Escenarios globales

EL MUNDO POST CORONAVIRUS

China

Por Gonzalo Tordini y Mariano Ameghino

¿Será la pandemia de coronavirus el acontecimiento que marque la emergencia de China como el polo hegemónico de poder mundial? Un análisis de la iniciativa china para América Latina, conocida como BRI (Belt and Road Initiative), “La Franja y la Ruta”.

Los últimos sucesos que han sacudido a los diferentes sistemas y subsistemas internacionales vigentes nos han demostrado que el mundo está más interconectado que nunca y con serias crisis estructurales. Una guerra comercial entre China y Estados Unidos que no permite identificar ganadores, conflictos petroleros, organismos internacionales paralizados, revueltas de gran heterogeneidad temática (Hong Kong, Chile, Francia, entre otros), migraciones que conllevan una brutal crisis humanitaria, emergencia de líderes extremistas en Europa y América Latina, etc. En este contexto, la pandemia del coronavirus emergió como un sorprendente golpe ¿final? a un orden prevaleciente, en distinta medida, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El mundo post coronavirus es aún incierto, pero dada la respuesta ante la pandemia, se descuenta una consolidación del principal cambio histórico en materia de relaciones internacionales de las últimas décadas: la emergencia de China como polo de poder mundial.

En un nuevo orden, la consigna “insertarse en el mundo” emerge como una cuenta pendiente de aquellos países que estaríamos “no insertados”, en supuesta referencia a un mundo basado únicamente en cadenas globales de valor y grandes flujos comerciales, financieros y de inversión. Como una joven nación, Argentina tuvo invitaciones en este sentido durante el siglo XIX, acompañando la segunda revolución industrial. Por ese entonces, se desarrollaron las grandes redes ferroviarias por todo el país para la exportación de materias primas, y el auge de los puertos exportadores modificaron los paisajes urbanos. Hoy el mundo debate en torno a nuevos modelos de producción, acumulación y distribución que probablemente predominen durante las próximas décadas. 

Las iniciativas de inserción suelen tener lugar en otros hemisferios, mientras que Argentina como país periférico es receptor de las distintas alternativas. En ese contexto, emerge China con una propuesta de interconectar distintas partes del planeta a través de la “Nueva Ruta de la Seda” (Oficialmente ¨La Franja y La Ruta¨). Ante la iniciativa oriental existen  partidarios y detractores, y su viabilidad es parte del debate cotidiano de académicos, políticos, trabajadores y empresarios. Por ello, analizar y reflexionar sobre la iniciativa que el país asiático propone, se torna imprescindible para estar preparado y construir una política exterior soberana, donde podamos aprovechar las distintas oportunidades que colaboren en mejorar la calidad de vida de la población. 

En la actualidad, China busca insertarse decididamente con un rol de liderazgo en el concierto de naciones. De acuerdo a los documentos oficiales y los discursos de los líderes, China está comprometida en construir una comunidad de destino compartido, persiguiendo un camino de desarrollo pacífico y determinada en alcanzar un mundo en paz que contribuya a la prosperidad global y sostenga el orden internacional vigente. Siendo el país en desarrollo más grande, China está activamente involucrada en la gobernanza global. En dicho marco, la iniciativa de La Franja y La Ruta es una plataforma que expresa dichas aspiraciones, con sus propias lógicas, su retórica socialista, organismos financieros ad hoc, dinámicas de política internacional en procesos de adaptación y una articulación de Estado–Partido- Empresa–Individuo que obliga a repensar las propias herramientas políticas institucionales, mayormente concebidas para articular con un modelo liderado desde Washington.

La antigua Ruta de la Seda es el nombre por la que se conoce a las rutas comerciales que tenían el propósito de unir China con el Imperio Romano. La larga Ruta que comenzaba en Chang’an, (actual ciudad de Xi´an) tiene más de 2.000 años. Esta vía de comercialización se llevó a cabo con el objetivo de comercializar caballos, pieles, ganados, jade, marfil, porcelana, diamantes, especies, y naturalmente seda, entre otros. A través de ellas, ha circulado también la cultura, el conocimiento científico, el arte y la religión. En 2014, la UNESCO ha incorporado la ruta al Patrimonio de la Humanidad. En el año 2013 el Presidente chino Xi Jinping, en su visita a Kazajistan e Indonesia propuso lo que llamó ¨Silk Road Economic Belt¨y ¨21st Century Maritime Silk Road¨, en homenaje a aquellas antiguas rutas. Esta propuesta fue la primera convocatoria mundial a integrarse a la Nueva Ruta de la Seda, liderada por China.

Pocos años después de la propuesta, la iniciativa se ha transformado en un concepto de mayor consenso, ha evolucionado hacia acciones concretas y, sin perder la retórica china, su visión se ha convertido en una realidad de muchos países. La hoy denominada iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI: Belt and Road Initiative)  ha sido ya incluida en la constitución del Partido Comunista Chino, como así también en resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, asegurando que su bien público ha sido bienvenido por la comunidad internacional. La palabra clave para la iniciativa es conectividad y se aplica a los aspectos de infraestructura, política, comercio, capital, e intercambio entre personas. Hasta 2019, China había firmado 173 acuerdos de cooperación con 125 países y 29 organizaciones internacionales en el marco de BRI.

