicionando el crecimiento sostenible de la región.

 

BIBLIOGRAFÍA
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Acerca del autor Pablo Mesa

Biólogo (UNLP) y  Magíster Internacional en Diseño y Gestión de Programas y Políticas Sociales, FLACSO.  Docente de posgrado de la UBA, la UNLP y la UCASAL. Autor de distintas publicaciones, actualmente es Coordinador  del área territorio y acceso a derecho del Centro de Estudios Metropolitanos CEM..

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