Política y deporte

EL FÚTBOL PROFESIONAL Y LA CUESTIÓN DE LA NEGRITUD

“Black all blacks”. Un gesto a investigar

Por José Luis Álvarez y Matías Godio

“El sistema se dio cuenta de que mientras los negros hablaran de negritud, mientras maldijeran a los blancos y reclamaran su propio yo, no eran una amenaza…” Julius Lester

Durante la pasada década, la antropóloga Carmen Rial coordinó una extensa investigación sobre las formas de subjetivación de consagrados jugadores brasileros en tanto migrantes/trabajadores de “lujo” en el fútbol europeo. Allí describía un persistente “provincialismo” cultural con el que estos jugadores vivían su cotidianidad y la magnitud de los espacios “preservados” y los ámbitos poco involucrados con los contextos culturales por los que transitaban. El rítmico ir y venir de esos jugadores por los “no lugares” tan bien descriptos por Marc Augé —de los aeropuertos a los hoteles, de los estadios a sus casas de lujo— creaba las condiciones estructurantes para un “provincialismo” que fortalecía los hábitos y percepciones del mundo desde su perspectiva “nacional” previa. Los jugadores no podían hacer experiencia de las relaciones sociales e interculturales que los rodeaban. La investigación de Rial se preguntaba si esta preservación identitaria, asegurada por esos “espacios higienizados” —globales—, no era una forma de garantizar su estatuto mercantil, en tanto posibilitaba identificarlos como “jugadores brasileros”. Y salvo que apostemos a una excepcional especificidad de la “brasileridad”, no es descabellado pensar que este fenómeno se extiende a otras “identidades nacionales”.

Ahora bien, a partir de los recientes protestas por el asesinato de George Floyd a manos de la policía en los EEUU, y de la consecuente instalación y amplificación de la consigna “black lives matter, nos preguntamos si la cuestión racial introduce una cuña en esas estrategias higienizadoras. Y si esta fisura puede constituirse en una condición de posibilidad para una subjetivación política, socialmente integrada, de los jugadores de fútbol “de lujo”.

Las imágenes de aparente rebeldía de muchos jugadores de elite arrodillándose antes de —y durante— los encuentros, el reclamo para inscribir la frase “black lives matter” en el dorso de sus camisetas, así como las declaraciones de futbolistas reconocidos sobre el racismo nos hacen preguntar si emerge un campo de reflexión sobre las subjetividades en el universo futbolístico y sobre sus relaciones con la sociedad global. En este caso se excederían las imaginadas “identidades nacionales”. Este aspecto de la investigación de Rial oficia de disparador para nuestros fines de profundizar algunas hipótesis sobre este fenómeno. 

Entonces: las imágenes de “black…” ¿serían la proyección en esos espacios “anti-políticos” de una nueva condición de estructuración simbólica sobre el bien común nutrida por lazos solidarios? ¿Lo racial irrumpiría en ese espacio higiénico generando un posible camino para des-estructurarlo?

Varios equipos de las ligas europeas y hasta una insólita manifestación de insubordinación del Botafogo de Brasil (pionero en la incorporación de jugadores negros en ese país), que suspendió en varias ocasiones un partido de fútbol para ejercer el ritual de las rodillas al piso —adoptando el “black lives matter”— posibilitan tomar estos hechos como indicios de una tendencia al protagonismo social y político, con eje en la crítica del racismo. 

Por otra parte, es cierto que las reacciones frente al racismo ya han ocurrido en numerosas situaciones en el fútbol de élite. Hinchadas que insultan a jugadores negros son episodios de violencia simbólica usuales en los estadios europeos. En las últimas dos décadas hemos presenciado muchas reacciones colectivas de repudio a estos hechos y de solidaridad con los jugadores afectados. La prohibición de los cantos racistas ha expuesto un cierto consenso sobre la resistencia del “mundo del fútbol” a manifestaciones de superioridad racial. Sin embargo, estas reacciones no parecían ir más allá de expresiones de lo “políticamente correcto” sin incidir en una nueva subjetivación de los actores. El fenómeno se inscribiría en un proceso ya conocido e incorporado en la lógica mercantil de ese deporte. 