Para entender la iniciativa, es importante comprenderla primero como concepto geopolítico y luego como conjunto de acciones concretas. De acuerdo a la propuesta oficial, es una iniciativa integrada, multidimensional, compuesta por un conjunto de  proyectos que incluyen autopistas, rutas, aeropuertos, vías marítimas, oleoductos y gasoductos, líneas de transmisión eléctrica, redes de comunicación de datos, etc. con el objetivo principal de recomponer una de las piezas faltantes en el estado actual del mundo para el desarrollo económico: la infraestructura para la conectividad. 

La visión y plan de acción para la construcción conjunta de la Franja y la Ruta publicado en 2015, establece que el propósito del esfuerzo conjunto es promover la libre circulación de factores, la locación eficiente de recursos y la profunda integración de mercados, promoviendo entre los países miembros una coordinación económica-política y llevar a cabo una amplia y profunda cooperación, creando en conjunto un mundo más inclusivo, equilibrado, abierto y basado en una arquitectura de cooperación global que beneficie a todos. De acuerdo a los documentos chinos, la iniciativa es pacífica, inclusiva y es una plataforma global que sirve para la colaboración internacional a través de coordinación de políticas soberanas, construyendo mecanismos tanto abstractos como concretos.

Coincidiendo con el que los chinos consideran el número de la buena fortuna, los documentos oficiales sobre la iniciativa mencionan ocho grandes áreas hacia los que la plataforma se orienta: 1. conectividad, infraestructura, equipamiento e instalaciones; 2. Cooperación y apertura comercial; 3. cooperación para la expansión de la inversión industrial; 4. intensificación de la producción energética, la transmisión y su procesamiento; 5. cooperación financiera; 6. expansión de los intercambios culturales; 7. protección del medio ambiente; 8. promoción de la cooperación marítima, la agricultura e industria pesquera.

Desde la renovación de la línea ferroviaria Belgrano Cargas de Argentina a la línea de transmisión de alta tensión para la central hidroeléctrica de Belo Monte en Brasil; de la construcción del cuarto puente sobre el Canal de Panamá a la ampliación de la Ruta 32 en Costa Rica, los proyectos de conectividad en América Latina han incluido diversas inversiones en el marco de la BRI. Existe gran cantidad de proyectos de China en la región, todos ellos contemplados como expresiones de la extensión marítima de la Franja y La Ruta, con una importante salvedad: de acuerdo al Gobierno chino, firmar el memorándum de incorporación formal podría asegurar aún mayores flujos de inversión. 

América Latina ha pasado a ser el segundo destino de la inversión china en el exterior. Hasta fines de 2019, el stock de la inversión del país asiático sobrepasaba los 410.000 millones de dólares. Existen también aproximadamente 2.500 filiales de empresas chinas cubriendo una amplia gama de sectores, como energía, infraestructura, agricultura, automotrices y economía digital. La expansión del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) es clave en este proceso para el financiamiento de los proyectos y la promoción del desarrollo económico integral. Los miembros del Banco se han incrementado a más de cien a finales de 2019, de los cincuenta y siete miembros iniciales de 2015. Argentina aún tiene pendiente su desembolso inicial para finalizar la incorporación formal.

Países de la región como Uruguay, Chile, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Cuba, Perú, Costa Rica, entre otros, ya han firmado el ingreso a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Argentina tiene una oportunidad de mejorar su deficiente infraestructura e incrementar los vínculos con Asia, a través de una nueva plataforma internacional que asegura no condicionarla políticamente en sus decisiones soberanas. El ingreso permitirá mejorar la conectividad tanto física como digital y acercarnos cultural y económicamente a una región distante, pero altamente dinámica. Argentina ha acompañado en varios acuerdos la iniciativa, y ha participado de los respectivos foros internacionales, pese a que el último gobierno argentino (2015 – 2019) había priorizando el vínculo estratégico con Estados Unidos. Es importante recordar que Estados Unidos califica a la iniciativa BRI como ¨trampa de endeudamiento¨ e insta a los países aliados a no incorporarse. 

La iniciativa China nos enfrenta también a desafíos a resolver, como articular estrategias para que los excedentes económicos, producto de la venta de materias primas, sean funcionales a la industrialización; fomentar la asociatividad empresaria por sobre las adquisiciones; incentivar la transferencia tecnológica para un desarrollo endógeno y promover los intercambios comerciales protegiendo sectores estratégicos. Será nuestra tarea orientar los proyectos hacia el bien común, fortalecer las instituciones nacionales de supervisión, alcanzar consensos internos para la implementación y generar los mecanismos de política exterior que no limiten el margen de maniobra. 

Acerca del autor Mariano Ameghino

Docente – investigador de la UNAJ y de la Universidad de Buenos Aires. Fue Director de Relaciones Internacionales de la UNAJ (en uso de licencia). Acompañando la política de relaciones internacionales de la UNAJ, China ha sido uno de los países que visitó en dos oportunidades a través de la alianza establecida con el Centro Latinoamericano de Estudios Políticos y Económicos de China  (CLEPEC) del que también es miembro.

Acerca del autor Gonzalo Tordini

Director de Relaciones Internacionales de la UNAJ y Director de Educación de CLEPEC. Investigador de la UNTREF. Magister en Cooperación Económica Internacional por la Universidad de Economía y Negocios Internacionales de Beijing. Ha participado en distintos foros y congresos en la Rep. Popular China y colabora de forma regular con medios de comunicación de China.

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