Sin embargo, en los recientes fenómenos parece observarse cierto grado de autonomía de los actores —los jugadores aparentemente “higienizados”— en las exhibiciones de solidaridad y repudio a los hechos de violencia racial desatadas luego de la muerte de George Floyd. Parece entonces posible poner en cuestión, a partir de este nuevo “dato”, la eficacia “anti-política” de los dispositivos de higienización. Aun tratándose de un universo hipermercantilizado y poco permeable a muestras de involucramiento colectivo en cuestiones políticas, es factible pensar la existencia de dinámicas de resignificacion simbólica. La afirmación de la negritud como identidad suprimida se encontraría al mismo tiempo atravesada en su día a día por el contexto social y cultural característico de la globalización, proceso que actualizaría sus prácticas de manera novedosa. ¿Habrá pues que poner la mirada en el papel de las prácticas cotidianas de interacción y afección de quienes participan de los espacios de higienización?

Lo cierto es que hoy la rebeldía del “black lives matter” se ha amplificado por los medios de comunicación. Se ha derramado en procesos más profundos que implican su catalización y aceptación por medios de comunicación poco politizados, como los del fútbol espectáculo. El potencial dramático y sintético de las imágenes que se nos presentan son el diapasón de una caja de resonancia, y el gesto corporal la fuente de su capacidad para la repetición imitativa. 

Ese gesto y la sentencia inscripta en las camisetas producen una escena que organiza un discurso. La rodilla en tierra es, al mismo tiempo, la súplica del rezo, la asfixia sobre el cuello de Floyd y el tránsito hacia el ponerse de pie. ¿Somos todos víctimas y victimarios parece decir? Las imágenes adquieren un valor mimético y comunicativo que desarticula el espacio higiénico en dirección a una sacralidad de lo humano. Las diversas coreografías remiten a una proposición ritual ecuménica, de potencia comunicativa y de referencias a una sociabilidad ritual de carácter universal, plural y paradójicamente secular. El espacio higiénico adquiere una temporalidad política, de reminiscencia colectiva, mientras la negritud se acerca a la geografía global de la imaginación que recrea el mito civilizatorio de Occidente.

En la final de la Copa del Mundo 2002, se propagaron las imágenes televisivas del jugador Cafú cuando se sacó la camiseta brasilera e hizo conocer al planeta futbolístico su compromiso con la comunidad donde se crió (abajo tenía una remera con su nombre). El gesto de Cafú se replicó entre muchos jugadores “latinoamericanos”, pero se fue apagando al mismo tiempo que muchos de ellos instalaban en sus comunidades fundaciones y escuelas de fútbol de, al menos, dudosa procedencia y destino. Del mismo modo, es posible que el gesto de rebeldía del “black…” no se vuelva una herramienta transformadora capaz de afectar otras esferas del aparato futbolístico espectacularizado. La incorporación de la consigna “no room for racism” (no hay lugar para el racismo) en el popular juego de Play Station FIFA 20 reafirma esta sospecha. 

Si es o no un acontecimiento significativo desde el punto de vista estructural o si se hacen carne nuevamente las palabras de Lester lo sabremos con el tiempo. Veremos si esta gestualidad también se marchita en esta tan “oportuna” pandemia que acompaña un mundo en crisis global como otras tantas manifestaciones de rebeldía incipiente que están emergiendo.

En síntesis, si es un gesto predigerido, anticipado e incorporado por el sistema mercantil del “realismo capitalista” que lo tolera y necesita para su perpetuación, o si ciertamente el gesto rebelde es una condición de posibilidad para poner en suspenso la higienización. Esa es la pregunta que nos ha ocupado hasta aquí.

Acerca del autor / José Luis Álvarez

Profesor de Filosofía (UBA), Magíster en Sociología de la Cultura (IDAES/UNSAM). Dicta clases en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 1 de la provincia de Buenos Aires y en distintos espacios de Formación Docente Inicial y Continua.

 

 

Acerca del autor / Matías Godio

Sociólogo (UBA) y Doctor en Antropología Social (UFSC). Profesor e Investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) e investigador del Núcleo de Antropología Visual e Estudos da Imagem (NAVI-UFSC).

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